A Homero Carvalho

PABLO CINGOLANI.-

Cuando andábamos desnudos por las calles
Cuando precisábamos de un plato de amistad
Una certeza que fuera tan fuerte como la revolución
Como la sangre y como los muertos

Cuando no tuvimos nada más que compartir
Que el sol de esa fraternidad que nos volvió invencibles
Cuando no teníamos más y más que esas noches
Para agasajar a la noche, sus lunas y sus poemas

Cuando creías que se acababa el mundo
Porque el mundo se acababa pues y se poblaba de sombras
Allí estabas vos, siempre estuviste, Homero

Homero, el movima, no el griego. El que siempre
Nos amparó con frazadas, con abrazos y con cantos
El que por siempre y para siempre nos regaló un cielo.

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