Sin deberla ni temerla

LILYMETH MENA -.

Yo dormía plácidamente en los brazos de mi madre, los rayos del sol se colaban tenuemente por una enorme ventana llena de colores, me sentía contento y protegido. Súbitamente un par de rudas manos comenzaron a desvestirme; sus torpes intentos por desabotonar mis ropas y dejar mi pecho al descubierto terminaron por arrebatarme la tranquilidad. No pude evitar las lágrimas cuando sentí en mi piel lo helado y un roce húmedo que me incomodaba.

Aunque mi madre intentaba en silencio transmitirme su paz a través del lazo dorado que nos unía, un chorro inesperado de agua fría me llovía en la cabeza mojándome casi hasta el cuello.

La sensación era insoportable y ya no me sostenían los brazos amados, sino que era yo suspendido en el aire sujetado únicamente por varias manos.

“…¿Renuncias al demonio y todas sus seducciones?... ¿Crees en Cristo y su hijo Jesús y en la santa madre iglesia?”

Una voz totalmente desconocida respondía en mi nombre: "Si, renuncio... si, creo".

Yo no sabía siquiera quienes eran el demonio o Jesús, lo que significaba seducciones, ni lo que era la iglesia; sin embargo, presentía que me estaban agregando a las filas de algo importante. Aún sin mi consentimiento, sin mi conocimiento.

Cuando todo esto terminó, mi madre me envolvió de nuevo entre sus cálidos brazos y un pequeño grupo de gente nos rodeó cantando “Aleluyas” que me sonaban a dulces susurros alegres y armoniosos, y que me devolvieron la calma.

Cuando subimos al auto y justo antes que me venciera por completo el sueño, alcancé a escuchar cómo mi padre decía: “Ahora ya puede dormir tranquilo, ya le hemos sacado el demonio que llevaba dentro”.

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5 Comentarios

  1. Anónimo2/8/12

    Mi querida Lily. No había leído nada más bello. Maravillosa la forma en que narras tu bautismo. Seguramente esa sensación es la que hemos sentido todos los fuimos bautizados por el rito católico. Me ha encantado, como me ha encantado esa preciosa foto con que ilustras el texto. Qué belleza y qué ternura. Un abrazo.

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  2. Siempre que veo las fotos de mi bautismo me recorre un ligero calosfrío por la espalda. De inmediato se me suelta una risa, casi una carcajada muy cínica que mi madre reprende con dureza. Me hace gracia verme tan gordita, tan peluda, tan ausente estando ahí. ¿Soy yo? Me miro en la foto como si me mirase en un espejo retrospectivo.. como siempre me pasa con los espejos.. no me reconozco. Si algo bueno salió de ese rito no sé.

    Divertido relato Lilymeth, un gran abrazo.

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  3. Divertido relato, no sé si intuitivamente autobiográfico. Como sea, parece que no basta con ese conjuro para espantar a Lucifer.

    Mi experiencia debió ser muy similar, tenía un mes, en pleno invierno, y un cura español que medía dos metros me roció con esa agua bendita que más bien estaba maldita.

    Me hizo recordar la novela "La última canción de Manuel Sendero" de Ariel Dorfman, donde los bebés nonatos inician una huelga mundial y se resisten a nacer hasta que las sociedades no satisfagan sus demandas.

    Un gusto leerte, Lilymeth.

    Abrazos.

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  4. Me ha encantado tu relato. Muy creativo. Por cierto, yo también debí pasarla, pero todos mis hijos se libraron...

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  5. Cuando tuve conciencia de que esto de una religión es una opción le pregunté a mis padres por qué no me preguntaron. Es costumbre, me dijeron y no pude juzgarlos porque se que me quieren y no lo hicieron por mal. Ahora que estoy al mando de mi misma, hago como quiero.
    Entretenida historia. Saludos

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