Certezas

Pablo Cingolani

A Alfonso Valcarce

La luz del sol
La luz del sol peregrinando
Con vos, allí a donde vayas
Alegrándote de que exista
Y celebrándola
Porque donde hay luz
Las sombras acosan menos
Donde hay luz
Las sombras te seducen menos
La muerte se aleja
La muerte se exilia
La muerte no se fija en vos

La presencia de la montaña
Eso que alumbró al poeta
Porque la montaña es eso
Es piedra hecha poesía
Es algo que siempre fascina, imanta
Que te procura aire
Y suspende
Suspende el tiempo que quieras
La necesidad
De buscar certezas
Más certezas
Que las que incitan a tus ojos
Contemplándolas
En su majestad inmóvil, eterna

El amparo: una pareja, un muelle,
Una isla, un amigo
Si hay desdichas
Son menos desdichadas
Si son acompañadas
Si hay silencios
Igual se escucha siempre
Un latido, un eco, algo profundo
Que viene de adentro
Que viene de lejos
Si hay encanto
Hay más encanto y más brío, más brillo
Hay más sol que celebrar
Hay más montañas y ríos y arenas
Y vientos y lunas y estrellas
Que compartir
Que caminar

Lo demás, mi hermano
Lo demás, viene y va
Huye o regresa
Se arrima o se aleja
Colapsa o renace
Fluye o se desintegra

Lo único cierto
Es que no hay nada cierto
Más allá o más acá
De la fe, la pasión
Cierta dosis mínima y necesaria
-cada uno sabe cuánto-
De ética, de estética
Y toda la vida que uno pueda
Meterse en las venas
Juntar, procurarse, domarla
Hacerla buena, compañera
Hacerla bella

Lo único cierto
-Como también diría un poeta-
Son los árboles
Son los pájaros
Y no tener miedo
De acudir decididos
Agradecidos por vivir
-Agradecidos a Dios, a los Apus, al destino
A uno mismo-
Al último cielo
La última morada
La última cita
Al final del camino
Al final de la huella.

Pablo Cingolani
Río Abajo, 7 de agosto de 2018
Los poetas se llaman Jaime Sáenz y Javier Heraud.

Imagen: Ludmila Jiřincová

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