"Paisaje urbano" hace las maletas



ENCARNA MORÍN -.

Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.
(Joaquín Sabina)


Volvemos a tener una tarde veraniega. Por más que corre el calendario la temperatura no baja de treinta grados, pese a que ya está avanzado septiembre. El almanaque no quiere entender que se han terminado las vacaciones. La playa y el calorcito son una tentación, pero ahora toca la vuelta al trabajo, madrugones, atascos mañaneros, y una apretada e inhumana agenda diaria.

Cae la noche y la mayoría de los urbanitas están ocultos tras sus ventanas, con las luces apagadas. Nos recogemos todos a una hora razonable. El cansancio me lleva a cerrar el ordenador. Son más de las doce, mi insomnio se ha vuelto persistente. El cuerpo se resiste a acatar los horarios impuestos. Lo de dormir y levantarse a cualquier hora es más divertido...

En el edificio de enfrente, con la luz prendida, se encuentra el hermoso cuerpo masculino bronceado, moviéndose por toda la habitación. Irresistible la tentación de observarle. No necesito moverme de mi escritorio. Su casa es como un gigantesco escaparate en mitad de la noche. Ahora tiene cara y una abundante mata de pelo negro azabache. Además, no le sobra ni un milímetro de grasa. La visión es perfecta, el espejo del armario muestra su cuerpo por detrás, mientras él se mueve de frente. Debe frecuentar playas nudistas porque su broceado es parejo.

Al tiempo que deambula en su hábitat, deduzco que es alguien muy ordenado, no hay nada fuera de su sitio. Es una estancia cálida y blanca. Muebles claros, cabezal de mimbre diseñado de forma muy curiosa, a modo de cañas trenzadas de forma asimétrica, y lacado en blanco; mesilla de noche con farolillo y hasta la colcha de su cama, sobre la que reposa la maleta, es también blanca.

Se mueve entre dos piezas contiguas, ambas iluminadas, justo frente a mi ventana. Trae y lleva cosas. Después de ordenar meticulosamente su ropa, guarda un portátil gris y unos documentos, que repasa con extrema atención. Una de las hojas del armario espejado está entreabierta y muestra un orden estricto. Alineados en el estante superior están los pantalones, en la mitad de abajo las camisas.

Pero sobre todo, es tan natural este hermoso cuerpo bronceado y perfecto... Es más…si él anda a su bola con tanta soltura, no tiene sentido que estemos corriendo las cortinas todo el tiempo. ¿Por qué no andar desnudos por la propia casa? Que mire quien quiera, si quiere mirar.

La imaginación es libre, así que he supuesto que haría un viaje nocturno. Pero esta mañana muy temprano, sus estores estaban parcialmente bajados, y la tenue lamparilla de la mesa de noche estaba prendida. Una silueta en la cama indica que ahora descansa. Siempre está solo en su espacio.

Cae de nuevo la noche y todo vuelve a estar a oscuras. Hasta empiezo a echar de menos al ocupante de la cama impoluta. Sin duda se ha ido de viaje. El paisaje nocturno ha perdido su encanto. Pero volverá…confío en ello. Las cortinas están cerradas en el salón y los estores bajados en el dormitorio, aunque se puede divisar la cama perfectamente hecha.

Ni por asomo se imaginará que al otro lado de la calle, alguien le extraña. Me viene a la memoria un libro que compré hace muchos años solo porque me deslumbró el título: “Toda la casa era una ventana”.


Fotografía: Kristhóval Tacoronte.

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5 Comentarios

  1. Luisa López17/9/12

    Fantásticamente narrado, me encantó.
    busqué la primera parte y le hace honor. Descubrí todos sus textos y quedé super engachada. Desde Córdoba Capital le envío mis saludos y felicitaciones a todos por el blog.

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  2. Anónimo17/9/12

    La inevitable tentación de fisgonear! Es imposible evitar esa tentación. Muy bueno, saludos!

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  3. Con su belleza y su silencio y la despreocupación por sus cortinas, el vecino ya ocupa un lugar en la vida de otra persona.

    Nada más nuestro que el paisaje que vemos cada día. Si algo de pronto no está es como si nos cortaran un cedro centenario.

    Me hizo recordar la pelicula No amarás, de Krzysztof Kieślowski, donde la vida de un joven polaco empieza a girar en torno a la misteriosa mujer que habita justo frente a su ventana. Las vivencias de ella pasan a tener una relevancia enorme en la vida del joven hasta llegar a un punto en que sólo vive para contemplarla.
    Lo demás no lo cuento. Es una buena película.

    Hace un tiempo, y creo que ya lo he contado, tuve mi propio delirio frente a la ventana de una actriz cubana que ensayaba desnuda frente a su espejo.

    Excelente narración, querida Encarna.

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  4. Me pareció que era un texto al que le faltaba "alma"... pero cuanto acontece es real. La realidad a menudo supera a la ficción. Sigue de viaje el vecino de enfrente. Ni una arruga en su cama. Desde aquel día su luz no se prende...

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  5. Me encantó, lo leo y lo recomiendo por ahí. Que sus letras vuelen y lleguen a donde sea, sé que lo disfrutarían en cualquier parte.

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