Europa está en conflicto; por un lado los puristas: Polonia, Suecia, Finlandia. Por el otro los prácticos: Alemania, Inglaterra, Francia... y los Estados Unidos con el mayor mercado.
Dicen los entendidos - de acuerdo a un intenso artículo del Times- que el vodka debe destilarse sólo de granos o papa, aunque se sabe que en tiempos de guerra se lo hacía de cualquier cosa, incluidos, posiblemente, desechos humanos. El vodka fue gran aliado del "rodillo ruso" que apabulló las defensas que la raza "superior" germánica intentaba oponerle.
Hoy se fabrica vodka de uvas y otros tipos de fruta, también de miel de arce. La controversia es interminable mas los discordes apelan a la calma cuando se trata de no ofender a Norteamérica. Repiten, algunos, que el billonario negocio de su venta no existiría sin los Estados Unidos. Hasta que este país halló el gusto de aquella bebida incolora, su distribución era más bien regional; antigua pero local. Lo importante, en términos económicos, no está en quien inventó el vodka ni con qué lo produce sino en quien lo vende y profita mejor. Rusia y Polonia discuten interminablemente acerca del origen. Los polacos apelan a ancestros desde el siglo IX, mientras que los rusos contaban ya con destilerías establecidas hacia el 1400. Mas, según el autor del texto, parece que el asunto proviene de mercaderes árabes y cierta manera de destilación que cargaban consigo entre sus voluminosos bagajes.
La historia del vodka y la ortodoxia o imaginación de su trato no es privativamente suya. Cada bebida transcurre por un foro similar. La cerveza es tal vez el mejor ejemplo, con situaciones extremas como la de aquella embotellada en Alemania que lleva media ración de Coca-Cola y media de cerveza ligera, a la manera de una "choleada" cochabambina.
Hace unos días, con motivo del festejo del día norteamericano de Acción de Gracias, abrimos unas botellas de Lambic, belga, sabor de frambuesa, que, sin alarde de cerveza clásica es deliciosa. Vale aclarar que las denominaciones que se utilizan para esta bebida en cada país difieren mucho. Cuando la cervecería Taquiña de Bolivia puso a la venta su variedad "stout" entregaba en realidad solamente una "dark lager" que nada tenía que ver con la stout irlandesa mundialmente famosa de la cervecería Guinness, negra como café y espesa como chocolate. Sin embargo valía la innovación para un público no convencional como el boliviano.
Si no respetamos la ortodoxia leninista en filosofía política, menos respetaremos la virtud del trago que, como el lenguaje, es cuestión dinámica.
27/11/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), noviembre 2006
Imagen: Level vodka
2 Comentarios
Como la chupilca del diablo (aguardiente con pólvora que se daba a los rotos chilenos para que pulverizaran al ejército peruano). O la chicha de manzana y el muday (escupido de maiz) bebidas tradicionales mapuches. El enterrado (uvas de parrón casero aprisionadas en una garrafa bien sellada a un metro de profundidad) que tiene una alta graduación alcohólica y ciertos tonos ahumados (¿será por estar más cerca del infierno?) las piscolas, las chelas amarillas, los cabernet, los rones baratos, todo lo que bebe la chusma chilena, que casi nunca está sobria.
ResponderEliminarMuy buen texto, querido amigo.
Todos estos tragos que describes, querido Jorge, merecen un texto tuyo aparte, que quisiera poner en mi blog. Ojalá te animes. Mucha gente en Bolivia y en tantos otros países tan recónditos como Andorra o tan populosos como la India te lee. Ojalá lo hagas. Abrazos.
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