La virgen de Monte Chingolo

EDUARDO MOLARO -.

/ Del Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús

En un mundo que reclama un milagro (o apenas una pestaña que aletee destellos de magia en los párpados de un Universo perversamente racional) hubo una vez un muchacho lanusense que se topó con una aparición que le cambiaría su vida.

Es el caso de Florentino Umpierrez, habitante de Monte Chingolo.

Es necesario decir desde el vamos que Florentino no creía en nada. Los curas le inspiraban una secreta repugnancia y sólo entraba a la Iglesia con la intención de levantarse a Miriam, una piba que cantaba en el coro.

Pero parece que una tarde, regresando de la cancha de Lanús –y luego de haber puteado a todos los dioses de todas las mitologías por el mal resultado que tuvo el Granate aquella tarde- se subió al colectivo 526. Sabido es que ese espectral colectivo suele ser una puerta dimensional entre varios Universos paralelos, motivo por el cual no debe impresionarnos lo que luego ocurrió.

Cuenta la historia que al bajarse del ómnibus en la abandonada estación de Monte Chingolo, miró hacia el viejo andén de la misma y creyó visualizar frente a las viejas boleterías una imagen de mujer. Pero no era una imagen común. Digámoslo de una vez por todas: Florentino, a pesar de su ateísmo, creyó ver a la Virgen. Al principio dudó de los efectos de la caña Legui en su organismo, pero luego se acercó sigilosamente entre los pastizales de las oxidadas vías para quitarse toda duda. Y allí estaba. Los ojos de Florentino observaban la imagen misma de María. Según cuentan, la imagen le sonrió y luego desapareció.

Florentino llegó a su barrio y dudó un poco antes de contarle lo ocurrido a sus amigos. Todos se quedaron en silencio. Un aire extrañamente incontaminado pareció envolverlos por unos segundos. Finalmente, el Universo puso las cosas en orden rompiendo el silencio desde la voz del tucumano Lucero que en una estruendosa carcajada le espetó un filosófico: ¨¡Dejá de chupar, chabón!¨

Sin embargo, algunos de sus amigos prefirieron creer que aquello era una señal. Fue así que Farías y Ledo acompañaron a Florentino a la vieja estación. Después de varias horas de espera - y cuando el desánimo los inspiraba a marcharse de allí– un destello sobrevino en el ruinoso andén, seguido de una difusa imagen que parecía temblar con el viento o estremecerse como la señal de los viejos televisores en blanco y negro.

¨¡Mové la antena, Florentino!¨- dijo Ledo, en una temblorosa humorada que era más hija del estupor que de su sarcasmo.

Algunos dicen que la imagen les habló y les pidió que construyesen una capilla allí. La leyenda dice que Florentino y sus amigos fueron ante las autoridades eclesiásticas de la zona sin obtener mayores resultados que unas risotadas altisonantes y escépticas. También dice que volvieron al lugar de la aparición y le explicaron a la marianista imagen que los obispos no creyeron en ninguna de las palabras que Florentino y sus amigos les contaron. Dicen que María se encogió de hombros, exhaló un bufido, una puteada en arameo y desapareció para siempre.

Pero más allá de la incredulidad de muchos (entre quienes incluiría a este cronista) quién más nos hizo conocer esta leyenda fue el injustamente célebre poeta Edmundo Morales, ateo y amigo personal de Florentino, quien en su libro Yo nunca vi nada, pero… nos dejaba algunas sombras más sobre estos hechos que jamás vieron la luz.

¨Toda mi vida (e incluso mi muerte) me he dedicado a buscar explicaciones racionales a todas las cosas, a excepción de la poesía. Sin embargo, todavía no he logrado encontrar explicaciones que me ayuden a entender algunos fenómenos como por qué nos duele tanto el amor o cómo hacen los perros para saber que va a llover o quién carajo le avisó al marido de esta mina que yo estaba aquí.

Sepan, no obstante, que aquellas incertidumbres no me torturan. No está mal dejar en manos del Universo algunas cosas que el azar puede regalarnos.

Estoy en condiciones de asegurar que aquella aparición fue real. NO es que yo la haya visto; no es que yo tenga fe en esas cosas. No creo ni en vírgenes ni en dioses. Pero sí creo con fervor devocional en mis amigos. Y si Florentino vio la virgen, es porque la virgen estuvo allí.

Ojalá los obispos creyeran un poco más en lo que profesan como yo sí creo en lo que me cuentan mis amigos¨
.

Y a lo mejor el poeta no estaba tan errado en su cosmogónica mirada. Es probable que quienes abundamos en explicaciones racionales encontremos cierto regocijo intelectual en ello, pero también es posible que cada tanto un vacío existencial nos esté pidiendo a gritos creer en algo más que en silogismos y complicados métodos de la razón.

Acaso el amor sea nuestra forma más profunda de fe y racionalizarlo sería nuestro peor error.

Por eso, mientras intentamos escudriñar el Manual del Usuario del Universo y buscamos todas las respuestas en nuestros razonamientos, no está nada mal –por si acaso– echar una mirada cada tanto al andén de la vieja estación.

A lo mejor algún día un prodigio viene a decirnos que estábamos equivocados.

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16 Comentarios

  1. Si lo dice un amigo, hay que creerlo. Eso me gustó mucho.

    Buena historia, amigo Edu.

    Un abrazo grande

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  2. Ser o no ser, tal vez estar y quizás creer. Interesante propuesta esa la de creer, sinceramente me cuesta mucho pues tengo tendencia a ponerlo todo en duda y nunca salirme de ese estadío. No encuentro en esta vida muchas certezas y los que intentan abogar por algunas tienen argumentos tan flojos que ni me molesto en tomármelos en serio. Me cuesta creer en los chismes, los cuentos, las noticias y ni hablar de las divagaciones de los amigos (as). Soy una incrédula, lo siento. Aún así me encantó este relato.
    Abrazos.

