Balada recobrada

Por Pablo Cingolani
 
Acaso después, otro día, mañana, pero ahora no que estoy escribiendo, me vuelva de nuevo nieve como la que andará danzando por las altas cumbres y lleno de luz y lleno de sombras, cargado de caballos y jinetes que yo huelo en la distancia sideral de la noche, de esta noche, de cualquier noche, me vaya con todos ellos —corceles, guerreros, espantos y alegrías— a vagar con el viento

Quizás, antes de enrumbar hacia el destino que nos merecemos o hacia donde haya que acudir por los cedros, por el deber de hacerlo, que en el fondo es igual, bebamos esa copa que nos prometimos, cuando cada cual, cada uno y cada quien hacía lo suyo, elevaba sus plegarias por su lado, todos atentos, todos fervor que batió las arenas y las banderas que jamás rendimos, que nunca se oxidarán

Tal vez, después de esa copa entre nieve y silencio y viento feroz pero viento nuestro, tal vez quisiéramos volver a casa, o tal vez no

Sucede, y acaso un día me vuelva hiedra en el muro para saberlo al revés, que uno que ha mirado la vida desde las montañas de Pelechuco arriba

Uno que teme y la ama a la Apacheta del Katantika

Uno que se llagó con la nieve y se quiere volver nieve otra vez

Porque uno sabe lo que es la nieve y lo que es el viento que vaga, pero le gusta

No tiene por qué arrepentirse de nada, como aquel soldado de las antiguas Chinas que libró mil batallas, que atravesó cien llanuras, que trepó cuarenta montañas y vagó cuarenta días por un desierto por donde lo perseguían los demonios y las dudas, y él sólo deseaba regresar a su lar y encender una vela de sebo de yak y luego lavar sus manos en el agua del arroyo y acariciar su cebada y mirar de nuevo sólo al horizonte del verano

Y a sus hijos que tal vez lo amaron o quien sabe

Sucede, supongo, que uno se bebe la copa del destino y se la aguanta nomás

Hasta cuando escribe

Y se vuelve viento, y se vuelve nieve, y nunca deja de ansiar esas estrellas sobre el Katantika, y esa canción que canta la soledad de saber que no hay tregua, o sentirse herido o invencible, pero jamás olvido, jamás la derrota de no arreciar, de no persistir, no resistir

Hasta lo imposible

Hasta lo inenarrable

Hasta que no puedas escribir

Resistir con el viento, resistir con la nieve, hasta que los ojos sangren

Hasta que no puedas más.


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