Cultura cosmopolita

Edificio modernista de la SGAE, Madrid
Por Concha Pelayo

Escribía hace unos días Pedro Fernaud un artículo que titulaba ·”La derrota de la cultura” en el que hacía una reflexión sobre la actual cultura que padecemos y que se nos trata de imponer desde foros más o menos cualificados.

Por lo visto, un grupito de intelectuales de Madrid han pedido al presidente de la Comunidad, señor Ruiz Gallardón, una “cultura cosmopolita” (vaya usted a saber qué han querido decir). Se encontraban en el grupo gente de la creación literaria, plástica, dramática, musical, de la moda, etc. Tan sólo un pensador teórico, José Luís Pinillos, que a buen seguro, ante tanta idea de diseño a su alrededor se quedará en blanco.

Decía Pedro Fernaud en su artículo que: “Hay escritores de un enorme talento literario incapaces de urdir una idea teórica o política válida”. Y tiene mucha razón porque en la actualidad sobran escritores y faltan pensadores. Nos están acostumbrando a leer de la pluma de afamados columnistas, textos completamente vacíos de contenido o significado. Son como la misma moda que nos asiste, la cual todo lo reduce a la imagen, al envoltorio, al lazo de celofán. Poco importa lo que no se ve. Así leemos a diario kilómetros de letra impresa que nos deja fríos, indiferentes, ansiosos y a la espera de que alguien de esos afamados escritores nos transmita un poco de ilusión, una idea que fragüe en nuestro sentir y nos deje dubitativos, prestos para la reflexión, algo, en fin, que motive nuestros pensamientos. ¡Por favor, una teoría hermosa!

A propósito de esta reflexión, me viene a la memoria don Ramón Cermeño Mesonero, recientemente jubilado, al que desde aquí le doy mi más cordial enhorabuena y le deseo que su jubilación sea eternamente jubilosa.

Decía Don Ramón en este mismo periódico que, ahora, se dedicará a la tarea de escribir, a la lectura, a la reflexión personal, de lo cual nos alegramos porque don Ramón, además de ser un magnífico escritor, es también un destacado pensador, objetivo y valiente, juicio que me viene dado de escuchar con mucha atención sus homilías, cada una de ellas de gran alcance intelectual y humano y que prendían inmediatamente en quienes le escuchábamos. Son muchas las personas que, con gran sensibilidad y criterio se han hecho eco de ello.

(Texto íntegro de un artículo mío publicado en LA OPINIÓN EL CORREO DE ZAMORA el 15 de septiembre de 1995) Poco hemos cambiado.


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5 Comentarios

  1. Por cierto que muchos buenos escritores se desgastan en nimiedades, querida Concha. La urdimbre social para consolidar el ego de un escritor consume buena parte de su energía. Yo mismo me siento a ratos como arena entre los dedos. De cualquier forma, prefiero abogar por la libertad creativa y que cada uno haga o exprese lo que se le de la gana. No creo en recetas literarias, ni en preponderancias ideológicas, ni en santones inmaculados repartiendo consejos. Todos tenemos yayitas y los matices nos tornan multicolores ante las radiografías solares.

    El texto tiene ya 15 años y no pude evitar pensar en la suerte de don Ramón Cermeño. ¿Qué fue de él? ¿Logró escribir y publicar nuevas obras? ¿es posible leerlo virtualmente? ¿sigue vivo?¿hizo locuras en sus años siguientes?

    Un fuerte abrazo mi querida Concha.

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  2. Anónimo6/1/11

    Jorge, don Ramón Cermeño ya murió. Era un auténtico filósofo, tipo Sócrates o Platón, con unas ideas humanistas extraordinaris, con una visión del mundo, pese a su condición de sacerdote, abierta y leberal. Era un gran demócrataa. Voy a informarme sobre su obra y te mando cosas. Él escribía mucho en el periódico, como yo misma y se lo conocía por sus artículos y por sus homilías. Entones yo iba a misa. Ahora me he hecho una judía, expresión que nos decían nuestras madres, de niños, para reprendernos. Ellas ignoraban la connotación tan delicada sobre el término "judío".

    Un beso.

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  3. Felicitaciones, Concha... buen rescate del personaje de Ramón Cermeño... Verdaderas reliquias que los diarios del mundo ya no tienen o si las tienen son los menos...

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  4. Anónimo7/1/11

    A propósito de Ramón Cermeño. En una de sus homilías definió la envidia de la siguente manera: "La envidia es ese sentimiento de tristeza ante la felicidad de los demás". Certera definición.

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  5. Que Notable es Ramón, tanto así que revivió en varios de nosotros al leer sobre él.

    Me gustaría leerlo

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