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    1. Las mujeres no tienen amigas, siempre son eventuales contrincantes esperando el momento de saltarse a la yugular :D

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    2. Escribo desde mi fe por las metáforas, mi esperanza en un adjetivo que pueda sonarte a susurro, mi ilusión de qué no se trata de creer o no.
      No creo en Dios por decisión intelectual, sino porque así lo siento. Sospecho que la fe religiosa no debe ser argumentada como tampoco debe explicarse el ateísmo.
      Y uno escribe también desde otros corazones. Uno es una Instamatic de ¨culo inquieto¨.

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  3. Me encantó, te pasaste Edu!! Sos un groso.
    A mis amigos les creo hasta las alucinaciones, eso no está en discusión.
    Abrazos :)

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    1. Gracias, Ale! No está mal creerle a los amigos. Yo prefiero que me quieran. A lo mejor ese afecto logre que alguno pueda creerme.
      Besote

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  4. Anónimo31/3/13

    Los hombres ven vírgenes por todos lados, están diseñados biológicamente para detectarlas y acecharlas. Las buscan por necesidad y cuando ya está cumplido el deseo-pedido ni se acuerdan de dejarle una florcita en su día. Ah........ siempre pasa así.
    :)))) Muy buen historia Edu. Abrazos :)))

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    1. Algo de eso debe haber, Sofi! Supongo que cuando dices ¨hombres¨te refieres a la estirpe y no al género.
      Y te digo esto mientras juntos todas las flores que pueda a la espera de encontrar algún prodigio al que pueda ofrendárselas.

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    2. Anónimo29/5/13

      obviamente se refiere al género masculine y no a la estirpe, pues, al menos yo no conozco a muchas mujeres que, en cuanto a vírgenes se refiere, se dediquen a "detectarLAS y acecharLAS"; si es que hay alguna mujer que aceche vírgenes. El intercambio de uds. arriba me parece de otro siglo, ni siquiera del XX. ¿Es que en sus respectivos países queda algún/alguna virgen después del bachillerato? Los jóvenes de hoy, ellos y ellas, se deshacen de su virginidad en cuanto pueden, generalmente en fiestas con alcohol y droga, y se mueren de la risa de ello; no le dan mayor importancia; a la semana están con otra persona y por eso hay epidemia de venéreas, embarazos, abortos, etc. Eduardo, la verdad es que resulta enternecedora la imagen tuya recogiendo flores en espera de un prodigio, pero es más probable que encuentres un unicornio que una virgin, a menos que seas un adolescente musculoso guapo y con dinero. En fin que veo que mis paisanos latinos siguen en el XIX mentalmente. Dichosos uds

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    3. Piru. Debo aclararte que la historia versa sobre una virgen como una entidad

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    4. Piru. Debo aclararte que la historia versa sobre una virgen como una entidad

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  5. LUIS2/4/13

    La vida misma es un continuo "mirar al andén de la vieja estación", tal vez algo suceda.
    Echaba de menos sus escritos amigo Eduardo. Muy bueno este relato.
    Saludos

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    1. Hola, amigo Luis! Muy bello su comentario! Eso de que ¨la vida misma es mirar al andén ¨es tan bello como ampliamente aplicable. Uno puede mirar hacía allí con los ojos melancólicos del tren que ya pasó o con la esperanza del que vendrá ( En este caso ni eso. La vieja estación de MOnte Chingolo pertenece a un tren que ya no corre más )

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  6. Anónimo29/5/13

    En la tradición dieciochesca de "Lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta el Peru", la Virgen de Cocharcas: "Pasando el puente se entra en la provincia de Andaguaylas, que toda se compone de eminencias, barrancos y quebradas calientes, a donde están los cañaverales y trapiches que aprovechan algunas lomadas. Parece que los dueños de estas haciendas son personas de poca economía, o que las haciendas, en la realidad, no se costean, porque a los cañaverales llaman engañaverales y a los trapiches trampiches. Todo este país, como el de Abancay, a excepción de algunos altos, es muy caliente y frondoso, y pasando por él me dijo el visitador, señalándome un elevado cerro, que a su falda estaba el memorable templo dedicado a la Santísima Virgen en su Soberana Imagen nombrada de Cocharcas, cuyo origen tenía de que pasando por allí un devoto peregrino con esta efigie, como tienen de costumbre muchos paisanos míos, se le hizo tan intolerable su peso que le agobió, y dando cuenta a los eclesiásticos y hacendados de la provincia, se declaró por milagroso [346] el excesivo peso, como quedaba a entender el sagrado bulto que quería hacer allí su mansión. Desde luego que en aquella devota gente hizo una gran impresión el suceso, porque se labró en la planicie del primer descenso una magnífica iglesia, que fuera impropia en un desierto, para una simple devoción. Al mismo tiempo se formó una gran plaza rodeada de tiendas y en el medio se puso una fuente de agua, que sólo mana en tiempo de la feria, que se hace desde el día del Dulce Nombre de María hasta finalizar su octava, cuatro días antes y cuatro después, adonde concurren todos los guamanguinos, indios, cuzqueños y de las provincias circunvecinas, y muchas veces distantes. Toda esta buena gente concurre a celebrar el octavario a competencia, y además del costo de la iglesia, que es grande, hay por las noches de la víspera y el día grandes iluminaciones de fuegos naturales y artificiales."

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  7. Qué maravillosa cita, Pirugenia! Muchas gracias por compartirla!

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