Carta a Chonina, diciembre de 2005


Por Concha Pelayo

Mi querida Chonina:

Quiero que sonrías antes de nada. Mira a esos gatitos. Los fotografié en la isla griega de Amorgós, son gatitos griegos pero todos los gatos del mundo son iguales y se comportan de la misma forma. Míralos y suaviza tu gesto. Tú tienes, también a Dharma, ¿no? y sabes lo que significan esos seres a nuestro lado. Silenciosos, quietos, respirando a veces nuestra nostalgia y mirándonos a los ojos muy cerca, con esa mirada solícita y comprensiva, queriendo solucionar los problemas que, saben, nos agobian.

Sonríe Chonina, por favor, aunque las lágrimas empujen y pugnen por salir. Mira, yo sé que lo del horóscopo es una tontería. Pero, casualmente tú naciste un tres de diciembre como yo. Somos las dos Sagitario, signo de fuego, pero también de agua, de tierra, de aire. Somos pequeñas moléculas naturales que se nutren de esos cuatro elementos.


Somos un poco parecidas, tú portuguesa, yo española, tú bastante más joven que yo, pero cargada de un pasado que desconozco y que te ha hecho madurar y cargar con esa "dulce" carga de la vida. Y yo, pese a mis años, todavía niña, sin haber resuelto muchas incógnitas afectivas que todavía hoy me rondan y me hacen ser como soy, a veces muy enérgica, a veces vulnerable e insegura, a veces encantadora, a veces insoportable. Me hago millones de pregunts sobre ésto o aquéllo y a todo intento darle explicación.

"Aburres -me dicen mis allegados- eres muy pesada. No te cuestiones tantas cosas y todo...(TUDO, como decís en Portugal para referiros al todo absoluto) sucede como sucede y no hay que preguntarse nada..."

Cosas como estas las oigo constantemente. Soy la mayor de cinco hermanos y soy la más niña. Soy contradictoria. Soy apasionada. Sufro por todo y por nada. Gozo con nada y, sobre todo, gozo con el gesto del amor, del cariño; una mirada, una llamada, un recuerdo, un saludo, un reconocimiento, una carta, un correo electrónico, un comentario (ahora también con un comentario como los que nos dejamos)

Me doy cuenta de que convertimos nuestra vida en una dependencia hacia todo y hacia todos. Y compruebo que no es bueno. Yo también paso por una época de nostalgia infinita, de tristeza acumulada aquí dentro, una nostalgia que no quiere desaparecer.

Y yo...soy tan expresiva, Chonina, que me lo notan enseguida por teléfono, por el tono de mi voz, por mi mirada -pierde brillo y fulgor- por mi forma de caminar -la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, cuando mi gesto es altivo, no por altivez sino por mi estructura del tronco con mi cabeza-. Se nota mi estado de ánimo porque no sabría mostrarme de otra forma más que como me siento en esos momentos. Somos complicados, somos como somos.

Pese a no conocernos personalmente todavía, nos conocemos muy bien. Lo que da de sí la blogosfera. En fin, no quiero cansarte buena amiga. Un beso muy muy fuerte. Feliz Año Nuevo. Muy feliz.

Publicar un comentario

5 Comentarios

  1. Anónimo17/1/11

    Somos lo que somos, somos lo que recordamos y los que añoramos, lo que encubrimos y lo que parecemos, somos una parte del alma de los otros, somos la luz y la penumbra, somos todas las voces del viento. Una carta eterna, Concha.

    Con admiración y respeto

    Laura Almonacid

    ResponderEliminar
  2. Íntima, valiente, contradictoria, sentimental, Concha expone toda su grandeza y su complejidad a través de cada una de sus cartas.

    Una carta eterna, tal como dice Laura, suavizada con el pelaje de dos gatos griegos.

    Un abrazo mi querida amiga.

    ResponderEliminar
  3. Mis respetos Concha. Su pluma tiene el don de articular frases y relatos muy claros y conmovedores para exponer lo inmensamente complejos que somos los seres humanos. Agregaría la palabra "translúcida" a la secuencia que la intenta describir.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Es lo mas tierno que he leido en mucho tiempo. Adorable.

    ResponderEliminar
  5. Anónimo29/7/11

    Una carta adorable, sincera e inolvidable.

    ResponderEliminar