Aclaraciones

JESÚS CHAMALI -.

Hace unos días publiqué en este mismo espacio una reflexión que titulé "Nos aburren". 

En ella me quejaba de la falta de sentido común y del exceso de gasto que supone estar siempre, contínuamente, en campaña electoral y de lo que dificultaba eso la buena marcha de un país. Para los que no la hayan leído y quieran hacerlo, está disponible aquí mismo, ya digo.

Amablemente, unos lectores, amigos todos, hicieron sus aportaciones en forma de comentarios. Uno de ellos, Claudio Rodríguez, me señalaba que ese diagnóstico era "un caldo de cultivo para locos temerarios peligrosos por su labia populista, y en el peor de los casos, por las armas."

Otra persona, Alex Zamorano, señalaba los desmanes que se producían en los sistemas democráticos donde los políticos vivían a cuerpo de rey, con un nivel de vida fuera del que tenían sus compatriotas, y señalaba una frase despectiva de Pinochet hacia los políticos.

Yo quiero ampliar mi reflexión con ustedes a la luz de estos -y otros- comentarios.

Los dirigentes como Pinochet, Franco, Salazar, Somoza, Castro, Stroessner...(hay tantos que es inútil enumerarlos) eran gentes que decían gustar de la paz y el orden, pero la que dan los cementerios llenos de adversarios ideológicos.

Eran personas que creían en una buena gestión económica, pero sobre todo la de sus bolsillos, ya que todos ellos al morir o "jubilarse" tenían una fortuna indecentemente voluminosa, como para vivir ellos y sus allegados dos o tres vidas sin estrecheces de ningún tipo mientras el país -por lo general- estaba en apuros cuando no en franca quiebra.

Eran personas que gustaban de la frugalidad, pero sobre todo de la de los demás, porque sus mesas estaban bien abastecidas, sus mansiones (que yo recuerde, ninguno vivía en un pisito del centro y acumulaban decenas de propiedades que, curiosamente, antes de estar en el poder no tenían) eran magníficas y llenas de todo tipo de lujos y de obras de arte.

Creían en la libertad de expresión, pero sólo en la suya y en la de que los que pensaban exactamente a su dictado. 

La diferencia entre ellos y los mangantes actuales es que a ellos, si pretendías oponerte o afearles su actuación, acababas preso, exiliado o muerto, que ellos estaban ahí "por la gracia de Dios", de un Dios reflejado por un clero títere en la mayoría de los casos, que bendecía esa actuación criminal a cambio de prebendas sin fin o de el omnipresente Tio Sam -¡qué les voy a descubrir ahora, es la historia de la Iglesia S.A. y del imperio de las barras y estrellas!- mientras que a los actuales los podemos votar cuando llegan y botar, pero del puesto, cuando vuelven a haber elecciones. 

Aquí jamás se pudo elegir a Franco. Estuvo allí durante cuarenta años,desde que tomó el poder por las armas hasta que murió.

A los presidentes actuales se les elige, se protesta contra ellos, se les hacen huelgas, se les expulsa...y nadie acaba preso o muerto por ello.

Una diferencia digna de tener en cuenta, creo yo.

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8 Comentarios

  1. Sin embargo, Jesús, no podemos olvidar que las campañas se venden como sabrosos panqueques tras una vidriera, y que el que logre hacerlo más irresistiblemente atractivo, logrará que la mayoría de los compradores se lleven su ilusoria mercadería a casa. Las campañas necesitan ser financiadas y normalmente quienes poseen el mayor caudal financiero son los mismos grupos oligárquicos que se enriquecieron más que nunca al amparo de los dictadores que tú mencionas.

    No podemos olvidar tampoco que todo la información que llega hasta nosotros pasa previamente por un cedazo de intereses económico-ideológicos. En este camino tan pedregoso la palabra democracia se termina destiñendo mucho.

    Un abrazo.

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  2. De la lectura de tu post, estimado, se lee entre líneas, o yo lo leo... que entre dos tipos de ladrones tu prefieres que te robe al que puedes elegir.
    Ta paras en la esquina y le dices: "oiga, usted, el que abraza bebés y tiene los dientes enfundados... a usted lo prefiero de ladrón..."

    Yo no tengo dos segundos de duda en decir que no me gusta ninguno de los dos ladrones y sinvergüenzas y que considero peor que me robe el que elegí, que aquel que se impuso por la fuerza de las armas o por la estupidez de los que dejan que se haga cargo de un país sin decir esta boca es mía.

