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RODRIGO VERDUGO PIZARRO -.
 A Waldo Rojas

La superficie es dolor y ahí empieza la condición inevitable

Porque debajo de la superficie algo ha dejado de ser dolor

Porque debajo del dolor algo ha dejado de ser superficie

Algo ha dejado de ser dios y ancla dentro de las campanas

Y bebe del seno de las campanas que empiezan a moverse

Dejando caer lagrimas y espinas

Sobre aquellos que copulan sobre las ruinas

Sobre aquellos que ponen un lanzallamas en la cara de los chacales

Mas, tu último deseo habría sido construir un eclipse con esas lagrimas y espinas

Pero el último deseo es el verano mismo

Y ahí las aguas arrastran flores, luces y restos de santidad

El dolor hace beber del seno de las campanas 

Y hace entrar al eclipse como a un álbum de familia

Ni con lanzallamas, ni con mordeduras de chacales

Ni con el último deseo del agua puedes detener esas superficies ilusorias

Ni con esa penetración vidriosa que viaja y no necesita puentes,

Así lo único que sobresale del día y la noche es un espejo

Que alargas y alargas, como un tren para reflejar interminablemente

Esa cabeza de santo que ha crecido en la espalda de los chacales

Crece y crece un poco más todas las noches, por ello hay quienes

Se reúnen en piezas con luces de bajo voltaje a analizar la cacería,

Llegara la noche y se pondrán troncos en los rostros

Saldrán entre los árboles oscuros a buscar, revisaran las campanas

Apuntaran el lanzallamas a cualquiera de las dos caras

Yo temo que uno de esos chacales me muerda

Cuando paso cerca de las sectas tornasoles

Porque doble seria la mordedura 

Suenan otra vez las campanas,

Desolamos esas superficies ilusorias

El agua arrastra flores deshechas, luces de bajo voltaje, siluetas de cazadores

Hasta las puertas de esas sectas tornasoles

Ves como están clavando pedazos de madera en la espalda de los chacales

Lo hacen como una forma de ocultarlos, al toque de las campanas 

Mientras eso que ha dejado de ser dios avanza, interminablemente

En medio de hojas que vuelven impredecible el verano

En medio de las ruinas para consumir dos veces lo que en ellas una sola vez se consume

El dolor hace que enredes tu cabello con el cabello de una muerta,

Te hace hacer muchas trenzas, bellas trenzas para asegurar el amanecer,

Unas bellas trenzas en ambas cabezas, como las costillas de las hojas,

Te hace hacer muchas trenzas al compás de las fábricas que funcionan de noche

Bellas trenzas para que ambas alarguen la penetración vidriosa que viaja dentro de los cuerpos

Hasta que vienen jirafas con cabezas de toros

Y te ponen un paño con cloroformo y te adormecen,

Y despiertas luego en medio de la depredación tornasol.

Clavándote pedazos de madera encima,

Corriendo velozmente entre árboles oscuros

Y de pronto te encuentras con grandes campanas,

Y ves a dios estrangulando el fuego

Antes de dejar de serlo, como un último deseo.


Imagen: Waldo Rojas, poeta chileno.

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