Francis Bacon y los ayatollahs


CLAUDIO FERRUFINO-COQUEUGNIOT -.

Cuando hablamos de cultura asociamos el actual gobierno de Irán con ortodoxia. Igual que sus enemigos talibanes (y hermanos en religión pero no en secta) del vecino Afganistán, aunque no tan dramáticos, Irán se ha caracterizado por una sobriedad profética, austeridad de santos, caciques e imbéciles. A pesar de ello en Persia se ha desarrollado una escuela de cine. Las dificultades de producción no han impedido que surjan filmes de alto nivel internacional que sería largo enumerar.

Khomeini, el supremo ayatollah que destronó a otro fatídico tirano, Reza Pahlavi, puso precio a la cabeza del escritor Shalman Rushdie por haber osado interpretar las escrituras sagradas de manera diferente. Rushdie tuvo que ocultarse y de poco sirvieron las cartas de apoyo de la intelectualidad mundial, la de Vargas Llosa entre ellas, para aliviar su pánico. Después de eso la notoriedad del escritor declinó. De algún modo los religiosos ganaron, haciéndolo famoso por su "desviación" y ofuscando su en verdad excelente carrera literaria.

Hay un museo de arte contemporáneo en Teherán. Una de sus piezas únicas, ambicionada y celada por sus émulos occidentales, es un tríptico de Francis Bacon que fue vendido al shah el mismo año que fue pintado. Por supuesto que no está en exhibición sino archivado con otros cuadros excepcionales, uno de ellos un De Kooning por el cual un coleccionista ofreció ciento cinco millones de dólares que no se aceptaron. Pablo Picasso y Max Ernst se esconden en los sótanos iraníes. No puede un pintor como el irlandés Bacon y sus deformaciones ¿retratos? de la realidad caber en un espacio de fanáticos religiosos, musulmanes en este caso, pero podrían ser cristianos, animistas o... que todos son lo mismo.

El tríptico tuvo suerte de no ser destruido en la llamemos justificable debacle que sucedió al fin del imperio. Supervivencia que no le da el derecho de mostrarse en público. En lo personal no me adhiero al modo de vida baconiano ni a sus patéticos delirios sado-masoquistas, lo que no implica un ávido interés y sentimiento hacia su obra, reflejo angustioso del drama contemporáneo de vivir.

El tríptico será prestado para exhibirse en la Tate Gallery de Londres, que es la entidad que más obras de Francis Bacon posee. Luego volverá a la oscuridad de los áticos píos, al juicio inflexible e insano de la religión.


26/01/04
Publicado en Opinión (Cochabamba), enero, 2004
Imagen: El tríptico comprado por Farah Diba

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