Asignatura pendiente

Por Concha Pelayo

Tras pasar por el Arco de Marina Doria, Julia siempre mira a su derecha donde está la casa de un antiguo amigo de infancia y adolescencia. Su amigo se fue a otro lugar pero la casa sigue ocupada por sus padres. Al cabo de unos años, el padre murió y a partir de entonces, era la madre la única ocupante. Han sido muchas veces las que Julia ha pasado por allí pero nunca se atrevió a acercarse y preguntar. Julia era algo mayor que su amigo pero eso no impedía que entre los dos hubiera cierta complicidad y una gran amistad. Se hacían confidencias y se miraban de manera muy especial. Secretamente el amigo de Julia siempre había estado enamorado de ella. Lo sabía porque se lo había confesado la madre de su amigo a la suya, que eran amigas, pero él nunca se atrevió a decírseo. Julia, aunque tenía novio se sentía atraída por su amigo. Pasó el tiempo, pasaron los años y Julia se casó y su amigo se casó también y ambos tuvieron hijos.

Julia y su amigo no han vuelto a verse pero Julia se acuerda siempre de él cuando pasa por el Arco de Marina Doria. Hace apenas unos días, Julia se acercó a la casa y llamó a la puerta, pero al momento se dio cuenta de que la casa estaba abandonada. Las ventanas cerradas a cal y canto, el polvo y la suciedad se habían acumulado sobre las persianas y la puerta. Los cristales sucios. Parecía estar vacía desde hacía mucho tiempo pero Julia no había reparado en ello. Llamó a la puerta de una vecina y la informaron. La dueña, la madre de su amigo, había sido ingresada en una residencia y sus hijos no habían vuelto a aparecer por allí. Se llevaron a la madre, casi, sin despedirse. 

Julia se fue decepcionada. Pese a que han pasado muchos años, existe una llamita de pasión en su interior que pugna por avivarse. Además, ahora ya ha superado, en parte, sus prejuicios. Nunca hubo un beso, nunca un roce de manos, nunca nada de nada. En una ocasión estuvieron a punto de besarse. Hallábanse sentados, uno junto a otro en casa de unos amigos y hablaban, como siempre, de todo, mirándose a los ojos, con una mirada de esas que hacía que el mundo se acabara en aquella mirada. Apenas se apercibían de lo que decían, ni reparaban en sus palabras. Sólo sus miradas, erigiéndose con una fuerza sublime, eran las protagonistas del momento. Sentían los latidos de su corazón mientras sus bocas las separaban apenas dos centímetros. Dos centímetros, una eternidad. De pronto, alguien irrumpió en la sala y se separaron azarados. Nunca más volvieron a tener ocasión de repetir la escena. Nunca hablaron del asunto y nunca se dijeron nada. Claro, se lo habían dicho todo con aquella mirada, con la proximidad de sus bocas.

Han pasado muchos años como digo, pero Julia recuerda la escena con nitidez e imagina, lo sabe, que su amigo la recuerda de la misma forma. 

Julia ha intentado encontrar a su amigo por internet, pero no ha obtenido resultados. Julia es consciente de que hay, entre los dos, una asignatura pendiente por resolver.

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9 Comentarios

  1. Hay llamitas que nunca se apagan, mi querida Concha.
    Un relato bello y proustiano, con pasaje en primera clase al infinito.

    Abrazos.

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  2. Por más que novios y maridos se ofendan o espantesn, se quiere a todos. Se quiere en el recuerdo a los que fueron y al que es. Quere reavivar el fuego es muy peligroso, estamos al borde del engaño.

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  3. Anónimo7/6/11

    Jorge, efectivamente, el pasaje de ese paisaje iba directamente al infinito.

    He encontrado estos labios y los sustituto por el paisaje. Con tu permiso.

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  4. Hay que saldar todas las cuentas en tiempo y forma. Si se las aplza mucho tiempo se deja sin pagar, no corresponde irles detrás. Hey que echarle arena a las brasas semiprendidas para que no se produxca un feroz incendio, consejo de asador.

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  5. Anónimo7/6/11

    Jandri, Julia es viuda. Y como dice Gemán hay que saldar cuentas.

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  6. Anónimo7/6/11

    Quizá sea mejor dejar pendiente lo que así estaba, quizá no...
    La tentación de hacer realidad lo que fue siempre una ilusión, un tal vez, está latente siempre en la vida, nos ha pasado a todos.
    Pero a veces, es la ilusión, la posibilidad, la promesa que nos alienta y nos mantiene vivos en los momentos en que se nos desmorona y se nos gasta la realidad.
    Pienso que si sólo me quedara una ilusión como ésa la dejaría pendiente...

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  7. Demosle una última oportunidad al pendiente aunque estemos ocupados, no está bueno vivir con algo que hacer, juntando dudas. Si hay que cambiar adelante porque la vida es una sola.

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  8. Enigmáticos labios que deben susurrar hartas palabras de amor. Eso imagino.

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  9. Hay que concretar en tiempo y forma, si no se puede se vuelve a intentar aunque haya pasado mucho tiempo. Total, qué más se puede perder que el tiempo. Sólo se vive una vez.-

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