Carta a don Jorge

JUAN PABLO JIMÉNEZ -.

“Lo palpable lo mórbido
el conco fondo ardido
los tanturbios”
(Oliverio Girondo)

Estaba viendo “La Historia Oficial” y me preguntaba qué habrá sido de muchos de los bebés desaparecidos en la dictadura argentina. Y me acordé de usted, don Jorge.

El silencio otorga fue lo primero que se me vino a la mente. Perdone, es que soy muy desconfiado. Siempre cuento los vueltos y a las putas les pido certificado de sanidad. Le trato de decir que no le creo mucho eso de andar en colectivo. Lo suyo es andar en limusine, con mucho oro colgando. No me venga con cosas.

Además siento, con todo respeto, que usted germinó de una improvisación. Después de la estrategia aquella del pastor alemán de aducir dolor de huesos, ceguera e incontinencia urinaria, lo único claro en todo esto era que había que levantar polvo de alguna manera para llamar la atención.

Quiero pedirle que no exista más pobreza, que me gane el Loto, que se terminen las guerras y que deje a los homosexuales hacer lo que les venga en gana.

Usted no me representa, don Jorge. Pero debo respetar que represente a un puñado de anestesiados del planeta. Ha dado buenos dividendos esto del dogma después de 2013 años. Esto de esconder los apócrifos cobra cierto sentido.

¿Qué hará con los curas que penetran anos de niños? No me diga que los va a remover de parroquia en parroquia como lo hizo don JP. Acuérdese que ahora hay internet, youtube, cámaras escondidas. La gente estamos menos tontos. Nos es un poquito más fácil que antes discernir.

Yo no quiero que usted sabiendo que el obispo x violador de pendejos sigue haciendo misa y no mueva un dedo por remediar la situación.

No creo en usted ni en su institución demoledora de almas. Pero me veo en el derecho de exigirle, como ciudadano que cumple medianamente con sus deberes cívicos, que usted y su institución sean coherentes a ese mensaje que acomodaron a partir de la labia de Jesús.

No nos veamos las caras, don Jorge. Usted y yo sabemos que todo esto se trata de poder, político, mediático, económico. Mientras tanto hay que decirle algo a las viejas pechoñas los domingos en la misa del mediodía.

No me diga. Yo sé cuáles son sus cuestionamientos: ¿Cómo hacemos para no seguir perdiendo adeptos? ¿Qué inventamos ahora para que los medios nos den cobertura? ¿Qué pomada le vendo a Latinoamérica? ¿Qué estrategia ocupo para limpiar la sangre que tengo en las manos?

Fácil. Párese en el balcón, ponga cara piadosa, mueva levemente la mano derecha como una miss universo, hable lento y como si se estuviera lamentando, opine pocas veces pero opine, trate de hacerse el moderno diciendo cosas como que el infierno no existe y ponga en el tapete el debate de si los curas deben ser casados aun sabiendo que eso no lo cambiarán.

No se preocupe porque decenas de miles de ciegos todos los domingos estarán de punto fijo escuchando su misa aunque allá atrás no se oiga ni mierda. Sume a estos unos millones de cándidos que lo siguen por televisión y asunto arreglado.

En realidad debo decirle que me hago nulas esperanzas en usted. Las cosas seguirán su curso, con pequeñas variaciones para tranquilizar al vulgo. Pero ojo: no se queje después. Se han pasado siglos tapando el sol con un pelo.

Quiero dejarle en claro que yo no soy imbécil y que hay muchos más que tampoco son imbéciles. Que creemos que lo que ustedes intentan sostener es algo parecido a una mafia, a una cofradía macabra.

De ustedes sí podría decir que hacen conspiración. A ese trote la llama se les seguirá extinguiendo.

Que los curas se casen, o seguirán penetrando a niños jodiéndoles el resto de la vida. Suelten las verdades escondidas. En una de esas sacan mejores dividendos. Ustedes saben lo que es sacar cuentas con calculadora y encerrados en paredes forradas con terciopelo.

Me acordé del chiste del judío que le dice a un chileno en el Vaticano: “¡Aquí esta la papa…!”, “no”, le dice el chileno, “está EL papa”… “no… la papa… comenzaron en un pesebre y mira cómo están ahora!”, respondió el judío.

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