El amor de mi vida

LILYMETH MENA -.

A las seis de la mañana sin falta la campana de tu despertador suena escandalosamente. Yo me voy levantando y estirando al mismo tiempo en el que tú te vas quitando la pijama para meterte a la ducha. Junto a la pata de la cama cae la camiseta y la ropa interior impregnada de tu aroma; porque hueles ¿sabes? Por mucho que te talles, te perfumes y te embadurnes, hueles, tienes una esencia única que podría distinguir en medio de una multitud. “No hay como un baño caliente para comenzar el día” sueles decirme con tu sonrisa pícara y coqueta. Siempre he respetado tu hora del baño, por eso en lo que escucho como comienzas a enjabonarte, como te lavas el cabello y te enjuagas todo el cuerpo, me voy a la cocina a tomar un poco de agua. Esta mañana el repartidor ha entregado el periódico demasiado temprano, lo deslizó por debajo de la puerta y no estoy seguro de haberlo escuchado, le echo un vistazo por encima y me asomo a la ventana, el lechero aún no llega.

Aunque sé que te enojas conmigo me como el pastel de carne que quedó en el plato de anoche sobre la mesa. Apuro los mordiscos antes de que salgas de bañarte y me regañes, casi me atraganto; no me gusta cuando me hablas fuerte. Eres tan bonita cuando estás contenta. Cuando caminas por las habitaciones cantando y haciendo tus cosas, meneando ese diminuto vestido verde limón por todos los rincones de la casa, ese vestido que no oculta nada.


Sales del baño envuelta en una toalla secándote el cabello, yo finjo, hago como que estoy demasiado entretenido en mis cosas como para estarte fisgoneando, pero me encanta mirar como subes una pierna en la silla del tocador para ponerte crema y luego subes la otra. Eres tan meticulosa que has escogido la ropa que te pondrás desde anoche. No salgo de la recámara hasta que te has puesto las medias y has terminado de abrochar tus sandalias. A veces cuando me da la impresión de que te has ido molesta conmigo, me quedo con un sentimiento raro todo el día. Cuando oscurece me asomo insistentemente a la ventana esperando a que vuelvas. Necesito mirarte para sentir que todo está bien. Mucha gente dice que el tiempo y la costumbre terminan por matar el amor, yo nunca me he cansado de mirarte, de andar detrás de tu olor, de besar tus pies, jamás he dejado de sentirme nervioso cuando sé que estás por volver a casa, aún me tiemblan las rodillas de emoción cuando te veo entrar por la puerta cargando tu portafolios y las bolsas de la despensa.

Creo que eres el amor de mi vida.

Pones las bolsas como puedes sobre la mesa, salen rodando algunas manzanas, quitas las llaves de la puerta y mirándome dices con tu dulce vos “¡Hola, hermoso!”.

Yo me siento tan feliz de volver a verte que el corazón se sale de mi cuerpo y muevo mi rabo como la hélice de un helicóptero.


 Hocho, mi salchicha

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7 Comentarios

  1. Me dejé llevar por la dulzura y el romanticismo de la descripción. Sin duda, expresábase mucho amor y admiración y necesidad del otro. Hasta que caí en la cuenta de que era la voz del señor Hocho.
    Genial mi querida Lilymeth.

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  2. Juana20/4/12

    Sorprendente perrito. Gran historia.
    Saludos.

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  3. Perfecto, hermoso. Sorprendente! Mi fin de semana será a pura sonrisa después de leer esto ¿tanto así? Sí!!

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  4. Anónimo21/4/12

    Salchicha perro sabio aunque tiene mirada triste muy hermosa historia gracias

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  5. Adorei.. Me encantó y se lo leí a mi mamá. Ella se rió y aseguró que su perro casi hijo está enamorado de mí y que esas cosas pasan, que los perros "sienten". No sé, no sé.. si me quiere especialmente, la verdad es que me encanta su amistad y compañía. Me imagino lo quee vos sentís. Me encantó ♥

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  6. Muy lindo el texto, los animales, son nuestros compañeros incondicionales, la verdad que en un instante al comienzo del relato me puse en el lugar de este Hocho sin saber que se trataba de el, y luego lo envidie, claro esta que si hubiese sido un humano lo habría envidiado de igual forma. muchos cariños.

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  7. Me remitió a unos cuentos del Negro Fontanarrosa,(ahora no recuerdo el título) en donde los protagonistas son de raza canina,a la manera de los perros cervantinos,te acuerdas:El coloquio de los perros; claro en Cervantes son dos pícaros: Cipión y Berganza que guardan el Hospital de la Resurrección de Valladolid y se ponen a contar sus andanzas; aquí está magistralmente también ese juego seductor entre el narrador ,los personajes y el lector o lectora que hacen que uno no pueda distinguir entre la naturaleza humana o animal...hasta en este caso al final.Excelente!.
    -(Ah ya medio ganas de buscar esos relatos del rosarino...).-

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