Bruno Parker, el Superhéroe de la calle Miguel Cané

EDUARDO MOLARO -.

/ Del Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús

La literatura mishia, no ajena a los clichés del Comic, lo describe como un personaje introvertido, más cercano a un monaguillo que al tipo que termina con la corbata en la frente en cada fiesta.

Bruno Parker vivía en Lanús Oeste, más precisamente en la calle Miguel Cané, a sólo unas cuadras del emblemático bar ¨El vómito¨. 

Desde niño cultivó la devoción por las revistas de aventuras: NIPUR Magnum, El Tony, D´artagnan y la revista Vosotras fueron material de enriquecimiento y fantasía en la tierna mente de Bruno.

Con el tiempo llegaron los Comics y allí comenzaron los problemas.

Exacerbado por las heroicas andanzas de los personajes de las historietas, Bruno comenzó a tejer un sueño, una loca ambición: Ser un superhéroe. Pero no un bombero o un policía, carnales héroes de algunos niños, sino un superhéroe con poderes sobrenaturales.

Muchas veces su madre lo salvo de los inevitables efectos que la electricidad produce en nuestra organización psico-física. Bruno metía los dedos en el enchufe con el berretín cósmico (por no decir Pelotudez) de que el shock eléctrico lo convirtiera en vaya a saber qué engendro mutante.

Pero nada de eso ocurrió. Lo malo es que Bruno nunca fue consciente de su condición de ser humano vulgar.

Sin embargo, había algunas misiones que podía cumplir con cierta dignidad como la de ayudar a las viejas a cruzar la avenida Pavón, incluso recurriendo a la violencia toda vez que las desagradecidas ancianas no tenía intención (ni necesidad alguna) de cruzar la atiborrada arteria.

Incluso, Bruno se consiguió una novia al sólo efecto de poder salvarla en alguna ocasión. Pero es muy difícil ser superhéroe si uno pasea con su novia por las calles de Monte Chingolo y se ofende cuando una patota le grita groserías a nuestra amada. Y aquí el resultado fue Obvio: Bruno terminó con dos costillas rotas, un ojo en compota, cuatro piezas dentales ausentes con aviso y con su novia tras los pasos de algún señor más prometedor. 

Pero él era un muchacho pertinaz.

En una ocasión intentó ayudar a los Bomberos de Lanús Oeste a extinguir un incendio en la Oficina del Correo, pero los voluntariosos servidores públicos terminaron sacándolo a patadas en el culo porque Bruno no hacía otra cosa que entorpecer sus tareas de salvataje.

Sin embargo, aquella botadura terminó proporcionándole algo parecido a la fama, cuando un cronista del diario ¨El pregón¨ lo fotografió en el preciso instante en que Bruno salía despedido por el aire de las oficinas incendiadas. Aquella foto fue Plana del periódico y al mercader de turno se le ocurrió titular la nota como "Un héroe volador protege a Lanús¨.

Durante un tiempo, entre sorprendido y orgulloso, Bruno caminó por la Avenida 9 de Julio recibiendo el saludo de los vecinos, los contadores y escribanos, y de aquellas señoritas para las que antes Bruno resultaba algo parecido al Hombre invisible. 

Dicen que hasta las viejas empezaron a dejarse cruzar la Avenida Pavón.

Incluso su novia intentó regresar con él.

Pero en Lanús la realidad, tarde o temprano, suele vencer cualquier intento de fantasía.

Envalentonado por algunas modestas gestas heroicas, Bruno redobló cualquier apuesta y juró ante todos que algún día detendría el paso de la locomotora del tren ¨El marplatense¨.

Fue así que una tarde, munido de una capa granate, la tapa de una olla a modo de escudo en una mano y la planilla con los horarios del ferrocarril en la otra, Bruno se paró sobre las vías esperando al desafío más importante de su vida.

Algunos vecinos piadosos le rogaron que se retirara de las vías, pero la mayoría (desde su morbosa condición) lo alentó a cumplir con su promesa. La verdad es que ni a piadosos ni a morbosos se les ocurrió siquiera bajar a las vías, tomarlo del brazo y sacarlo de allí. 

Cuando las primeras sombras abrigaron a la vieja estación, la locomotora gritó desde lo lejos. Sus luces ya no parecían una luciérnaga estática, sino un sol de noche para despertar a los borrachos en el camping.

Bruno movió la cabeza de un lado a otro, flexionó sus piernas y estiró sus brazos hacia el bólido rugiente que gritó una vez más, ya no a modo de advertencia sino de iracunda amenaza. 

Ahorraríamos imágenes si decimos que el tren lo pasó por arriba. 

Cien metros más adelante, la locomotora se detuvo. El maquinista miró hacia atrás tratando de entender qué carajo había pasado. Algunos, sin embargo, creyeron ver en él la mirada ensoberbecida del vencedor.

La cuestión es que si uno lo mira con ojos resultadistas, Bruno – efectivamente – logró que el tren se detuviera.

Pretenderíamos mucho si esperáramos que los bomberos, héroes queribles pero vulgares, reconocieran entre los restos a la criatura de selección que alguna vez sacaron a patadas de las incendiadas oficinas del correo.

Aunque, es justo decir, su madre apenas lo reconoció por la tapa de la olla que le faltaba en la cocina.

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11 Comentarios

  1. Definitivamente, era "un muchacho pertinaz..."

    Muy buena historia, querido amigo.

    Abrazos de fin de año.

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    1. Muchas gracias, querido amigo! Ha sido un placer estar aquí durante este 2013. Un gran abrazo y mis mejores deseos para lo que viene.

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  2. El novio o marido de ocasión siempre es el Hero de turno, sólo así se ama de verdad. Buena historia Eduuu :)

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  3. De acuerdo contigo Alejandrita, pero al extremo de pararse frente a una locomotora,¿no será demasiado?.
    Muy bueno su relato amigo Eduardo.

    Saludos

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  4. Recuerdo que mi hermano quería como tu noble personaje ser un héroe. Durante años lo trataron de persuadir y avivar hasta que por símismo asumió la triste realidad. Finalmente, mi querido Diego se entregó a su otro gusto: las calles y el divagar con la mirada muy lejos de todos los problemas cotidianos de la familia y las presiones por ambicionar "ser algo más", se convirtió en colectivero como el padre. ¿Que no fue ambicioso? Quiso ser héroe, para mi lo es y lo respeto por no resignarlo y convertirse en médico o empleado bancario. A cada quien lo suyo, yo admiro a los que soñaron lo improbable e imposible.
    Buenisimo Edu, abrazos.

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    1. Pero qué linda evocación la tuya, bellísima Lore! El mentado ¨Ser algo más ¨debería tener que ver con nuestra felicidad y no con lo que proponen los ¨macanudos ¨. Bien por diego, carajo!

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  5. Una Historia digna de un narrador atrapante. Me encantan tus personajes Eduardo y esa mezcla entre lo trágico y lo cómico, tan bien combinada.

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    1. Querida Encarna: Debo decir una vez más que tu caricia reviste un doble orgullo para mi. Agradezco tu generosidad y deseo que tengas una gran 2014.
      Un saludo muy afectuoso para todos.

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