Lo que me enseñó la montaña


Por Pablo Cingolani
 
A Hugo Berríos

Tres cosas aprendí en la montaña
Tres piedras recogí en mi mochila: la fe, la voluntad, el aguante

Si no tienes fe, nada es posible
La vida es fe, sólo fe, en un destino, una causa, una cima
Es la fe, la que te hace llegar a la cumbre
Es la fe, la que construye apachetas, piedra sobre piedra
Es la fe, la que mueve montañas, piedra contra piedra

Sin fe, jamás amarás; sin fe, jamás las amarías
Es el vacío infinito, es el no estar, no sentir, no saber
Sin fe, no hay nada

Sin voluntad que la respire y la siembre, no hay fe
La voluntad es la estructura de la fe, la voluntad es esa clase de fe y por dónde camina y va, se forja la esperanza
Es el impulso por el que te despertás cada mañana, por lo cual reís en aludes y te sentís feliz cuando amanece
Es la catapulta y el arco: vos sos la flecha

Vos sos lo que mueve esa voluntad hecha fe, vos sos la esperanza
Vos sos vos, y sólo vos, sólo con esa voluntad, con esa fe y con tu pueblo y con ese anhelar de victoria y de justicia que nos junta a todos

La voluntad es esa determinación de selva y montaña y guerrilla y amor que no cesa
Que no se apaga ni mengua, sin grietas y sin abismos, hasta que te acabas

La tercera piedra hallada en la montaña y en la vida
—y esto debería ser así hasta morir, hasta que te mueres, hasta que te mueras, hasta que te mueran—
Se llama aguante, se llama resistencia, se llama en suma la vida misma
Es la química de la fe y la voluntad vuelta vida: fe + voluntad = resistencia

Hay que resistir a las decepciones, sobre todo a ellas, así hables todas las lenguas, las de los hombres y las de los ángeles
Hay que resistir, como nos iluminó Vallejo, a los heraldos negros, a los macabros mensajeros de lo que no te deja vivir
Hay que resistir a no querer resistir, a querer rendirse, a perder la fe en la sal y en los pobres, que son lo mismo; a la voluntad, querer sepultarla

Hay que aguantar nomás, hay que aguantarse nomás, de pie y de frente, si llueve mucho y te quiere ahogar, si truena tanto que te da miedo, si nos despoja el viento de camisa y de carpa

Esto nos hace libres, esto nos procura mas fe y más intacta, esto nos inspira, esto nos alienta, eso es la poesía, la sangre de los compañeros vuelta poema

Resistir como la montaña resiste, resistir como el liquen resiste, como las ballenas de los océanos del mundo que no se rinden; como la piedra que se aguanta el sol que la calienta, al sol que la resquebraja todo lo que puede, todo lo que debe, pero si la piedra no resistiese, no sería piedra. Yo quiero un mundo así, para todos así

Un mundo así de justo, un mundo así de bello
Donde las piedras son piedras nomás porque resisten
Porque la voluntad las hace piedras cada día
Y la fe en la piedra, en ser piedras, es invencible.


Pablo Cingolani
Río Abajo, 29 de diciembre de 2012
 
Fotografía: Montaña Illimani. Cordillera Real, Bolivia.

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2 Comentarios

  1. La mirada hace al mundo, y el mundo nuestro es, por efecto de esto mismo, más grande que diez mil planetas Jupiter.

    Respecto a lo que significa aguantar, resistir, tener fe en la inmortalidad de nuestra respiración, recordé un fragmento del poeta chileno Pablo de Rokha:

    "Bueno es que el hombre aguante, le digo",
    así le digo al esqueleto cuando se me anda quedando atrás,
    refunfuñando,
    y le pego un puntapié en las costillas".

    Un abrazo afectuoso, amigo Pablo.

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  2. Anónimo3/1/13

    Ud aprende de la montaña, yo desde el llano aprendo de leerlo a ud. Un texto preciso y precioso. Saludos :)

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