Proyecto Epistolar II

GONZALO LEÓN -.

Queridísimo amigo:

Definitivamente ha empezado la época de calor, como decían esas viejas. El aire acondicionado del departamento funciona para esta época, me advirtió el dueño, un viejo (y choto) bailarín de tango, pero en invierno tendré que aguantar los días de frío. Bueno, el alquiler es bastante barato por esas condiciones. Lo malo es que me adapto mucho mejor al calor que al frío. No es necesario explicarte más. Tú sabes a lo que me refiero. Otra cosa diferente aquí que allá es mi rutina. ¿No lo vas a creer, pero me cuesta un mundo tomar la decisión de ducharme, hacerlo y vestirme? A veces, todo este trámite me toma horas, incluso un día entero, otras veces un par de horas. Algo me retiene en calzoncillos y remera (como acá le dicen a la polera). Aunque lo más curioso es la manera en que comienza el día: bebo un vaso de soda, luego entro al baño, y mientras hago mis necesidades (tú sabes, defeco), enciendo el notebook y me pongo a contestar mails, a chatear, a actualizar mi estado en Facebook, a tuitear idioteces, hasta que se me duerme la pierna derecha (no sé por qué siempre es la misma pierna, ¿te acuerdas antes cuando te contaba que cuando me sentaba en el baño se me dormía la nalga derecha? Bueno ahora se me duerme esa pierna) y de ahí me preparo el desayuno, que consiste en mucho jugo de pomelo rosado con naranja y miel, plátano con yogurt descremado con avena y galletitas sin colesterol desmenuzadas, para rematar con una taza de té.

Cuando tomo el desayuno enciendo la tele y veo un programa de farándula, partidos de fútbol ya emitidos, noticias policías en Crónica TV, capítulos ya vistos de La ley y el orden. Enseguida lavo lo que ensucié y me siento en un puf rosa a mirar la biblioteca que me compré: imagino los libros que podría tener ahí y las lecturas que podrían reemplazar aquella mañana televisiva. Tú sabes que me gusta leer. Y si bien aquí los libros son más baratos que en Chile, mis decisiones económicas han sido erráticas, es decir en vez de tener primero los libros me compré esta costosa biblioteca, bueno no tanto, pero sí fuera de mis posibilidades que coloqué dentro por… No sé bien por qué. Con esto te darás cuenta de que eso de que tenía libros apilados por todas partes era una mentira. Bueno, después de mirar la biblioteca y de imaginar lecturas, quedo como ido y eso me hace tomar la decisión de ducharme y a los pocos minutos la de no ducharme, elijo la ropa, descarto la ropa, y así me llevo horas. Todo esto termina habitualmente cerca del mediodía cuando sin muchas ganas ingreso al baño y… Por suerte acá la gente tiene varios horarios de trabajo: en la mañana, en la tarde y en la noche. Para mi portera y para los vecinos, yo trabajo en la segunda jornada, aunque perfectamente podría hacerlo en la primera. Disculpa por aburrirte con mi rutina, sé que tienes bastante con la tuya, pero algo me motivó a detallarla; otras cosas que hago, como la masturbación y el afeitado en la ducha, las dejo a tu imaginación. Ah, me dicen que aparte de las colaboraciones que estoy haciendo podría salir algo más acá y en Chile, lo que estaría muy bien, ¿no crees? Podría comprarme libros y dejar de contemplar la vacía biblioteca y así empezaría la jornada más temprano. Bueno, ojalá todo salga bien, cruza los dedos, tú y tu familia. En la semana que viene voy a ver la posibilidad de llamarte, ¿te parece? Como extravié tu número celular, la única alternativa es encontrarte en casa; si tengo suerte, serás el primero en saberlo.


(Publicado originalmente en el blog del autor)

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2 Comentarios

  1. Leer una carta ajena no es muy distinto a ver una película o un reality show. Buscamos mirar la interioridad de las personas, su ámbito más íntimo.

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  2. Tengo la costumbre de hacer cartas largas e intimistas, suelo agonizar frente a una hoja en blanco con rayitas azules o ante el espacio blanco infinito de un mail. Luego del "enviar" sucede la liberación y el olvido. Me he contado, ya soy otra.

    Muy interesante su jornada, muy bien narrada.

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