Cuentos Extraordinarios de Bolivia

Adolfo Cáceres Romero y Homero Carvalho Oliva  
Escritores

Seleccionar cuentos y poemas para antologías no es una tarea grata, porque el antólogo corre el riesgo de que su compilación y su persona misma sean objeto de escarnio de parte de quienes no están incluidos; incluso los amigos y los cónyuges de los ausentes se toman la revancha por tamaña afrenta. En mi caso debo decir que ya estoy vacunado contra estas reacciones e incluso insultos, así que cuando hace un año Adolfo Cáceres Romero me pidió que lo colaborase con la recopilación y edición de la Antología de cuentos extraordinarios de Bolivia, acepté sabiendo los peligros a los que nos exponíamos.

Una antología es arbitraria por definición y en esta, en particular, los criterios de selección están a cargo de dos narradores -no críticos de literatura- que leen a sus colegas. Adolfo ya tenía una lista, a la que agregamos otros nombres y cuentos, llegando a 53 autores y 52 cuentos; considerando que dos autores escribieron uno de ellos, además cuatro son de la tradición oral. 

Es probable que muchos críticos, académicos y escritores no estén de acuerdo con algunos cuentos de esta selección, porque no les bastará que sean de nuestra preferencia para aceptar el calificativo de "extraordinarios”; algunos se rasgarán las vestiduras y se preguntarán por qué no incluimos a tal autor o tal cuento. ¿Qué podemos decirles? Simplemente que los cuentos que elegimos nos gustaron por la emoción de ser auténticos, únicos, sin pretender deslumbrar con artificios, sino simplemente expresar lo que su creador sentía al escribirlos. 

Llamamos extraordinarios a estos cuentos no solamente por su forma, su diseño estético o su contenido, cercanos a la perfección -ninguna obra humana podría lograr tal empeño-, los consideramos así porque desde que los leímos siempre estuvieron con nosotros; en algunos casos marcaron nuestro gusto por el cuento y nuestro hábito como lectores y en otros consolidaron nuestra fe en la narrativa nacional. Muchos de estos cuentos fueron reconocidos fuera del país, incluidos en antologías nacionales e internacionales y ganaron premios. A la mayoría los hemos tenido como modelos de tesonero trabajo literario, y por eso mismo este libro es más una colección de cuentos, de textos sorprendentes, que de autores. 

Son cuentos que hemos leído y releído en diversas circunstancias, ya sea por placer o como ejemplos en talleres literarios o en ensayos acerca de la literatura boliviana. Esta es una selección de dos escritores para lectores que gustan del cuento. La hemos trabajado con Adolfo, sin que nadie nos presione o nos pague por el trabajo, con nuestro propio esfuerzo y sacrificio; hemos sido honestos con las inclusiones, evitando caer en subjetividades dañinas basadas en rencillas personales, inevitables en la literatura como en cualquier otro oficio.  

