La segunda enmienda

JESÚS CHAMALI -.

Entre el 17 de septiembre de 1787 y el 29 de mayo de 1790, los 13 Estados Originales de los EE.UU. crean y ratifican su Constitución. No fue este un proceso simple ni estuvo exento de conflictos. La prueba está en que sólo un año después de que el último Estado -Rhode Island- la ratificara por un estrecho margen de 34 votos a favor y 32 en contra, y ante las controversias presentes entre muchos de los otros Estados, el 15 de diciembre de 1.791, se le añaden las 10 primeras (de las 27 que existen actualmente) enmiendas a dicha Constitución, conocidas éstas como "Carta de Derechos"

La segunda enmienda dice así:

"Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a portar armas no será restringido."
 

Hoy, 15 de diciembre de 2012, justo en el 221 aniversario de la aprobación de dicha enmienda, los EE.UU. se desayunan con una nueva catástrofe -otra más- en la que 27 personas (20 niños de entre 5 y 10 años, y 7 adultos) han sido asesinados por Adam Lanza, un joven tímido y retraído de 20 años de edad, que portaba varias pistolas y un rifle automático en la escuela primaria de Newtown, un pueblecito de Connecticut.

Ésta no ha sido sino una más, una de tantas matanzas que se producen en los EE.UU. a manos de un desequilbrado armado, y armado legalmente, bajo el amparo de la antes mencionada segunda Enmienda. Es tan fácil conseguir de manera legal un arma en los EE.UU., que solo entre enero y noviembre de 2012 se han contabilizado nada menos que 16.800.000 transacciones de armas no militares o policiales (muchas de esas transacciones de más de un arma) lo que nos lleva a tener una idea de las que pueden estar en manos de la población civil en estos momentos en un país donde no existe limitación ni de cantidad ni de estilo de armas que uno puede poseer.

Restringir la adquisición o la tenencia y el uso de estas armas es una tarea necesaria pero de casi imposible realización. Los Estados Unidos es un país de lobbys, y el más numeroso y poderoso de todos es la NRA, o sea, la Asociación Nacional del Rifle, que presume de ser la más antigua del país -se fundó en New York en 1.871- y que con sus 4.000.000 de afiliados es, de lejos, la más numerosa.

Esta asociación además, recibe cuantiosas y generosas donaciones de las grandes empresas de la industria armamentística americana, una de las más poderosas del país, y se declaran en su web como una asociación de derechos civiles que luchan por la libertad del individuo frente al Estado. ¡Ahí es nada!

Ningún Presidente o candidato que quiera llegar o mantenerse en el poder (o vivo) lo conseguirá tratando de regular o restringir el uso y tenencia de armas en ese país. El dinero que esta Asociación maneja puede elevar al poder a cualquiera o defenestrarlo con igual rapidez.

Hoy no puedo evitar pensar en las familias de las 27 víctimas de la matanza de ayer, o en las de las 12 víctimas de James Holmes en un cine en el estreno de Batman, en la ciudad de Aurora, Colorado, o en las de los 33 muertos en el Instituto Tecnológico de Virgina, o incluso en las de la de los 15 muertos en la escuela secundaria de Columbine, Colorado. Y estoy citando sólo los ataques en los que hubo un número masivo de víctimas. A estos casos debería sumarle los otros miles en los que los muertos son dos o tres, o incluso sólo cinco víctimas.

Me pregunto si alguno de los padres, esposas, hijos o hermanos de alguna de esas víctimas pertenecían a la NRA, y si después de el terrible hecho de la muerte violenta de sus familiares, continuaron apoyándola.

Hoy, lo que tengo en la retina es la imagen de un Presidente americano con voz quebrada y lágrimas en los ojos anunciando a su pueblo el terrible acontecimiento y percibo en él la sensación de impotencia y frustración ante el hecho incontestable de que, a pesar de esta masacre o de las que vengan detrás, nadie podrá eliminar la segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.


Publicado simultáneamente en el blog del autor, El rincón de Chamali.
Imagen: Preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos

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2 Comentarios

  1. Ha ocurrido tantas veces, bajo distintos gobiernos. Está claro que no hay forma de restringir una de las facetas fundacionales de esa nación. Tampoco se puede prever cuando un loco resentido acribillará a nuevas personas.

    Es un tema difícil, estimado amigo. Nadie promoverá cambios tan grandes como para que estos horribles sucesos no vuelvan a repetirse.

    Un abrazo grande

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  2. Claudia Bustos16/12/12

    Las lágrimas del Presidente fueron honestas, él también es padre.

    Saludos

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