Para una poética de lo intuitivo

MANUEL GAYOL MECÍAS -. 

Lo intuitivo se puede constituir en una manera más del pensar, en una forma más de ver el mundo. No quiere decir esto que la intuición se convierta en el pensamiento propiamente dicho, y que todo aquello que se haga tenga que esperar por la orden de una idea intuitiva, no, sino del hecho de darle a la intuición la importancia que ha debido tener y que el exceso de racionalismo cartesiano frustró. Lo que se necesita entonces es darle todo el reconocimiento posible a esa idea (supuestamente inesperada) que viene de los más recónditos parajes del mundo invisible. 

En este sentido tendríamos que hablar de algo así como la intuitividad (la búsqueda de un acercamiento a una sistematización ex profesa, de pura intención, por querer decir cosas importantes del mundo mediante la intuición; de querer expresar la vida como intuición, además de entender y saber valerse de lo corpóreo) para poder “sentir” lo que se halla más allá de lo visible, porque también nuestra mente puede convertirse en filtro o criba de toda una gama de arquetipos, “representaciones, imágenes o esquemas congénitos con valor simbólico que forman parte del inconsciente colectivo”, esto en cuanto al aspecto psicológico de lo que nos puede decir, entre otras definiciones, el típico Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), que ya hemos citado7. Pero la intuitividad aún no está contemplada ni mucho menos reconocida como un término de la ciencia, la humanística o disciplina alguna probada. Simplemente obedece a mi inferencia de un discurso en busca de conexión entre el “entender” y el “sentir”, al tiempo que se convierte en potencialidad para establecer un deseo de significar una sistematización de la intuición; o mejor, de significar una “capacidad” para una posible sistematicidad del pensamiento.


Si la “poética” en la filología importa a manera de un “conjunto de principios o de reglas, explícitos o no, que observan un género literario o artístico, una escuela o un autor” (DRAE), entre varias acepciones, la intuitividad podría recorrer sus propios principios en cuanto a la potencialidad de lo intuitivo. Aquí sería el carácter de lo intuitivo como capacidad (en intento por constituirse en sistema) en función de un discurso a través de la palabra escrita o en términos más raramente concebidos como el de una expresión oral, independientemente de que se pueda usar en la pintura, el cine y la escultura, entre varias artes, excepto en algún otro tipo de arte que esté definido por un proceso productivo corpóreo, como es el de la arquitectura y el arte ingeniero de las edificaciones (aquí lo intuitivo vendría a ser, tal vez, a modo de un concepto a posteriori de obra total, que tendría que corroborarse en su comprobación matemática y física, digamos). 

En realidad, la intuitividad se caracterizaría como una poética de lo intuitivo, y de hecho, además de ser sistema estaría sostenida por toda una argamasa de sueños, ilusiones, deseos y, fundamentalmente, de “lo poético”. Y es de aquí (de lo poético) de donde parte “lo intuitivo” en su amplio devenir desde el pasado al presente, y al futuro inmediato de la “posibilidad”.

Lo intuitivo para la creación, cuando es repetitivo de una persona, comienza a reflejar una manera de pensar, y en la medida en que va progresando en el proceso de pensamiento; quiero decir, en el proceso en el que las intuiciones se van considerando un hallazgo de aciertos, un aporte más destacado, la persona va estableciendo su propio método de expresión, fundamentalmente escrito, lo que resulta en literatura, por ejemplo, aun cuando pueda aparecer, quizás un poco más raramente, en la pintura o en el cine, o en cualquier otro tipo de arte como la plástica, “que forma o da forma” (DRAE). 

Cuando lo intuitivo se va transformando en intuitividad, sería entonces que se podría hablar de poética (aunque en este caso no hablo de poética como una ciencia, tal como se le ha reconocido a ese concepto de la palabra “poética”, al modo de estudio que “se ocupa de la naturaleza y principios de la poesía, y en general de la literatura” (DRAE); sino que aquí (la poética por intuición) se refiere abiertamente a un método de la palabra por asociación imaginaria; es decir, a la conjugación de imágenes del subconsciente, un poco más ordenadamente que el surrealismo (porque pasa por cierto tamiz lógico del pensamiento), para dejar sentir en el lector el precioso intento de una potencialidad interior que se encamina hacia la posibilidad de un tema ficcional. Cuando las ideas de la invención se escriben, se imprimen y se leen por un lector-otro, esa posibilidad creativa llega a su realización (también podría mencionar un lector-yo, puesto que tengo derecho de escribir, imprimir y leer mi propia creación, y ya, de hecho, yo como autor le estoy otorgando a mi creación la cualidad de la “realización”)8.


[Capítulo tomado de un libro inédito del autor, titulado La penumbra de Dios (De la Creación, la Libertad y las Revelaciones)]


7 Siempre resulta beneficioso tener una guía lexical, puesto que la palabra en cada idioma es fundamento del pensamiento. “En el Principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios” (Versículo 1:1, de Juan). Aun cuando hay muchas interpretaciones de este primer versículo, aquí solo me interesa cimentar la connotación de la palabra para la vida del hombre, puesto que la palabra realmente venía/y es Dios mismo, porque Jesús venía/y es Dios mismo… Yendo más al grano, aprovecho para aclarar que la guía que usaré en todo este libro será la del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, debido a que cuenta con un reconocimiento tradicional (que sí lo creo), y, es de hecho, uno de los más dedicados profundamente a la palabra y sus funciones, a todo lo lexical del mundo hispano. 

8 El lector-otro y el lector-yo, en su misterio, son dos en uno pero asimismo son diferentes, mediante la magia alquímica que se da en la creación-poesía-filosofía. Por supuesto, hay una diferencia entre uno y otro lector; pero al mismo tiempo, por el sentido de la identificación, ambos tipos de lectores se unen, guardan la misma intención de “querer ser”. Y también son diferentes debido a que puede darse en cada uno de ellos una perspectiva distinta por las experiencias corpóreas vividas por uno y otro en sus existencias de la Realidad.

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1 Comentarios

  1. Anónimo4/10/14

    Muy interesante. Qué gusto volver a leerlo por acá. Saludos!

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