Pequeña huaca roja



Reúno estas palabras para cuatro personas,

alguien más puede cazarlas al vuelo,

oh mundo, lo siento por ti,

no conoces a esas cuatro personas.

Ezra Pound: Causa



Estás allí, alejada de un mundo que no sabe de ti. Que te olvida en su inmediatez. Te niega en su necedad. Estás allí, en el centro del cosmos, en el lugar preciso donde se conjugan mis sentimientos y tu inmenso poder de reflejarlos, ampararlos, dialogando con ellos



La emoción se sincera sintiendo la luz que emanas y es tan intensa que se eleva y vuela hacia la cumbre de los cerros, hacia las anhelantes abras donde las apachetas aguardan, hacia las quebradas donde la muerte ya no duele



Mullu huaca: el salitre purifica al cobre y, cuando cuajan, luces tan bella, pequeña huaca roja, que curas temores y cicatrizas dramas: danza el espíritu al son de esa música, molecular, intima, liviana, que sólo las piedras saben trasmitirte



Porque hay música en el destino de estarse allí, inmemorial e inmóvil, abriendo corazones, alejándolos del espanto, volviéndolos camino, camino que se anda y se desanda -siempre es así, siempre será así, en las montañas-, camino de ida y vuelta hacia ese destino donde la música de las piedras se desata y danza, danza, danza



Danza el corazón por la alegría reencontrada

Danzan los adioses a la eternidad, danzan con las estrellas, danzan

Danzan bajo el sol

Danzan



Pequeña y dulce huaca roja: tú me dices tantas verdades que siento que solo no puedo recibirlas, por eso las escribo y las echo a andar, alguien más sabrá de ellas, alguien más se conmoverá, y así las celebraremos, en silencio, como cada una de tus verdades merece ser escuchada y honrada.



Pablo Cingolani

Antaqawa, 26 de mayo de 2022

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