Hoy hace 80 años de "aquello"



MIGUEL SANCHEZ-OSTIZ -.

Hoy hace 80 años que en mi ciudad de origen, Pamplona, se alzó el general Emilio Mola Vidal. Con el nombre de El Director llevaba meses conspirando con los militares de África y de otras regiones militares, al magen de encontrarse ya con dos conspiraciones en marcha en la plaza de Pamplona a donde llegó como represaliado (de manera oficiosa). La víspera, por la tarde, sus propios hombres asesinario por la espalda al jefe del cuerpo de la Guardia Civil, un hombre de bien, leal a la República. A primera hora de la mañana una compañía del regimiento de montaña América, la mando de un capitán, leyó en la plaza del Castillo el bando de guerra impreso en los talleres del Diario de Navarra, coadyuvante en la conspiración y el golpe, antes de qiue la fuerza, la mando de un alferez esta vez, fuera pegándolo por las esquinas de las calles adyacentes. 

Por la tarde de aquel día las tropas de Mola iniciaron su particular marcha sobre Madrid por un lado y sobre la frontera francesa por otro con intención de cortarla. Mola creía que aquello iba ser cuestión de horas y que el golpe militar iba a ser un éxito. No fue así. Curioso que temiera más la defección del general Franco que la de otros generales y coroneles con mando en plaza que permanecieron files a la legalidad republicana, y que tarde o temprano fueron fusilados. 

Las columnas que fueron sobre Madrid y la frontera francesa se vieron casi de inmediato detenidas en seco por fuerzas leales a la República y por milicianos. Irún no cayó hasta el mes de septiembre y Madrid hasta 1939. Aquella noche del 18 al 19 de julio, en Capitanía de Pamplona, donde se urdió aquel golpe, estaba presente un alto mando de la inteligencia militar alemana, que no excluyo fuera el propio Canaris que ya había estado encendiendo la conspiración hacia el 19 de marzo en Bera, donde se entrevistó con Mola. La mañana del día 19, domingo, radiante, las calles de la ciudad se llenaron de requetés –los voluntarios carlistas, uniformados y armados con armas compradas durante meses en Bélgica, instruidos en guerrilla urbana en Italia y adiestrados hasta por sacerdotes en campo abierto–, de falangistas que la prensa llamaba «muchachos del fascio» que se aprestaron a los primeros destrozos, detenciones, incautaciones de locales, y de voluntarios que acudían de toda Navarra a alistarse en el alzamiento. 

Aquella mañana del 19 de julio comenzaron además de las detenciones y los primeros asesinatos en descampados, y las fugas del sálveses quien pueda. La represión estaba urdida al detalle desde meses atrás: profesionales liberales, campesinos... y campesinas, concejales de ayuntamiento, simpatizantes o votantes del Frente Popular... políticos republicanos. Me consta de manera directa que fueron a buscar, lista en mano, hasta a personas que habían fallecido en mayo lo que quiere decir que las listas estaban confeccionadas con mucha antelación. No fue una violencia de reacción, sino una violencia planificada al detalle, como así consta en la documentación que ha sobrevivido y está ampliamente publicada. 

Aquellos voluntarios, arengados por caciques de pueblón y po curas sobre todo, creían que salían de romería y que en cuestión de días iban a regresar a casa a ocuparse de las cosechas y de las haciendas. Entre tanto, en la retaguardia, donde no hubo enfrentamiento armado ni rebelión contra el golpe ni frente de guerra luego, se desató aquel verano de 1936 una pavorosa represión, pueblo por pueblo, casa por casa, una auténtica cacería con episodios pavorosos. Había gente que se libraba del tiro en la nuca por tener familia entre los lazados, otros, por lo mismo, eran fusilados. Sobran los nombres. Era una comunidad pequeña y brava en la que se conocían todos. Todavía hay nietos que buscan a sus abuelos por las fosas de los descampados y reclaman una política publica de Verdad, Justica y reparación. 

Hoy, frente a la casa en la que vivo es posible que se celebre, en la cripta donde están sepultados los cadáveres de los generales Mola y Sanjurjo, una misa subterránea en honor de los golpistas y en ensalzamiento de los valores que propiciaron la rebelión militar de julio de 1936. 

Hoy, mucha gente, de esta y otras tierras, sigue abriendo fosas para encontrar a los suyos. Hoy, el partido en el poder y sus aliados se niegan a condenar el golpe, la guerra que vino luego y el franquismo. La sombra de lo sucedido hace 80 años, hace mucho, sí, se sigue proyectando en un presente de realidad social muy comprometido, entre enconos y falsas reconciliaciones. La defensa del franquismo y la condena del republicanismo cada vez más pujante se está convirtiendo en una agresiva seña de identidad de clase y ahí está bien presente la violencia verbal de los actos políticos, la mala saña de los gobernantes frente a sus opositores políticos, la tendencia autoritaria y represiva del Gobierno, el encono social manifiesto, los rencores implacables, los «ni olvido ni perdono», como guión y banderín de enganche... y las reconciliaciones privadas, menos de las que serían necesarias. No, no hay riesgo de enfrentamiento alguno, solo que queda un poso amargo de memoria transmitida de padres a hijos y de estos a los suyos, de memoria del agravio y de los valores que defendieron. 

He escrito mucho sobre este asunto** y siempre digo que, como sostienen los que nada quieren saber de lo entonces sucedido, hay que pasar página, sí, pero antes hay que escribirla, es decir, «tienes que dejarme escribirla sin trabas ni reservas ni censuras, con pleno acceso a los archivos, luego léela, y a continuación, si tú quieres, la pasamos».

* En la imagen, el asalto por parte de los falangistas al centro de Izquierda Republicana, de la plaza del Castillo, previo a la quema de la biblioteca. En primer término el escritor Rafael García Serrano, en el que dijo ser el día más feliz de su vida o así descrito en muchas páginas: Plaza del Castillo, La gran esperanza, Los ojos perdidos... Conocí, y mucho, a algún otro de los "muchachos fascistas"... Ese es el asunto, que en aquella pequeña ciudad, que más que ciudad era ciudadela, nos conocíamos todos. La convivencia fue pacífica mientras unos callaron y otros impusieron el relato de la historia.

** El Escarmiento (2013), La sombra del Escarmiento (2014) y El Botín (2015)

*** Artículo publicado en Cuarto Poder, el 20.7.2016 

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