Simona Manzaneda

Por Pablo Cingolani







Sucede, siempre sucede
Casi como si nada pudiese alterar la calma, el silencio
La perfección de la vega, el rumor del río, una estrella temprana
Que se me aparece Simona Manzaneda
Afanosa como vizcacha, ni brisa ni viento: ella
Yendo y viniendo desde Mecapaca

Siento esa presencia
Como si cada piedra la recordase, la agasajase
Yendo y viniendo la chola
Llevando revolución en sus alforjas
Humintas para los rebeldes y un sueño
Un sueño que aún no terminamos de forjar: nuestro sueño de patria

Sucede, a mi me sucede
Que yo la vuelvo a ver a Simona
Yendo y viniendo, aconteciendo
Caballo que a su paso agrega libertad y no sombra
Jineta que en su pecho nos ampara, nos guía
Y a los pájaros que se criaron con ella, allá adentro, en Mecapaca

Es así el amor que le tengo a este Río Abajo
Nació una tarde cuando sentí por primera vez
Que Simona Manzaneda no estaba ausente
Estaba ahí, bajo un sauce, sentada en su piedra
Donde descansaba de tantas guerras
Del pasado, el presente y el porvenir

Estaba ahí Simona Manzaneda, y yo la vi
Sabiendo que nada es vano si es apasionado
Y la libertad de estos valles bien valió la pena
Y la libertad que nos legó es algo sagrado
Son esas laderas las que nos volvieron dignos
Las montañas donde ella comulgó con el destino

Y Simona Manzaneda iba y venía por estos horizontes
Como si cada piedra la amparase; cada casa, su fortaleza
Tejiendo esperanzas, cabalgando arenas
Y yo la vi tan sólo a ella en la flor de un cactus
Y el cactus me dice –abajando la voz, tan solo a mí
La memoria es lo más lindo que tiene el valle
La memoria lo vuelve todo más bello

Este valle, Pablo, me dice grave el cactus
Es la memoria de todos nosotros
Es la memoria de encrucijadas de Tahuapalca
La memoria de sed y sol y espanto en Huayhuasi
La memoria de Simona, yendo y viniendo desde Mecapaca
                                   Yendo y viniendo hacia la libertad.


Pablo Cingolani
Río Abajo, 22 de marzo de 2012

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3 Comentarios

  1. El grito libertario de Simona quedó resonando para siempre en Mecapaca.

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  2. Raúl de la Puente28/3/12

    Quedo asombrado con la fuerza expresiva de sus palabras, señor Cingolani. La tierra respira en elocuentes tonos poéticos.

    Saludos

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  3. Buen poema, tuve que mirar quién era la señora en cuestión para que me acaba de cerrar. Excelente

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