El Illimani

Pablo Cingolani

A Gastón Ugalde
Cuando me siento absolutamente triste, definitivamente vencido, te contemplo y renazco
De tal modo que me asumo piedra de tu piedra y renazco
De una manera tan impensable y sensible es que me vuelvo agua de tus aguas, agua de tus glaciares
De una vez y para siempre es que sé que no me podré morir mientras vos no te mueras

Cuando veo que nada me refleja y es opaco el mundo en su incapacidad de traslucirse
Y en efecto las micas y los topacios se tasan en el mercado del precio y del despropósito, es cuando alzo la mirada y te veo
Desde esa forma tan particular que tienes para ampararnos y demostrarnos cada día
Lo que somos o lo que dejamos de ser, cada vez que lo padecimos o anhelamos

He aprendido a honrarte sin medida en el camino de la vida, esta vida
Que vivo a tu sombra, en tu luz, en tu desgarro
Te vivo y me socorres cada vez que necesito calor, silencio o fuerza, cada vez que necesito

Que una potencia infinita venga a acunarme, me diga dulces mentiras como me decía mi madre cuando era un niño
Me diga que el mundo es mío y me confiese también que el mundo es suyo, el mundo es tuyo, Illimani
Me diga que el mundo es de los dos, y aunque se vaya al carajo, lo seguiremos sufriendo igual, y hasta el final, lo seguiremos celebrando juntos.

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