El libro está dividido en cuatro épocas: Periodo nativista o precolonial, Periodo colonial, Siglo XX y Siglo XXI. Del Periodo nativista o precolonial incluimos los relatos de tradición oral José Joserín, El jukumari y la pastora, El jukumari y el cazador y El origen de los grandes chamanes. Del Periodo colonial a Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela (1676—1736), con En que se cuenta y se verá el horrible y dilatado rencor de un hombre. En Siglo Veinte a Adela Zamudio (1854—1928), con Vértigo; Alcides Arguedas (1879—1946), con Venganza aymara; Adolfo Costa du Rels (1891—1980), con Los dos jinetes; Josermo Murillo Vacarreza (1897—1987), El hombre en el abismo, Alberto Ostria , Gutiérrez, con Qhaya kutirimuy, Alfredo Flores (1900—1987), con Sargento Charupas, Augusto Céspedes (1903—1997), El pozo; María Virginia Estenssoro (1903—1970), con Oscarito Errázuriz, Augusto Guzmán (1903—1994), con La cruel Martina; Óscar Cerruto (1912—1981), con Los buitres;  Walter Montenegro (1912—1991), El pepino; Óscar Soria (1917—1987),El almuerzo; Óscar Barbery Justiniano (1928—1998), con La perdiz muerta; Gastón Suárez (1928—1984), con Vigilia para el último viaje; Néstor Taboada (1929—2014), con El cañón de Punta Grande; Antonio Carvalho Urey (1931—1989), En luna nueva; Jorge Suárez (1932—1998); Sonata aymara; Adolfo Cáceres (1937), El último khipukamayu; Renato Prada Oropeza (1937); cona noche con Orgalia; Germán Araúz Crespo (1941), con Crónica secreta de la guerra del Pacífico;  Gaby Vallejo (1941), La esquina de los milagros; César Verduguez Gómez (1942), Hay un grito en tu silencio, Raúl Teixidó (1943), con London, UK 1985;  T. Constanza Rodríguez Roca (1944), con Mi abuelo;  Adolfo Cárdenas Franco (1950), Metralogía I; Alfonso Gumucio (1950) y Carlos Mesa Gisbert (1953), Tiro fallido; Ramón Rocha Monroy (1950), La música del sordo; René Bascopé (1951—1984), Ángela desde su propia oscuridad; Manuel Vargas (1952), Trasmundo; Roberto Laserna (1953), Filho dada, Blanca Elena Paz (1953), Las tres lluvias; Gigia Talarico (1953), con Marilyn; Homero Carvalho Oliva (1957), con La noche de Alejandro; Gonzalo Lema (1959), Fue por tu amor, María; Paz Padilla Osinaga (1961), con Tiodor; Rosse Marie Caballero Vega (1961); Retrato de Bodas; Edmundo Paz Soldán (1967), con Dochera. Siglo veintiuno: Claudia Peña (1970), con El ropero y las uvas; René Rivera Miranda (1970), con Un regalo especial; Giovanna Rivero (1972) Con Yucu; Magela Baudoin (1973), con La composición de la sal; Cecilia Romero (1973), con La noche del espantapájaros; Sisinia Anze Terán (1974), con El rostro del remordimiento; Willy Camacho S. (1974), con La muralla; Maximiliano Barrientos (1979), con No hay música en el mundo; Rodrigo Hasbún (1981), con Larga distancia; Liliana Colanzi, con Chaco; Roger Otero Lorent (1981), con De qué hablamos cuando hablamos de morir; Daniel Averanga Montiel (1982), Con Un hombre de letras; Guillermo Ruiz Plaza (1982), con Inés, Rodrigo Urquiola (1986), con La memoria invertebrada

Desde principios del tercer milenio, en Bolivia se ha hecho frecuente la publicación de antologías temáticas: cuentos de ciencia ficción, eróticos, de terror, de la Guerra del Chaco, en fin. Desde la segunda mitad del siglo XX se han publicado muchas antologías del cuento boliviano en general, entre las que puedo nombrar la Antología del cuento boliviano moderno (1995), de Manuel Vargas; Antología de antologías (2004) y Los mejores cuentos de Bolivia (2014), de César Verduguez y Profundidad de la memoria, cuentos bolivianos contemporáneos (2009), de Gaby Vallejo.

Las obras mencionadas fueron trabajadas por cuentistas y en todas ellas se incluyen, merecidamente, los autores que son reconocidos narradores. Algunos de los nombres de autores y cuentos de estas antologías se repiten en la nuestra, especialmente los ya canónicos, de esa manera consolidamos el prestigio ganado por algunos cuentos y escritores e incluimos a otros que ya forman parte de la transformación literaria que se ha venido dando en nuestro país, configurando las lecturas del presente y proyectando nombres hacia el futuro. Los escritores jóvenes, herederos de los cuentistas del siglo XX (aunque alguno no quiera reconocerlo) nos demuestran que el cuento boliviano está pasando por muy buen momento; los que están escribiendo hoy serán quienes reordenen los cánones de mañana.


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2 Comentarios

  1. Valioso trabajo antológico de los autores. Desde Chile toda nuestra admiración, hermandad y afecto por los creadores bolivianos.
    Felicitaciones y abrazos

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  2. Un buen libro de consulta que se suma a la riqueza bibliográfica de Bolivia. Gracias a los antólogos por incluirme. ¡Gran trabajo, Felicidades!

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