*Venus y Adonis*, Shakespeare y el Príncipe de las Tinieblas.

RICARDO MENA -.

La razón de por qué el primer poema de William Shakespeare es archi-ignorado por la crítica stratfordiana tiene la más fácil de las explicaciones: al ser el primer poema de Shakespeare, publicado en 1593, su perfección y brillantez suponen una anomalía para alguien venido de Stratford apenas dos o tres años antes (ca. 1588-9). Que Venus y Adonis sea entendido como el poema de un aprendiz que está comenzando su carrera, sería lo mismo que interpretar el soneto de Góngora, escrito en 1593, “Árbol, de cuyos ramos fortunados,” como la obra de un poeta aprendiz llegado unos años antes de Chiclana a la ciudad de Córdoba, habiendo pasado su juventud chiclanera en tareas tan instructivas como la caza del pichón o la pesca de sardinas del estrecho. El genio puede ser genial pero no pasar por alto años de lecturas y preparación, ensayo y error, nos dice correctamente el doctor Johnson en la introducción a su edición de las obras de Shakespeare. Consúltese la genialidad de Mozart junto con sus años de estudio y preparación constantes, pues Mozart fue un 'Wunderkind', un niño prodigio, pero nunca dejó de estudiar y formarse para llegar a componer, finalmente, Las Bodas de Fígaro o la Sinfonía Júpiter, obras maestras que se corresponden por su calidad artística con este perfectísimo epilio satírico-burlesco al que nos enfrentamos. Si este poema es “el primer heredero de mi invención,” como dice el nuevo poeta, esa invención nueva no hace referencia al poema, sino al nuevo seudónimo utilizado por el cortesano oculto tras la máscara. Y si bien se dice que creer que Shakespeare fue un seudónimo implicaría creer en una conspiración, no se olvide la alternativa, pues creer que su inmensa obra fue debida a Shakspere de Stratford implica creer en milagros.

Si nos fijamos en la cronología ad hoc de las obras del dramaturgo confeccionada por los stratfordianos debido a su ingenuidad a la hora de tragarse el cebo de la cortina de humo (pues Shakspere de Stratford es la cortina de humo que Ben Jonson diseñó por orden de los “incomparables hermanos” Herbert para el Primer Folio de 1623), veremos que por estos años se dice que escribió sus primeras obras como La Doma de la Furia, Dos Hidalgos de Verona o La Comedia de los Errores. Para cualquier persona familiarizada con la poesía inglesa, esto es una barbaridad del tamaño de la galaxia de Andrómeda, dado que el verso de Venus y Adonis (sextetos heroicos rimados ABABCC) está a mil millas náuticas de distancia en perfección y maestría del verso blanco ramplón que vemos en estas primerizas obras dramáticas. Algo está podrido en Dinamarca, Horacio.

Para todos aquellos lectores de habla hispana que no se hayan acercado a este poema aún, les ofrecemos un resumen del mismo, indicándoles previamente dos cosas. Primero, que este poema no es una traducción del mito de Ovidio, sino una versión muy libre del autor inglés; para empezar, aquí Venus es retratada como vieja mientras Adonis es un niño, cuando en la versión de Ovidio ambos son adultos; y segundo, que a la reina Isabel I, envejecida en 1593 a todas luces (había una prohibición oficial para todos aquellos que quisieran insinuar que la reina estaba envejecida y podía morir: su virginidad e inmortalidad se imponían desde arriba, como vemos), se la conocía y llamaba por los poetas de su reino como Venus, Cintia, Diana o Gloriana.

El poema está compuesto de 199 estrofas de seis versos endecasílabos en origen (pentámetros yámbicos para la métrica inglesa) rimados ABABCC, lo que hace un total de 1.194 versos. Su sonoridad es tan exquisita, perfecta y satírica como la gongorina Fábula de Píramo y Tisbe. Poesía de nivel Alpha Centauri, nada menos. Mi pobre traducción al español no puede dar una idea, siquiera lejana, de la ductilidad y sonoridad del verso shakespeariano con el que nos enfrentamos. Consúltese el original y léase en alto, con gusto, despacio, paladeando cada verso como debe hacerse al declamar la Fábula de Polifemo y Galatea.

Adonis cabalga a primera hora de la mañana con el fin de practicar la caza del jabalí cuando es dado el alto por Venus, la “mal pensante” Venus, que le dice que gobierne su caballo y se quede con ella, que si lo hace “mil melosos secretos conocerá.” Pero el joven no cae en la trampa de los secretos que se le prometen por parar su caballo, de modo que la diosa del amor, viendo que solo la fuerza puede con el niño, en un ataque de deseo, se abalanza sobre él, lo tira del caballo y lo abraza violentamente, forzándolo a que se esté quieto o, de lo contrario, lo amenaza Venus, “tus labios jamás se abrirán.” Lo ha intentado comprar antes; ahora, lo amenaza con la muerte si no se deja llevar. Este es el comienzo del poema y no puede ser más satírico y más tétrico.

