El buscador


El buscador, andariego de lunas y estrellas, camina solo en el desierto del hastío
Esta solo, está ciego, en el medio de la oscuridad que acecha
La modernidad lo abomina con sus luces, con sus espejitos
Las redes, la internet, lo quieren atrapar: lo seducen
Quieren “chuparlo”, secuestrarlo, volverlo un NN más
El buscador tiembla y se aleja, el buscador siente el peligro y se aleja, el buscador se va…

El buscador, naufrago de abismos, camina, camina, camina…
Ve a lo lejos un oasis en medio del hastiante erial: es arena, pura arena, arena de verdad
Se dice para sí: estas huellas son las mismas que pisó el Chacho, son los marcas de Gengis Kan…
El buscador, espejo de arenas y espejo de sí mismo, se alegra, ve, goza, cree, siente, vive
Se dice para sí: siento, al fin, que encontré un destino
El buscador ya no se apena, ya no teme, ya sabe a dónde ir, ya no le duele, ya no duda más.

Pablo Cingolani
Antaqawa, 28 de agosto de 2019

Imagen: Erich Heckel

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