Recuerdos compartidos

JESÚS CHAMALI -.

Mi amiga Carlota se acaba de separar. 

Es una mujer rotunda, sensual, que retiene a sus 44 años gran parte de su atractivo. Aún logra con su presencia que muchos hombres, y bastantes mujeres también, vuelvan la cabeza a su paso. Este será su segundo fracaso sentimental. Aunque ella no los califica así. Carlota prefiere pensar que han sido dos pasos más en el camino de la felicidad. 

Cuando está saturada, Carlota me llama para tomar una cerveza. 

No suele pasar a menudo, la verdad. Siempre me dice que conmigo se encuentra cómoda y que puede hablar con toda confianza porque ni le doy consejos ni la juzgo, sólo la escucho y pago las cervezas.

Supongo que me dice eso como un elogio, pero lo cierto es que en el fondo me molesta. Es como si me dijera: contigo puedo hablar porque no eres peligroso como hombre. Y eso, a veces, me incordia. 

Reconozco que hace muchos años, tantos que ella aún no estaba casada y no llevaba ya unos cuantos años de discusiones con mi primera mujer, me sentí atraído por ella y que ella también me hacía ojitos, pero jamás pasó nada. Supongo que el momento de tránsito entre nuestras charlas y su cama pasó de largo debido a mi timidez. Pero a falta de recuerdos de cama mantenemos una amistad que ya dura más de veinte años.

Cuando le pregunté qué había salido mal esta vez, por qué se había separado, me contestó que fue debido a los recuerdos.

-Verás, Jesús, compartir recuerdos es muy importante. Mis recuerdos de adolescencia son los de ilusionarme con un Walk-man, ver a Sandokan en la tele y enamorarme de Kabir Bedi, llevar unas hombreras enormes y horrorosas o ir a bailar música disco en el Rómulo.

-Sí… ¿Y qué?

-Pues que los de él eran Beverly Hills 90210, Blossom, 7 en el paraíso, Farmacia de Guardia y el disckman. No podíamos compartir vivencias, y en una pareja, cuando el sexo se atenúa, al menos debería quedar el recurso de hablar de las cosas que nos gustaban cuando teníamos quince años, Y entre sus 15 y los míos pasaron otros 15. ¿Comprendes?

Comprendía. 

Miré al camarero y le pedí dos cervezas más.

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10 Comentarios

  1. Anónimo30/1/11

    Empecemos por aquí Jesús: Cuando la comunicación se rompe, al sexo le quedan las horas contadas.
    Créeme.
    Interesante historia. Todavía estás a tiempo de atacar. ¡ÁNIMO!

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  2. Avanzar o respetar el límite puesto por esa cortez distancia que no se pronuncia pero se sabe que está... Una decisión difícil que casi siempre termina con una amistad. No es fácil hacerle llegar el mensaje a los hombres sin herir sus sentimientos y no siempre tenemos la madurez para cortar por lo sano o no dar mensajes confusos a nuestros amigos. Un amigo es una amigo...

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  3. Anónimo30/1/11

    Pues debe luchar contra esa timidez, señor Jesús. Efectivamente, cuando el sexo decae, muchas parejas se separan o buscan otras entretenciones paralelas.

    Muy humano su relato.

    Saludos

    Laura

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  4. Eso de que los gustos y vivencias diversas puedan confabular contra una relación no me la creo mucho, pues el verdadero afecto resiste todo eso y se alimenta de esas diferencias. Más bien lo considero una excusa de quien no está dispuesto a reconocer que simplemente se acabó la atracción por el otro.

    Por otro lado, leo entre líneas la perduración de una atracción amigo Jesús.

    Excelente como siempre mi gran amigo.

