La vida y sus sorpresas

Roberto Burgos Cantor

Los sabios humanistas al situar el mundo en el corazón del ser humano, abrieron una posibilidad de comprensión del mismo, trazaron horizontes de virtud posibles, mostraron peligros.
Hoy, sin alejarnos, aunque a veces es indispensable, del espacio por el cual han transitado formas de nuestra espiritualidad, modelos de organización política, inclinaciones culturales, espíritus científicos, órdenes de la economía, percibimos el mundo como una clamorosa expresión de la demencia. Si podemos denominar tal a algo que no logramos contemplar desde la razón, ni intuir desde el amor. Un despelote sin raquetas ni canchas.
Francia, con sus influyentes tradiciones de las libertades, los conceptos precisos del Código Civil que leía cada mañana, Stendhal; las nociones que enriquecieron el Derecho Público; la poesía y los momentos de honda revulsión, Rimbaud, Lautremont , Michaux, Char; la novela inagotable de Proust, las aventuras de Robbe-Grillet y Perec; el cine, Jules et Jim, Sin aliento, La felicidad; los pintores, Matisse, Duchamp; y la fraterna acogida del surrealismo: Aimé Cesaire; ¿qué muestra hoy?
El desmantelamiento del bienestar logrado con esfuerzo. Una campaña de candidatos a la presidencia que en nada se diferencia de pleitos de comisaría. ¿Cuánto se robó usted? Y algo peor que la guerra de Argelia que nos contó Pontecorvo. La amenaza que consiste en declarar enemigo a cuantos no profesen mi fe.
¿Acaso un discurso con ideas, algo capaz de unir y movilizar hacia lo que algunos todavía creemos que podemos ser?
Pareciera que los años de convivencia dentro de una concepción liberal hubieran quedado arrasados. El viejo monstruo de la intolerancia, el autoritarismo, la exclusión, retornaron con sus velas, sus campanas y su violencia.
Lo que nadie alcanzó a creer: Estados Unidos. El ensayo era impensable. Gobernar es lo mismo que administrar un emporio de negocios. Muchos lo creían pero lo disimulaban. El Señor del bisoñé levantará muros, abarata la vigilancia privada. Expulsará a inmigrantes, para eso estarán los nuevos robots que surcarán entre planetas. Reducirá más los impuestos a los ricos.
A lo mejor es el primer paso del sueño: los pobres del mundo en islas sin dueño iniciarán otras maneras de vivir. Como la creación de riqueza del capitalismo es compulsiva, no se parece al merengue: todo lo tuyo es para mi, todo lo mío es para ti, tata, los hacedores de dinero limpiarán sus sanitarios atascados, no sabrán qué hacer con los lingotes enmohecidos y poco a poco morirán en sus máquinas del tiempo eterno, detenidas por que no hubo alguien que tuviera la caridad de una palada de carbón para que no se apagaran.
Así la humanidad. Incorregible.
Y nosotros con el acto político y moral de mayor significación en este siglo, la paz, todavía bobeando con ladrones que ni siquiera saben calcular.

Imagen: Christian Bloom

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