    Respecto de la banda de bandidos que están fotografiados ahí arriba... digamos que faltan varios...

    Hay diferencias... no defiendo a Pinochet, pero el viejo robó en democracia, investigalo bien y verás que su fortuna no comprobada en juicios civiles, fue de 20 millones de dólares... si veinte palos verdes dicho en chileno... se supone que fue ganada en coimas de la industria armamenticia y que se las embolsó en democracia... ladrón igual, si, ladrón igual...asesino y todo lo que quieras decir, estoy de acuerdo. No vivía en una mansión, vivía en una casa bastante modesta, la conocí por razones de trabajo, de hecho la casa no era de él... muy distinta a las casas de Fidel o del mismo Chávez mencionado más arriba...

    Hay diferencias entre las dictaduras... pocas... pero si comparo lo que se robó Pinochet contra Castro o Chávez... pues concluyo que el viejo era gil. Milico chileno y gil.Tengo cero respeto por los hombres de armas, me cargan los desfiles y la parafernalia militar... y tengo desprecio infinito por los embaucadores políticos... Estoy condenado al ostracismo y la incomprensión ciudadana ¡qué le voy a hacer! pero me gusta la verdad nada más.

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  3. Conocí Bucalemu y Lo Curro y no considero que sean precisamente manifestaciones de modestia hogareña, estimado Alex. Sin embargo, no creo que sea un punto relevante. Es cierto que Pinochet fue un gil a la hora de robar. Sus preocupaciones iban por otro lado, como meter cuñas en la oposición o azuzar a sus perros de presa, pero fundamentalmente creo que buscaba la forma de ser rcordado como un gran gobernante. Pinochet era un lector compulsivo y desordenado de biografías de personajes importantes de la política mundial. Por lo mismo, debió al menos ilusionarse con esa grandeza. Al lado del ladronazo de Ferdinand Marcos, o del fiestero Stroessner, o del sanguinario y pervertido Trujillo, Pinochet era un asceta. Más bien, los que lo utilizaron como muro antocomunista y gran chivo expiatorio de la maldad mundial fueron los que más se enriquecieron a su alero.

    Pinochet era bastante grueso en sus declaraciones, y sentía un enorme desprecio hacia el ambiente político que lo precedió. Dijo muchas barbaridades cada vez que los rastreros periodistas que lo acompañaban le ponían el micrófono cerca.

    Al llegar la democracia, los sectores políticos que reemplazaron a Pinochet, lo culpaban del desprecio y desinterés creciente que la ciudadanía manifestaba hacia la clase política en su conjunto. Sin embargo, no existe forma de darle crédito a ese argumento. Más bien, sevivió un proceso similar en muchas partes del mundo. La historia hizo su parte.

    Así, las buenas intenciones de los políticos más jóvenes que esperaban un presuroso aggiornamiento de la sociedad en su conjunto, se estabilizó a poco andar en el statu quo del achanchamiento y la oligarquización de la clase política.

    Hoy es difícil defender a un político profesionalizado. No nos ayudan mucho en ese sentido. El problema es que se confunde nuestro desdén hacia la clase política como un desdén hacia la democracia, y por cierto que no es lo mismo. Tampoco me parece que atacar a la clase política nos instale como defensores de las dictaduras.

    Ese dilema sigue sin ser resuelto. Debemos encontrar la fórmula más apropiada, aunque sin darle excesivas alas a estos bueyes de la política tradicional.

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  4. Estimado Alex intuyo que eres una persona vehemente y sincero en tus planteamientos. Yo los podré compartir o no, la verdad es que en su mayor parte, pensamos diferente, pero te reconozco dos cosas: la libertad de expresar tus ideas y la de defender el orden que consideres más ajustado a ellas.
    Permanentemente unas puntualizaciones a tu comentario. Claro que faltan dictadores en la foto. Es más, cuando los enumeré, dije explícitamente que son tantos que se haría largo e inútil hacerlo. Y además es evidente que los hay a la derecha y a la izquierda de Dios Padre, que como la nueva religión nos enseña son los tenebrosos Mercados.
    Quien me haya leído algo más asiduamente habrá podido comprobar que la llamada "clase política" actual es para mi el mayor cáncer que tiene esta sociedad. Son inútiles, ladrones, mentirosos, avariciosos... Podemos seguir poniéndole calificativos que ninguno será elogioso.
    Sin embargo, permítete que no entre en tu sofisma sobre quien prefiero que me robe. ¿Es preciso decir aquí que no quiero ser robado ni por el ladrón de guante casi blanco que es el político mediocre actual ni por el militar medito a salvapatrias que me encañone con su arma.
    Quiero decir que comparto al 100% las dos últimas frase del comentario de Jorge:
    "Hoy es difícil defender a un político profesionalizado. No nos ayudan mucho en ese sentido. El problema es que se confunde nuestro desdén hacia la clase política como un desdén hacia la democracia, y por cierto que no es lo mismo. Tampoco me parece que atacar a la clase política nos instale como defensores de las dictaduras.

