Del gris perla al gris marengo

JESÚS CHAMALI -.

Desde luego que si hay un color que defina a la clase política es el gris. Tal vez porque ser éste un color neutro que combina con todos los demás colores sin que su resultado sea chocante.

Sí, ciertamente es también un color apagado y algo tristón, pero es sin duda el que mejor refleja una clase y un oficio como ese, donde lo que ayer era verdad absoluta, hoy es simplemente una propuesta relativa. ¡Cosas de la vida!

Y si hay un político en España que refleje especialmente lo anterior ese fue Manuel Fraga, fallecido hace pocos días.

En España existe la costumbre de denostar a una persona cuando está viva y elogiarla cuando ésta fallece. Es como si una mal entendida caballerosa norma de educación borrara de un plumazo los puntos oscuros de su biografía al morir la persona y sólo resaltase los puntos claros del personaje.

Algo así está ocurriendo con Manuel Fraga.

Es cierto que si miramos toda una vida -y más si ésta es tan dilatada como fue la de Fraga- comprobamos que nada es completamente blanco o negro; que de hecho, la vida en sí es una sucesión de tonos de grises que van del gris plata al gris marengo, pero no es menos cierto que, siendo la memoria selectiva, no podemos olvidar simplemente por el hecho de que esa persona muera, partes de su biografía. Y más si ésta es tan marcada como la de Manuel Fraga.

Así, como partes de color gris plata podemos señalar su talante más aperturista dentro de un mundo cerrado como fue el de la dictadura del General Franco. Pero ser aperturista no significa en absoluto ser un santo varón. Sí , es cierto, a él se debe una excelente gestión del Ministerio de Información y Turismo que sirvió para que la España rural y empobrecida de la post guerra -etapa que llegó a los años cincuenta largos del siglo XX- diera el salto económico y se posicionara como destino turístico acuñando eslóganes como el de "Spain is different" 

También se puede calificar de gris plata que acabara con la ley de censura previa que asfixiaba a la prensa, a la radio y a la única televisión que existía en esos años. Y sin duda, se puede y se debe encuadrar en ese gris plata su inestimable colaboración para que España tuviera una Constitución democrática después del franquismo siendo él mismo uno de los ponentes conocidos como Padres de la Constitución y aglutinado tras su figura a toda la derecha más conservadora del momento bajo las siglas de Alianza Popular, germen del actual Partido Popular.

Pero también es innegable que su biografía posee tonos de gris tan oscuro que casi es negro. Esos puntos gris marengo son la justificación continuada del régimen franquista, especialmente en la campaña "25 años de Paz", hecha para conmemorar los 25 años de la dictadura del General Franco, los comentarios despectivos sobre Julián Grimau, dirigente comunista fusilado en 1963 por defender sus idea y un estado más social a pesar de la campaña internacional para salvarle la vida, o su famosa frase "la calle es mía" cuando dirigía el Ministerio de Gobernación del Gobierno de Arias Navarro, -ya muerto Franco- ante el intento de manifestación del 1º de mayo, al que se opuso radicalmente.

Una de las contradicciones -algunos dirán de las evoluciones de un tono a otro de gris- fue su postura y la de Alianza Popular sobre las autonomías. Pasó de negarse a que éstas fueran algo más que una mínima descentralización de los órganos políticos del Estado, especialmente en los casos de Cataluña y Euskadi, a gobernar durante 15 años la Comunidad Autónoma Gallega.

Fraga fue el eterno segundón, el eterno Jefe de la Oposición, el eterno candidato a Presidente del Gobierno antes y durante la transición, salvo en la etapa de Presidente autonómico. Sin embargo, tras su muerte, parece que su altura política -y sobre todo moral- se ha visto agigantada, mientras que en algunos medios, sobre todo en los de corte conservador, se ha producido una curiosa amnesia y parece que Fraga nació cara a la vida pública justo cuando lo hizo la democracia en España, borrando de un plumazo los tonos marengos de su biografía.

Es lo que tiene estar muerto...

Publicar un comentario

5 Comentarios

  1. Una excelente reflexión sobre la política y sus maneras, Sr. Chamali. Es una gran verdad eso de que cuando alguien muere, de golpe deja de ser esa persona malcarada e incómoda que era en vida para ser casi un angelito.
    Ha sido un placer leerle.

    ResponderEliminar
  2. Tras la muerte de Fraga y el mismo encausamiento judicial contra Garzón, se vuelven a avivar las fogatas de odio de una España dividida. Es cierto que todo es gris, que la vida sólo puede mirarse a través de los matices. Como sea, sabemos que la historia oficial, la predominante, la que se impartirá en los colegios e institutos no hará justicia, no pondrá las cosas en su sitio, sino que teñirá de verdades ambiguas, interesadas, una forma de ver el mundo. La forma de los grupos poderosos.

    Un fuerte abrazo, mi amigo.

    ResponderEliminar
  3. Muy buena reseña, amigo. Una razón más para pensar en las similitudes. Dos países ahogados de capitalismo esperando la salvación en el perro del hortelano... Fraga tiene hoy sus herederos vestidos de ropaje de demócratas y a ver si no se ahogan con la corbata...

    Un abrazo, amigo Jesús.

    ResponderEliminar
  4. Claudio, con trajes hechos a medida (y pagados con sobornos y "regalitos" de "amigos del alma"), con corbatas de pura seda de Hermes, y con camisas de algodón egipcio, éstos no se ahogan ni con el calor, que tienen aire acondicionado hasta en los retretes.

    ResponderEliminar
  5. El gris les sienta, los identifica a la clase política como el negro a los que los eligen cuando toman conciencia de lo mal que resultó todo. Muy buena exposición, reflexión y todo. Da para un analisis de conciencia propia y ajena.

    ResponderEliminar