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  5. Queridos amigos, gracias por sus comentarios. No saben lo importante que son para mi y lo que me ilusiona leerlos.
    Permítanme unas puntualizaciones:
    Dice un refrán que donde hubo siempre queda. En mi caso, hace muchísimos años, hubo una atracción sexual por Carlota propiciada sobre todo por su innegable atractivo físico y por la caótica situación de mi primer matrimonio que, años más tarde, acabaría en mi primera ruptura.
    Siempre que has tenido un deseo tan fuerte y no se cumplió, te queda la duda de cómo hubiera sido, de si la vida (la de ambos) hubiera sido mejor o peor si... Pero todo tiene un momento y un lugar.
    Hoy, veinte y tantos años después, sigo siendo tímido, si. Carlota sigue siendo una mujer enormemente atractiva, sin duda. Pero hasta ahí las coincidencias. Yo llevo una vida tranquila junto a mi pareja actual, con la que llevo trece años de convivencia feliz y satisfactoria. Carlota ha sido mi amiga durante tanto tiempo que creo que valoramos más esa amistad que un posiblemente tórrido romance.
    Yo, Jorge, coincido contigo: creo que lo de los recuerdos no pasa de ser una excusa que trata de enmascarar una desafección de base, pero sigo con ella en mi tónica habitual de escucharla, no juzgarla...y pagar de vez en cuando unas cervezas.

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  6. Bienvenido el texto, los personajes, su autor y, por cierto, las excusas y las máscaras... de algo sirven para sobrellevar la carga de la pérdida, o no?

    Saludos Jesús.

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  7. Querido Jesús, sólo comentarte que tu escrito nos llega a todos porque todos hemos vivido alguna vez uno de esos amores que nunca terminan en cama, aunque a muchos nos hubiera gustado y a cambio sólo conservamos esa amistad de la que hablas. Puede que tu escrito sólo fuera enfocado a hacernos ver que tu historia pudo conservarse así, pero contarte, que entre mi pareja y yo también median 16 años de diferencia y que soy yo la que tiene los recuerdos de Beverly Hills 90210 y que no existe mayor problema por ello pues hemos vivido muchos años juntos y tenemos más recuerdos juntos de los que yo puedo tener anteriores.
    Saludos a todos.

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  8. Un buen cimiento permite edificar una buena casa, Silvia. Y tanto tú como tu pareja parece que han logrado edificar esa casa común que es la pareja cimentándola en diálogo, respeto mutuo y sentido común aderezado con ingentes dosis de amor.
    Dicen que un matrimonio que dura es aquel que logra mantener una conversación viva y chispeante durante toda su vida.
    Un abrazo.

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  9. Que gran historia. Y que historia más común.
    Todos los hombres tenemos alguna Carlota en nuestra vidas y muchas mujeres un Jesús (el autor, por cierto). Yo, y perdonen la autoreferencia, como soy un tanto exagerado tuve dos Carlotas. Ambas tenían un alma común que no voy a contar aquí. Una era preciosa y muy alta. Cantaba como las Diosas y se dedicó a explotar comercialmente esa veta, nuestras charlas eran de pasillo, apuradas o cuando nos encontrábamos en algún show o presentación. Los besos eran (como decimos en chile, cuneteados), casi comisura con comisura. En esos años teníamos el mismo vicio y estábamos en la misma universidad. Más de una mañana nos sorprendíamos con los mismos olores y compartíamos las bolitas de menta para que los demás no nos sorprendieran. Una sola vez, nuestra amistad cruzó las fronteras, pero ella ya estaba casada, por segunda vez, y no quería dejar a su marido. Recuerdo que me dijo algo así... pudo ser bueno pero no era nuestro destino...

    Mi segunda Carlota, era mi mejor amiga, aunque ella no lo sabía, charlábamos horas sobre la vida, la esperanza y el futuro. Ella me veía como un cínico alocado y no creía que yo me pudiera fijar en ella. Yo me sentía un niño con ella y pensaba que jamás me iba a considerar en su vida. Finalmente el destino nos terminó de separar, pasaron muchos años hasta que adivinen donde la fui a encontrar... en Facebook. Ya grande, enamorada de su pareja, viviendo una pedazo de vida muy complicado pero siempre con su misma sonrisa.
    Nos mandamos mensajitos como niños de cole y en uno de ellos me puso: "nunca te atreviste"...

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  10. Hermosa aportación, Alex. No hay nada que una más que los vicios compartidos, y más si son vicios íntimos...

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