Al joven se le saltan las lágrimas por esta humillación, patalea, le dice que “ella es inmodesta, la culpa de sus males, y lo que sigue ella lo mata con un beso.” A continuación el poeta nos regala un símil para el acoso sexual que se sucede con rapidez (vv. 55-60):


Como un águila hambrienta, cayendo rápido,
Desgarrando con su pico plumas, carne y huesos,

Agitando sus alas, devorando todo a su paso,

Hasta que bien el hartazgo termine o la presa desaparezca;

Tal que así ella besa su frente, sus mejillas, su barbilla,

Y cuando termina empieza otra vez de nuevo.


Él está llorando y pataleando bajo ella, que le dice que todo acabará si le da un beso. El joven alza su frente pero, regugnado, la esconde de nuevo. Ella grita que no es vieja, ni fea, ni tiene arrugas, que el dios de la guerra Marte la deseó con pasión, de modo que ¿por qué él no? Ella le dice que no se preocupe por si alguien los ve jugar así (vv. 124-126):


Sé listo y juega, nuestro juego no está a la vista:
Estas violetas de venas azules donde nos tumbamos
Nunca podrán chismorrear, ni saber lo que decimos.


Las venas azules hacen mención a la sangre azul de ambos personajes. No te preocupes, parece decirle la reina del amor, somos de sangre azul y nadie ni ningún cortesano que nos vea aquí tumbados jugar como jugamos, dirá nada sobre esto. Sigue con su retórica para convencerlo a que le entregue su virginidad, apelando a que, aunque adolescente, ya es un hombre suficientemente preparado para hacer el amor con ella (vv. 127-132):


La suave primavera sobre tus tentadores labios
Te muestra inmaduro, pero que aun así puedes ser saboreado.

Haz uso del tiempo, no pierdas la oportunidad;


La belleza en tu interior no debe ser malgastada:


Las bellas flores que no se recogen en su mejor momento


Se corrompen y consumen a sí mismas en poco tiempo.


El siguiente recurso que utiliza consiste en exponer la mejor de las razones que se esgrimen entre los monarcas de casas dinásticas en peligro de desaparecer, pues la reina del amor le dice al joven que se entregue a ella porque así es la ley, utilizando la misma palabra (“increase”, incremento) que luego utilizará el poeta para convencer a Southampton en sus Sonetos de 1609 de que debe procrear y tener descendientes para que “la belleza de la Rosa” (palabra capitalizada y en cursiva en el Quarto original de 1609) de los Tudor “nunca muera” (soneto 1). Dice Venus al joven Adonis (vv. 171-176):


¿Sobre el incremento de la tierra por qué te alimentas,

Sino para que la tierra con tu incremento sea alimentada?

Por ley de la naturaleza tú estás destinado a procrear,


Para que el tiempo viva cuando tú mismo estés muerto;


Y así a pesar de tu muerte tú sobrevivirás,


En cuanto uno parecido a ti habrás dejado con vida.


Adonis dice que no (“¿qué joven en su sano juicio no daría la mano por hacer el amor con la diosa del amor?,” señala Charles Beauclerk en Shakespeare's Lost Kingdom, obra maestra oxfordiana de 2010). Ella apela entonces a la piedad, a que tenga compasión de ella; el joven se zafa de su abrazo, intenta huir, pero su caballo ha visto a una yegua y se lanza a la carrera para copular con ella, lo cual hace en una descripción de deseo animal que sirve como erótica comparación para la pasión (depredación, violación) sexual de Venus sobre Adonis que ocurrirá luego. Ella se desmaya. Él se asusta, la intenta reanimar poniendo su boca en la suya. Ella despierta y pide más, mucho más que ese beso de reanimación. Él le suplica como un hijo a su madre enloquecida lo haría (vv. 523-525):


'Bella reina,' dijo él, 'si algún amor me debes,
Mide mi extrañeza con mis inmaduros años:


Antes de que yo me conozca, no busques conocerme;


Se ha hecho de noche, el sol ha desaparecido y Adonis no tiene ya el caballo para huir, de modo que ella le vuelve a abrazar, le dice que le dé un beso de despedida, de buenas noches. Adonis no tiene otra salida y se lo da. Entonces ella se aprovecha y toma más que este beso de buenas noches de él. La violación de Adonis (en correspondencia con la violación de Lucrecia un año después) se produce ahora, abusando de su confianza y minoría de edad (vv. 559-563):


Sofocado, desmayado y agotado, con ella abrazándolo fuerte,
Como un pájaro salvaje siendo domesticado con mano dura,

(…)

Él ahora obedece, y ahora ya más no se resiste,


Mientras ella toma todo lo que puede, no todo lo que quiere.


