La imperfección y la nada

MANUEL GAYOL MECÍAS -.

¿Anda el mundo sin girar? ¿O es que el planeta empieza a dar vueltas hacia atrás? ¿Giros inesperados?... No, simplemente algo que debió advertirse, pero como siempre sucede cuando las cosas son de este mundo de humanos. Muchos de los que pueden hacer algo, no quisieron percatarse de que la vida se iba a poner bien mala. Tanto, que ya es innegable lo catastrófica que está; y esto lo digo para todas las tendencias, supongo, las ideologías y los grupos de intereses. Los que siempre tienen el cuchillo en la boca para destripar al contrario.

Y hablo así, porque frecuentemente las discusiones ideológicas, de políticas partidistas y lo que se entienda por ideas de una manera de ver el mundo o de otra, desde hace muchos años, empezó a pasar de la diplomacia a la hipocresía y de la hipocresía a la guerra; al extremo, de que hoy en día, cualquier contienda política se convierte en ataques destructivos. Pero incluso lo peor, detrás de los partidos y de los movimientos de masas que son manipulados por esas organizaciones, detrás de las ideas, digo, hay intereses oscuros; intereses que se hacen tenebrosos cuando el asunto es intentar destruir al contrario para tomar el poder, y así seguir hasta tener el poder total.

Imagínense una termonuclear que ha explotado y lleva su radiactividad a varios países a su alrededor; imagínense un enorme sistema de países totalitarios que se desmorona para crear una nueva situación internacional; imagínense tener que eliminar en el aire a una serie de cohetes con bombas atómicas que se han disparado porque alguien desconocido en algún lugar se equivocó y apretó el botón que no debía, o porque en realidad hubo una falla en los circuitos de respuesta; imagínense un país intentando crear su sistema de mísiles nucleares intercontinentales para desaparecer del mapa a otro país; imagínense a millones de personas perdiendo sus hipotecas y sus casas, sus historias de crédito, su dinero acumulado para el retiro; millones de personas perdiendo sus empleos, sus seguros médicos, su estabilidad de vida; imagínense las masacres en Darfur; las hambrunas en buena parte del mundo; imagínense la devastación climática que se está agudizando cada día, cada mes, cada año; imagínense el efecto dominó de las revoluciones árabes (y pregúntense ¿por qué no sucede lo mismo en las dictaduras de Corea del Norte, Cuba y la misma China?)… Intenten siquiera imaginar así una retahíla de desastres universales, y de seguro estaremos mucho tiempo escribiendo este inventario de la infamia.

Son tantos ejemplos los que se pudieran citar para reconocer que el ser humano está caminando en una cuerda floja, y que el equilibrio lo hace con una vara delgada que sostiene entre sus manos, cuyos extremos (los de la vara) están marcados por los pesos oscilantes de la Imperfección y la Nada; son tantos ejemplos, repito, que cada vez se van posando más sobre el extremo de la Nada; es decir, sobre el abismo en que podemos caer, que aquellos otros pesos de la fe y la esperanza que conforman el extremo de la Imperfección. Y es que hoy en día, muchos pesos de imperfección negativa (nada relacionados con la fe y la esperanza) se pasan hacia la cajuela de la Nada.

Con esta situación de inestabilidad tan fuerte (¿o de estabilidad tan débil?), el hombre se encuentra en estos tiempos de ahora al borde de su propio holocausto (por degenerativo o por nuclear, que este último es el más rápido), que en buen castellano se traduciría como “desaparición del mundo y de la especie”. Y, entonces…antes de que ello suceda; o sea, ahora… ¿qué nos queda por hacer?

Simplemente darnos cuenta de que si en el hombre existe la poesía, la filosofía, la fe y, en general, las disciplinas humanísticas; además de que ha sido capaz de desarrollar un poder inimaginable dentro de la ciencia y la tecnología (aun cuando letal, también se supone que en su mayor parte ha sido dirigido hacia el sendero del progreso y el conocimiento universal en aras de mejorar su imperfección); entonces asimismo —aunque en apariencias, pero de igual manera, repito— el hombre puede ser capaz de mantener su equilibrio de la Imperfección y la Nada hasta que un día redescubra una Tierra más firme, al menos más sólida, que le permita desechar su autodestrucción… Pero entonces, en su extremo de la Imperfección tendrá que pesar, a la par o más del racionalismo, la ciencia, la tecnología y las ansias de poder, la sensibilidad, la poesía, la filosofía y la fe… Al parecer, entre tantas cosas, podríamos decir entonces que es un equilibrio de la lucha entre el ego y el alma.

Ojalá podamos empezar por reconocer la poesía para desarrollar así la sensibilidad de la fe y la esperanza.


[Este trabajo es el capítulo II de su libro inédito
La razón de la mentira poética. Intuiciones I]

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9 Comentarios

  1. Desolador cuadro. También sincero y muy cierto, amigo. Me alegro que lo compartieras con Plumas.

    Un abrazo.

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  2. UNA REFLEXIÓN MAGISTRAL!!
    GRACIAS.

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  3. Gracias, amigos, espero que si la poesía existe, la esperanza tambiên; y como ambas les pertenecen al ser humano, entonces es posible que algún día mejoremos. Un abrazo, Manuel

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  4. Anónimo13/4/11

    A estas alturas de civilización, comprobamos con desolación, que nuestra cultura occidental es la más perniciosa de cuantas existen.

    Estremecedor y certero.

    Un abrazo.

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  5. Observo a través de sus palabras el cuadro y me estremezco.. Abrumador, desolador pero tengo esperanzas, creo firmemente que hay gente que quiere y puede hacer la diferencia para cambiar un poco este catastrófico panorama antes que todo se vaya definitivamente al diablo..

    Brillante y admirable, un placer leerlo.

    Saludos.

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  6. La imaginación siempre se termina quedando corta frente a las escaramuzas de la realidad, amigo Manuel. Los ciudadanos comunes debemos intentar seguir viviendo a pesar de las cuchilladas arteras de los grupos empoderados. Nunca gracias a ellos. Poseer y mantener el mango del sartén ha sido, es y seguirá siendo la causa primordial de casi todos los conflictos de la historia.

    Notable mi querido amigo. Espero que pronto podamos disfrutar de vuestro libro.

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  7. Más expuestos que nunca a la teoría del caos, señor Gayol.

    Su escrito da en el clavo respecto a este estado de incertidumbre de la humanidad completa.

    Muy asertivo.

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  8. Gracias, amigos, saberse leído por varias personas sinceras, me da la esperanza de que el hombre puede encontrar sus pasos, en un sendero más seguro y al menos, diferente. Un abrazo para todos, Manuel

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  9. Seguir a delante a pesar de semejante panorama es el desafío que hace que valga la pena vivir.

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