Francia

Pablo Cingolani

Mi hermano Juan Esteban vive en Francia, habita en la señora Lutecia de los galos domados, en el señor París de esos conchudos de los franchutes que perfeccionaron las técnicas de torturas en su propia Galia, en Argelia, y las exportaron, gratis, el know how del horror no vale nada, a todo aquel que quisiera saber cómo meterle ratas a las mujeres militantes en sus vaginas, como violar a sus hijos delante de ellas o como violarlas a ellas delante de sus hijos. Eso nos enseñó la puta Francia. Eso le enseñó la Francia del gran De Gaulle a los militares genocidas de la Argentina, donde nacimos Juan Esteban y yo.
La única potencia nuclear de Europa- recuerden Muroroa- mañana que es domingo, día del Señor, acudirá a las urnas de la manifiestamente inútil democracia que ellos mismos fogonearon –recuerden 1789, recuerden las guillotinas, recuerden la liberté, la fraternité y todas esas pajas- que valen menos que una libra –Brexit mediante- ahora que la gloriosa, la bondadosa, la inigualable Francia va camino al cadalso por su propio invento –el balotaje, la segunda vuelta- para elegir entre la peste y la fiebre.
La peste es ese infeliz de Macron.
La fiebre es la Marina.
Macron es la caída al abismo, más bajo aún de lo que la señora Francia ha caído, la cesión absoluta de la soberanía francesa a manos de sus eternos enemigos: los yanquis y los alemanes. Peores que los griegos de Syrisa, Napoleón se va a revolver en su sepulcro si ese pobre millonario gana las elecciones. Macron es la tumba de Francia.
Marina es el síntoma, es la fiebre de una Francia que ya no puede ser más Francia, que es la Honduras de Europa, que es la republiqueta bananera que los franceses sembraron en el resto del mundo, es el espejo deforme que les devuelve su Indochina, su África occidental, su Cayena. Su absurdo y enfermizo colonialismo.
Gane quien gane mañana, Francia es un harapo, es un despojo, es una ruina.
Y yo lo celebro. Porque me rompe las pelotas Francia, siempre me rompió las pelotas Francia, por la Vuelta de Obligado, por la memoria de Juan Manuel, porque los señoritos argentinos tenían que irse a París para volverse más señoritos y gobernar la Argentina, una patria de matreros y de gauchos rebeldes, nunca de señoritos
 
Ya le dije a mi hermano: rajá de ahí, Juan Esteban.
 
Macron es Macri, superlativo. Francia, el lunes, o cuando sea, va a estallar. Y cuando estalle Francia, estallará el planeta. El planeta capitalista, por si acaso. Y todos los malos de la película se van a tener que meter a Francia y a la UE, donde ya sabemos. El día que Francia estalle, que va a estallar, se va a acabar ese absurdo mundo que Francia no ganó, putos franceses pro nazis, amantes de Hitler o amantes de De Gaulle, asesinos, esa podrida Francia: el mundo que parió la Segunda Guerra Mundial.
 
El siglo XXI empieza, otra vez más, mañana.

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