    Ese dilema sigue sin ser resuelto. Debemos encontrar la fórmula más apropiada, aunque sin darle excesivas alas a estos bueyes de la política tradicional."
    Un abrazo a mis queridos amigos.

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  5. Señor Jesús, independientemente de lo que para ustedes haya significado el franquismo ( y veo que aún siguen muy divididos los españoles en torno a su real significado histórico), para Chile la llegada de Pinochet evitó el mayor derramamiento de sangre de su historia. Era lo que se veía venir. De no haber ocurrido, hoy estaríamos con las cárceles llenas de presos políticos, las esquinas tomadas por los agentes comunistas y los boliches sin nada para alimentar a la población. Pinochet hizo obras grandes y hoy muchos historiadores no marxistas lo reconocerán con justicia.
    Atentamente
    Luigi

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  6. Amigo, Jesús, estoy de acuerdo contigo en cuanto a establecer diferencias entre aquellos gobernantes democráticos y los dictadores. Ninguno de éstos se encuentran liberados de caer en abusos, sin embargo, para el caso de los primeros, siempre será más factible juzgarlos o, al menos, enrostrarle su impunidad. Al mismo tiempo quedará la lección al pueblo de haber elegido mal a su representante. Aunque esto no signifique necesariamente que esta lección se aprenda. En ocasiones los pueblos se dan el lujo de elegir una y otra vez a muchas de sus bestias carroñeras y en otras, amparados en esta elección, estas bestias aprovechan para perpetuarse en el poder y transitar hacia una dictadura personalista y demagógica. América Latina es fecunda en esta clase de sujetos. Desde el regreso a la democracia todos los ex Presidentes de Chile han sido sometidos a este escrutinio –las investigaciones sobre casos de corrupción, arbitrariedades y faltas a la probidad acumulan y acumulan papel en el Congreso, la Contraloría o los Tribunales y, si son llevadas con objetividad puede que lleguen a buen puerto-. Espero que el actual gobierno también responda por sus actos en su oportunidad y no cuente con demasiados santos en la corte como los tiene hoy en día.
    Diferente es el caso de los dictadores que apoyados por un grupo de la población (que se alzan como la mayoría, pero eso siempre es difícil de saber), roban a manos llenas y por lo general sus actos quedan sin castigo. Eso nos pasó con Pinochet. Murió de viejo, con su familia y los pocos seguidores que hacían caso omiso a los robos (se le podía perdonar el genocidio, pero no el robo, han dicho algunos de sus ex alcahuetes) Imagino que en el caso de Franco debió ser parecido, con tantos años en el poder, los robos debieron estar a la orden del día.
    Solo queda juntar rabia y denunciar hasta que nos dé hipo.

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  7. Nací, crecí y vivo en democracia. He estudiado con gran interés sobre los períodos dictatoriales de mi país porque creo que es necesario ser conciente de lo que se hizo y deshizo. En base a ello defiendo la democracia con todos sus errores estructurales y conceptuales. Voto con responsabilidad y por ello me reservo el derecho de criticar, de señalar lo malo y reconocer lo bueno.
    Soy conciente que muchos políticos hacen el menor esfuerzo posible para hacer las cosas bien y por eso concincido con vos que nos aburren, nos cansan y les creemos poco o nada de lo que dicen en campaña.
    En la Argentina estamos en campaña para el 2011y me aunque me tienen harta no los cambiaría por una dictadura.. Cuántos años soportamos que estos miserables dijeran que eramos incapaces de elegir a nuestros gobernantes, cuántas veces nos quedamos mirando cuando conspiraron descaradamente contra los gobiernos electos por el pueblo, cuánto silencio acompañó al descalabro económico y el terrorismo que ejercieron desde su cómodo lugar .. diciendo que era por nosotros cuando era por los "amigos" .. Nunca más, por favor.

