Tercer mundo, chicha de Aramasí


Chicha de Aramasí. El tercer mundo baila. Es viernes y aquí k’oan (verbo, acción, ritual, convivencia y chupas). El sábado es inglés como en todo el mundo, cambia la escenografia pero la comedia es la misma.

Lejos de aquí Stajanov está lamiéndose heridas, heridas de la vida. Tal vez ni la alucinógena chicha de Aramasí que tomamos ayer lo hubiera curado. Hay heridas que nunca se curan. Entran y se quedan, por un tiempo se distraen, fingen, se camuflan, pero tarde o temprano reaparecen, con el invierno, con el almanaque del tiempo, con la memoria. Hiriendo.

Retorno a la orgía perpetua de Flaubert…a las pesadillas de los saltimbanquis y a los sueños de la humanidad, esta peste nos desnudó más que el psicoanálisis del austriaco. Y tienen variantes evolutivas para hacer revolcar a Darwin.

Una mirada a mis mas de veinticinco años sudamericanos. Queremos ser cómo los que ya fracasaron y lo estamos logrando, con nuestro ritmo y con nuestro tiempo lo lograremos. Todos tienen la razón, será tarde y ya lo es. Es la eternidad: los olivos de mi tierra y el color del cielo en todas las estaciones. El plato de pasta que siempre encuentra solución a la falta de imaginación, en diciembre también de voluntad. Fin de año de acumulación, aguinaldo de cansancio también. El cansancio de una tarde sin premuras y muchos pasos por calles inundadas de estas figuritas que Kafka diseñaba en sus noches insomnes. No son los horribles mausoleos erigidos por los nefastos de la Historia. Es la batalla de Salamina y la saliva del primer beso amoroso, la farsa que sigue buscando una luz en la ceguera del ultimo hombre, el Odiseo que vive en cada uno de nosotros, y en la belleza del último tramonto.

La eternidad es una tarde de chicharrón en Cochabamba y el domingo que va formando nuestro carácter, que desvela, a momentos, donde quisiéramos un día volver todos. ”La vita es breve y complicada y nadie sabe de verdad nada. Por lo tanto la mejor solución es no hacer nada”. Y retorna nuestra nostalgia...entonces podría volver a Trilce y a sus palabras, al camino de Eneas y a los fantasmas de Cecchini, mi pueblo o Comala, pedaleando al ras de bajas paredes donde los ancianos del pueblo, ahí sentados, esperan la muerte.

Y pensar que hace cuatro billones y algo de años, ya había microbios de una sola célula nadando felizmente en el caldo primordial, bebiendo azúcares simples y excretando etanol y dióxido de carbono.

Somos todo lo que hemos vivido. Somos el no permanecer en lo inmutable, y recobramos identidad detras del viento que silba, del canto de miles sirenas y del tiempo.

Tercer mundo, chicha de Aramasí, que es el vino fuerte de mi pueblo, los bailes de aquellos viejos sentados, los cuadros de Hopper, las ruinas, los ruidos y el escombro del abandono de hoy. La musicalidad del silencio que propio hoy busqué y nunca he encontrado.

Maurizio Bagatin, 11 diciembre 2021
Imagen: Edward Hopper, Soir bleu, 1914

Publicar un comentario

0 Comentarios