Genio y figura ¿Sepultura?

ROBERTO BURGOS CANTOR -.

Entre el descreimiento sombrío y una ironía desdeñosa, Robert Walser fue haciendo sus glosas de la sociedad, el mundo, y las referidas al escritor. Surgían de conversaciones con Carl Seelig quien obtuvo permiso para que el escritor suizo saliera del sanatorio de Appenzell-Ausserhoden a pasear en su compañía. En distintas estaciones y meses caminaron durante los años que van de 1936 a 1956. Hubo años en que se encontraron sólo una vez como 1939 y 1942. El acompañante lleno de preguntas y la predisposición generosa a oponerse al olvido que a veces envuelve los libros de un escritor. Walser con el infaltable paraguas y su sombrero de cinta negra, muchas veces en las manos, que lo asemejaban a un Chaplin sin el énfasis de los gestos. Apenas la sorpresa que produce la particular visión, alejada de nociones, que un escritor logra extraer de sus silencios.
El escritor admirado por Kafka no escribía más.
Entre tantas ideas sueltas a la levedad de las palabras en el aire, hubo unas que se unieron a las incertidumbres de estos días. Se refería Walser a la Alemania vencida. Atribuía al romanticismo alemán la necesidad de mostrar tipos brillantes y en exceso capaces para guiar la política. ¡Cómo si en la política importase el genio! , dijo.
Puso un ejemplo de lo contrario, un apacible fumador de puros, carece de rasgos de neurastenia y de afectación: Churchill.
Por estos días la cuestión incierta está dada por la evidente ventaja que tiene, entre los ciudadanos, el discurso mentiroso, o el torpe, o el estúpido. El muro de México, hoy, cuando la muralla china es un apacible sendero de turistas y el muro entre las Alemanias un asunto del pasado. La expulsión de migrantes y extranjeros en pleno proceso de globalización. El delito por bailar el cha-cha-cha. La terca voluntad de echar al sumidero otra posibilidad de discutir la posibilidad de la paz, del país soñado, por insistir en el secuestro de un hombre de menor cuantía moral y política, pero ser humano al fin y al cabo: si entre todos mejoramos lo general habrá menos posibilidades de esos ladronzuelos.
En la entrevista que un periodista hizo a los jefes de la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría, al tratar el tema de la corrupción desatada, por fortuna aún escandaliza a muchos, uno de ellos expresó su alarma por la ausencia de ideas en la política. No le falta razón. No hay ideas, hay tarifas. Otro indicó el costo exorbitante de las campañas electorales. Donde hay elecciones hay sancocho.
¿Por qué la democracia cuesta tanto?
No sería sencillo importar megáfonos, poner tarimas en los partes, contratar con quienes suministran almuerzos a los niños de Bienestar familiar unos emparedados con agua de panela y señalar un horario de intervenciones a los aspirantes a lo que sea: concejos, diputaciones, juntas directivas, cortes, juzgados, congreso de la república.

Imagen: Robert Walser

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