Allí, con el alma de Tupac Amaru


PABLO CINGOLANI -.

Allí, en el lugar que testimonia la foto, y que hoy es parte del paraninfo universitario de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, más conocida como la UNSAAC; allí, en ese mismo lugar, en ese mismo ámbito, en los días del alzamiento general de indios (como lo llamaron los propios colonialistas), allí, allí estuvo prisionero Tupac Amaru, José Gabriel Condorcanqui, nuestro héroe inmortal, nuestro primer héroe, nuestro eterno héroe, antes de ser inmolado.

Allí, en ese mismo lugar, en ese mismo ámbito, ámbito sagrado (sagrado para los que seguimos creyendo en la santa tarea de la liberación definitiva de nuestros pueblos y en la segunda e irreversible independencia), allí, tuve el honor de dar una conferencia, en el marco de un seminario internacional de historia, donde todos los que me acompañaron eran cultores y doctores, algunos honoris causa, de la misma. De la historia.

Yo no. Soy un simple y humilde militante de la causa de los pueblos, de la causa de la liberación de los pueblos, contra todas las opresiones y contra todas las desigualdades e injusticias. E invocando a la sagrada memoria de José Gabriel, a la sagrada memoria de la Gran Serpiente, a la llama inmortal de la rebeldía que Tupac Amaru convoca como ninguno y nos anima a todos, hablé de eso: de las tareas pendientes, de la definitiva e irrenunciable misión de la unidad de todos los pueblos del Sur, de los Andes y de la Amazonía, de la defensa innegociable de nuestros paisanos los indios, de la esperanza y la fe de que todos sigamos en la lucha, en la misma lucha, en la misma lucha que encendió Tupac Amaru, Tupac Katari, San Martín, Bolívar, Belgrano, los guerrilleros de la primera independencia, los guerrilleros de la patria socialista, los militantes del campo nacional y popular de todos los tiempos, o sea todos nosotros: los que no perdimos, valga la redundancia, ni la fe ni la esperanza en la victoria total contra la oligarquía y contra el imperialismo.

Lo hice a nombre del CEDESUR, del Centro de Estudios del Sur, y fue un honor representarlo, y fue un doble honor hacerlo allí: allí donde el ajayu, el alma, del comandante y del compañero Tupac Amaru sigue vivo, porque la patria grande es una sola y el sentimiento que nos convoca, también.

Pablo Cingolani
Río Abajo, 20 de septiembre de 2015

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