El misterio de la fe

LILYMETH MENA -.

El hombre que gritaba sobre la acera anunciando a todos que el juicio final está cerca, y que debemos abrazarnos al arrepentimiento para salvar nuestras almas; se acercó a mi y a boca de jarro me pregunto -¿Y tú hermana, ya encontraste al señor?. No le respondí palabra por que nada vino a mí. Miré de reojo sobre mi hombro su mano sucia de uñas largas y amarillentas, como garras de animal. Un animal que come carne.

Nunca nadie me dijo que al señor se le tenía que buscar.

Tal vez por eso nunca hemos formado ningún vínculo, a él le gusta jugar a “las escondidas” y yo soy pésima buscando.

Quizá la pereza sea mi pecado y no la falta de fe.

Quizá todavía exista esperanza para mi alma encochambrada.

Pero no, hum…ahora que recuerdo, hace muchos años lo busqué. Me gustaba entrar a cuanta iglesia se atravesaba en mi camino, me sentaba frente al altar principal y esperaba. Esperaba alguna señal sencilla, un movimiento, un sonido, no se, algún mensaje celestial. Leí la biblia, el antiguo y el nuevo testamento. Me aprendí de memoria los salmos que me parecían más interesantes para poder discutirlos con los testigos de Jehová cuando llamaban a mi puerta los domingos. Me imaginé que en algún punto de mi lectura descubriría el secreto, el misterio, y me inundaría de adentro hacia afuera ese fervor que solo conocía por anécdotas ajenas. Encontré parábolas que ciertamente me hicieron pensar y realizarme muchas preguntas, pero nunca en el sentido en que esos libros deseaban que uno se las formulara. Así que luego de varios años de insistencia y de infinidad de discusiones acaloradas con cuanto evangelizador tocaba a mi puerta, me di por vencida. 

Nunca recibí señal o mensaje alguno. Jamás vislumbré el misterio.

Tampoco sentí el frenesí interno que debe sentir el que adora, miraba aquellas imágenes y figuras que son blanco de devoción pero a mi se me antojaban vacías, no me transmitían ni amor, ni desdén. Sus ojos claros y sus manos tan perfectas me resultaban genuinamente indiferentes. 

Entonces comprendí que no había nada más que hacer.

Nada más que buscar.

Desde entonces vivo una vida simple pero llena de perdón, no un perdón divino comprado con penitencias y alabanzas, sino un perdón propio que aunque no lo parezca es mucho más difícil de ganar.

Vivo una vida sin aspiraciones para después de la muerte, aunque en ocasiones me invade la idea de que este cuerpo es solo un envase para lo que hay dentro. Unos esperan que al morir se vayan al cielo, otros le temen al inferno. 

A mi me gustaría ser abono para plantas. 

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10 Comentarios

  1. Anónimo21/5/11

    aquel que te cuenta acerca del camino, no te sabra guiar a el, algunos veran el milagro ante sus ojos mientras las aguas se abren para horas despues dejar de creer y tomar un nuevo icono. el enviado llegara y les dira que lo que hacen esta mal, que entendieron mal el mensaje, que la estructura no es necesaria sino la cooperacion y el amor al projimo, tal atentado a sus creencias los volvera ciegos y sordos. Y que si dios ya viven en mi y mis actos? y que pasa cuando me vuelvo el director de mi vida y decido dedicarla a acciones virtuosas y honradas? respuestas, reponder juntos, mi vida es un acertijo cargando con rompimientos y penas, escuchar, sufrir, confiar hasta mañana. en un momento que escapa de la tierra vida brota y aun asi en un mismo momento que escapa la hoja cae del arbol, en ese mismo momento debo vivir, morir y saber.

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  2. Amén.. Estoy con vos Lilymeth !! Muy de acuerdo, muy en declarada fiaca y decidida a no dejarme atropellar.

    Saludos!

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  3. ...Abono para las plantas...
    Pero se puede desear otro destino mejor, más elevado a pesar de lo enterrado que es en apariencia? Ser alimento indispensable para una hermosa vida a la que ayudamos a crear con nuestra propia desaparición.
    ¡Sublime! ¿Cabe mayor humanidad que desear ser savia de planta cuando dejemos de ser "alma de ser humano? ¿Es posible una catarsis mejor?
    Me apunto a tu plan Lilymeth, y al paraíso que le vayan dando...
    Un abrazo.

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  4. Eduardo Antonio Hope Worrell22/5/11

    Gracias, Lilymeth, por tu reflexión.

    Cada partícula elemental es un guiño 'divino'. ¿Qué significa 'divino'? En término último, lo 'luminoso' y su sombra, ambas cualidades interiores. Así, los astros en la noche, parpadeando su misterio a ojos alzados, escrutando perplejos y desbordados. Lo mismo que ocurre con los flechazos de amor, los orgasmos, los nacimientos, las tormentas, los terremotos y la ira destructiva del ser humano. 'Dios' siempre ha sido todos y cualesquiera de muchos principios elementales.

    No cabe duda de que nuestros antepasados no sólo nos han transmitido una herencia cultural y genética, sino que también han aportado al sedimento sobre el que obramos, construimos nuestras viviendas y cultivamos nuestro sustento. No cabe duda de que seguiremos esta inquebrantable tradición, ya que somos aire, agua y polvo.

    "Es menester labrar nuestra huerta"-- Cándido o el optimismo (Voltaire).

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  5. ¿Abono para plantas? Muy acertado, Lilymeth. A unos les tocará el privilegio de estar en un invernadero y a otros, la mayoría, acompañar a la maleza regada con agua de alcantarillas y desagües.
    Hasta que a uno de los brotes se le ocurra exclamar:
    ¡Malezas del mundo, uníos!

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  6. Anónimo22/5/11

    Entre más nos valoramos como mujeres y hombres, como seres humanos, menos necesitamos ese conjunto de mentiras para mantenernos vivos, señora Lilymeth. Somos mucho más que esas farsas.
    Muy buen escrito.
    José Luis

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  7. Los jazmines y margaritas se sentirán felices con tus nutrientes renovando sus vidas, Lilymeth.
    Mi desilusión al respecto fue muy temprana. No hay un antes ni un después. Somos esto que tenemos, y que es mucho. Aprovechémoslo al máximo y no permitamos que otros nos digan cómo aprovecharlo.
    Hasta Stephen Hawking afirma hoy que las religiones,con su conjunto de mentiras y manipulaciones del pensamiento,no son más que el alimento de los cobardes, que no son capaces de asumir su propia vida y su propia muerte.

    Me sumo a tu deseo, aunque yo quiero alimentar a los encinos y castaños.

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  8. Anónimo24/5/11

    Nunca recibió ninguna señal, porque no había nada que recibir. A las mentes lúcidas no le llegan mensajes de la nada.
    El opio de los pueblos sigue más fortificado que nunca en el rincón de la estupidez de las personas, señorita Lilymeth.
    Es increíble cómo nos condiciona la vida, incluso a los que no queremos comulgar con toda esa basura.
    Buen relato
    Saludos
    Ash

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  9. Isaac Rosas1/6/11

    Para mayores argumentos sobre el tema deberías ver "7 historias o la toronja está sobre la mesa" de Morris Panych, dirigida por Alejandro Velis. Se presenta de miércoles a sábado a las 7 de la tarde y los domingos a las 6 en el Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes; Churubusco y Tlalpan. Entrada libre.

    De verdad me estoy volviendo fan tuyo.

    Isaac Rosas

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  10. Interesantes reflexiones. Muy de acuerdo contigo.

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