Tierra del Fuego



CLAUDIO FERRUFINO COQUEUGNIOT -.

Cuando Pedro Sarmiento de Gamboa, por encargo del rey de España, se dirigió con una grande -y desventurada- flota a poblar y fortificar las dos márgenes del Estrecho de Magallanes jamás imaginaría la suerte que habría de correr la mayor parte de su tripulación. Unos se fueron al fondo del mar y a decir verdad su muerte fue rápida aunque húmeda. A otros les fue peor, abandonados en las inhóspitas playas de Tierra del Fuego.

Sarmiento lucharía por largo tiempo por llevar víveres a quienes dejara en el inmenso y helado sur sin lograrlo nunca. Esos primeros inmigrantes quedan como rastro escrito en la historia, un poco de tinta sobre papel que más que especificar sugiere que algunos españoles quedaron aislados del mundo por un azar más tenebroso que un desperfecto en una imaginaria máquina del tiempo.

Mientras la expedición de Magallanes atravesaba las hórridas aguas del estrecho que lleva su nombre, vieron, en la oscuridad, día y noche allí son oscuros, fuegos en la costa. Tiempo ávido de fantasías y aquelarres, nombraron Tierra del Fuego a aquella orilla maldita donde también creyeron ver gente o huellas de seres inmensos a quienes llamaron patagones, míticos gigantes que desmienten los escuálidos onas que poblaron la región.

Miguel Littin, cineasta chileno, dirigió la película "Tierra del Fuego" (Chile/España, 1999) con guión suyo y de Luis Sepúlveda. Juega el rol protagónico Jorge Perugorria (Fresa y Chocolate, Guantanamera). Siendo un excelente actor, Perugorria no hace un buen papel. Quizá no quepa en el personaje. Julius Popper, a quien encarna y sobre cuyos diarios dice basarse el texto, es el tipo de aventurero que llega con buenas intenciones, en oposición al brutal inmigrante que fue al sur. Ingeniero rumano cuyo fin es extraer oro del mar en el estrecho, lleva fantasiosos encargos de su soberana, Carmen Sylva, reina de Rumania y escritora con bastante prestigio a fines del siglo XIX.

Popper no logra fundar reinos ni hallar suficiente oro para solventarlos y se ofusca ante el fracaso y los obstáculos naturales que incluyen los indios. Cae en el trágico juego del recién llegado que primero subestima, luego odia y finalmente adora a los nativos sobre los que ha ejercido su ira y su rencor. A pesar de los rasgos insanos de un Popper ya sin sueños, el actor cubano resulta estridente. "Tierra del Fuego" no tiene atributos de gran cine. Hay sí magnífica fotografía que sólo confirma las dotes de cámara de Littin. Dentro de la magia de sus escenarios, y quizá por una sensibilidad social, popular, o como quiera llamarse, por los desposeídos, el director pone especial poética en los indígenas que aparecen a veces mimetizados en los pastizales con vestimentas de piel de animal o pintados y enmascarados como demonios de imponentes bosques, en rituales presencias- que recuerdan la también rica escenografía de "Cabeza de Vaca".

Los indios onas se marcharon. Los fuegos ya no se ven; talvez no interesan. Sarmiento de Gamboa y Popper ilustran el imaginario de los blancos. Littin trata de ilustrar el otro lado.

02/12/03
Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), diciembre, 2003
Imagen: Familia ona de Tierra del Fuego

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1 Comentarios

  1. Aventura, codicia o locura. O todo junto. Mis antepasados arribaron a Puerto Natales buscando oro. Mi bisabuelo, un francés desaforado, violento y enamoradizo, acumuló una gran fortuna, pero se mató por una española. Mi bisabuela inglesa le sobrevivió algún tiempo para cuidar a la pequeña casta de la que soy descendiente. Un fuerte abrazo, querido amigo.

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