Balada de los azares


Por Pablo Cingolani

Te vi, maldito, buscándome, entre las nieves de los cerros
Los brujos que me enseñaron que jamás te reniegue y vos, tan fiero
Me enseñaste, otra vez, que uno busca lo que encuentra
Y nunca es brisa, siempre es viento, y feroz, suicida a veces

Y lo demás, cada cosa, y todo también, es atroz, y nulo, y es olvido
Si no sabes cómo comulgar con la nada, y en la vida, con los ausentes dioses
Que sólo aparecen cuando estás dispuesto a que lo hagan
Por más nieve que te envuelva, por más destino que te acose, por más huella

Por más que nunca creas en lo que no crees, en casi nada, el sol
El sol que se levanta cada mañana, el sol que nace, como victoria nazca
Aunque vos no quieras, lo perfores, te perfore cual daga

El canto a ese sol, el silencio, la diosa de la bondad y de la tierra, está ahí, invicto
Sucede lo del fervor, eso que late, eso que es, en verdad, el mundo
El azar que lo manda todo, a cada instante, la eternidad y el jamás.


Pablo Cingolani
Río Abajo, 28 de julio de 2012

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