Ella, satisfecha, deja que Adonis se vaya, pero conforme lo hace le pregunta cuándo se volverán a ver. El joven dice que mañana irá a cazar al jabalí. Venus se horroriza y le dice cuán peligroso puede ser eso para su vida. Adonis le dice que le deje irse, que ella, la reina del amor, no debe hablarle de amor a él, ni aconsejarle nada, porque ella no sabe siquiera qué es el amor, puesto que solo conoce la lujuria (actitud propia de una hija de Enrique VIII). El joven se marcha. Temiendo su indiscreción y lo que el joven pueda decir a otros sobre lo ocurrido, ordenará al jabalí del bosque de Diana (la diosa virgen y casta con la que también era representada Isabel I, esto es, su imagen pública u oficial) que le cierre la boca y acabe con su vida. La sangre de Adonis, no obstante, se metamorfosea en una flor-niño púrpura (color de la realeza) que la diosa del amor Venus se llevará lejos para esconderla y que nadie los vea entonces, justo como Isabel I desaparecía de la corte de Londres en numerosas ocasiones para “descansar” de sus ataques de “melancolía” de los que nada se dice en los registros históricos de la época, debidamente depurados por el secretario de Estado William Cecil, nuestro Corambis-Polonius como vemos en Hamlet (el lema de Cecil era 'Cor Unum, via una', 'Un corazón, una vía').

Esta flor-niño púrpura es especial (el poema estaba dedicado por el poeta al conde de Southampton). Venus se la coloca en el pecho y le dice, mientras huye para no ser vista (vv. 1.183-1.194):


Aquí estaba la cama de tu padre, aquí en mi pecho;
Tú eres el siguiente en sangre, y este es tu derecho:

(…)

Así cansada del mundo, lejos huye ella,


Y enyuga sus plateadas palomas; por cuya ligera ayuda


Su dueña, montada, a través de los vacíos cielos


En su luminosa carroza rápidamente es llevada;


Manteniendo su curso hacia Pafos, donde la reina


Pretende esconderse y no ser vista.


El cortesano Góngora dijo sobre sus poesías de arte mayor en referencia a las muchas críticas sobre su oscuridad, que la miel no estaba hecha para la boca del asno, y que si se las estudiaba bien, se vería su sentido oculto. De igual forma, el poeta cortesano que se hace llamar, por primera vez ante el público en 1593 (aunque llevaba años dominando su arte, como vemos por este poema), Shakespeare, Agitalanza, escribe en la portada de Venus y Adonis este código de entrada, esta advertencia a todo lector ingenuo extraída de los Amores de Ovidio y cuya traducción del latín original al español podría quedar así:


Que el vulgo admire las cosas vulgares; en cuanto a mí, que Apolo

Llene mi copa de las fuentes de Castalia.


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8 Comentarios

  1. Qué alegría poder leerte por acá también, qué gusto poder contarte entre los autores de plumas que es un sitio que procura reunir a los mejores siempre. Tu aporte siempre será agradecido, apreciado y celebrado, gracias Ricardo.
    Abrazos y te estamos leyendo.

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  2. Anónimo16/4/13

    "No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande." WS

    Grande Mena y Shakespeare!

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  3. Bienvenida la erudición y lucidez que tan bien maneja, mi amigo. Un fuerte abrazo. Plumas se refuerza.

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  4. Anónimo19/4/13

    Adonis proviene del Tamuz semita y tiene parentesco con el Atunis etrusco. Fue un culto exclusivamente femenino y las mujeres lo lloraban con "excesos" como dijo uno. Yo entiendo a Adonis como una figura masculina pero no amenazadora: la del joven que es inexperto y por lo tanto pasivo en el acto amoroso, se deja hacer, para gran disfrute de la mujer. Y no, no es que prefiera a los hombres jóvenes, no tan jóvenes.

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    1. Anónimo11/7/13

      la verdad es que el salto de Venus que desmonta del caballo a Adonis parece tan castálico y de sangre Azul como el de cualquier serrana del arcipreste; tampoco ayuda mucho lo del chico "llorando y pataleando" y es poco sublime el verso "Nunca podrán chismorrear"; pero bueno, se ve que Apolo no me ha iluminado. Me quedo confundida. Leí el poema en inglés y desde luego es un derroche de preciosismo poético, pero a cada estrofa salen guiños del poeta: Venus dando el salto del tigre hecha toda garras sobre el pollito colorao de Adonis a quien quiere desplumar a toda costa; Venus sudando a través de innumerables estrofas por maniatar al muchachito a campo llano y bajo el sol del mediodía mientras Titón mira; imágenes de caballos y yeguas relinchando y sudando; alusión a montar y jinetear; más varios lugares communes de la mitología más bachilleresca y pedante. Este poema, genial, es como dices uno con reminescencias a las burlescas fábulas de Góngora. Me parece el poema algo así como un chiste privado entre poeta y destinatario. Y a pesar de esto, mantiene su exquisitez, más allá de la perfección de su estructura.

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  5. Incluso Bukowski, era un autodidacta a tiempo completo.

    Voy por este texto, estimado amigo.

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  6. Anónimo18/9/16

    Hay que compartir la grandeza
    https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1740602562858545&id=1739834806268654

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