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  8. Anónimo10/1/11

    Un país no puede funcionar si está “siempre en campaña electoral"; se le aplica a cualquier país. Excepción: cuando la elección estuvo claramente amañada, ante lo cual lo mejor es prevenir y pedir supervisión internacional (Carter et al), pero es difícil que la oposición derrotada no esté efervescente; la mejor válvula de escape para esos casos es el internet por un tiempito y para reorganizarse.

    Paz del cementerio vs. Paz de la ocupación que se traduce en puestos de trabajo y economía en desarrollo. Aun cuando ocurra la tragedia de la primera, si a la vez ocurre la segunda, hay paz en el país que se manifiesta en equilibrio y en beneficio para el grueso de la población. Conocí en Venezuela a varios chilenos socialistas que volvieron a Chile mientras regía Pinochet porque "se está mejor allí". Los hermanos eran hijos de doctores allendistas, de buena posición; la esposa de uno de ellos era hija de una siquiatra aparte de nieta de un general. Si acaso fue esa posición ventajosa la que les permitió volver, no lo sé; me supongo que si hubieran sido pobres estudiantes y líderes activos del PC los habrían secuestrado, encarcelado, torturado y matado. El caso es que la Pa...a, su esposo y el cuñado volvieron a Chile en cuanto pudieron. Un caso similar al chileno es el español, y de mi famiia.

    Mi abuelo socialista, abogado de presos políticos, concejal, fue fusilado nada más estallar el Alzamiento. Pero sus hijos y mis familiares, socialistas todos, se dieron buena vida en España, durante la época de Franco, aunque todos también hablaban pestes de él.

    Los socialistas que llegaron al poder con Felipe González y J.L. Zapatero eran gente de marketing y nada tenían que ver con los socialistas de Azaña,. Los socialistas de FG y JLZ creían fervientemente en el financismo capitalista. No daban la cara ni hablaban claro. Franco sí; Franco decía: "no quiero partidos ni oposición activa en los medios de comunicación", aunque eventualmente al PC se le permitiera existir (y mis tíos todos iban a las reuniones, o venían desde Francia y Suiza, donde vivían a todo tren y con cargo español de la ONU y otras organizaciones). O decía Franco: "no quiero ETA ni separatismo ni terrorismo y al que coja en un meneo lo mando a ejecutar". Y efectivamente, de no ser porque se metió el Vaticano, no habría concedido el indulto a los etarras.
    Mi otro abuelo, el vasco, era separatista y mano derecha del lendakari; si no llega a escaparse lo matan; tras 40 años en Argentina volvió en cuanto Franco dio el indulto y vivió de su pensión.
    Mi padre era y siempre fue acérrimo antiFranco. Pese a lo cual, su doctorado y su trabajo le ganaron un premio nacional y un buen puesto de trabajo en el Oceanográfico, el cual rechazó para irse a Venezuela y casarse con mi madre. Se hizo venezolano y allí se quedó hasta el final; no quiso cobrar la pensión española; Venezuela era su patria. Pero no perdonó a Franco nunca; murió solo y asustado.
    Las heridas que deja una dictadura, como la de Franco o la de Pinochet, son medulares y siguen supurando por más que el país haya prosperado bajo el dictador y la economía resurja sobre una nación "pacificada" (a la fuerza y/o por necesidad).
    Lo de la fortuna personal que un dictador se lleva para exiliar$e y defenderse con abogados, no es de tanta importancia como los compincheos de las elites financieras y corporativas (seguidas de sus seres-apéndice, los mercaderes y los profesionales de Leyes, Política, Medios de Comunicación etc). Ellos hacen y deshacen tras bambalinas; son de temer cuando, ido el perro dictador, se sueltan todas estas raposas. La democracia bajo ellos puede ser menos generosa con el pueblo que lo era el propio dictador. Hay que tenerlos bajo la mira, TODO EL TIEMPO, no al dictador ido —al que ni aún cuando estaba en el poder valía tenerlo bajo la mira pues EL lo controlaba todo y a todos.
    Dejen a los muertos enterrados, dictadores o no.
    Ocúpense de los vivos, cuídense de ellos. Cuiden a Chile.

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