Más de 40 años de War, los U2 resplandecientes


El Mago me habla de Brahmā, de consciencia. El rock hizo su parte durante mucho tiempo. Este disco tiene más de cuarenta años y hoy reapareció entre mis manos. La Irlanda que olvidamos y la Irlanda que ya no existe. Una prosa de Brendan Behan. ¿Cómo podríamos conocer Irlanda a través de James Joyce y de Samuel Beckett? ¿Opuestos, o la misma materia deconstruida y devuelta en lenguajes de diferente contemplación? Este lenguaje musical que atravesó el punk, se fue con el intento de una posible purificación y nos propuso un acompañamiento que atraviese nuestros corazones y nos devuelva la poesía de Yeats. Imposible, el olvido de hoy y la melodía de ayer. Rock, ¿qué podía ser?

Disfruto del disco a distancia de tiempo. La posibilidad que nos ofreció el vinil. La resplandeciente utopía o la ilusión de un grupo musical. Lo escuché pensando en sus letras y en su mensaje. Disco olvidado. La aguja iba acompañando a los surcos impreso en una materia sintética, ritmo y pathos de una época. Me hace retornar a la mente cuanto decía Walter Benjamin: “Cada época no sólo sueña con la siguiente sino que, al soñar, la impulsa a despertar”. Cuantas veces lo gozamos. El tam tam que evoca un origen común, las noches escuchándolo sumergidos en el humo de la ganja londinense, entre Brighton y Portobello Square, la Jamaica que seguía buscando a su Bob Marley y a un Peter Tosh. El desencanto de que Irlanda existió gracias al haber enfrentado internamente su cuestión nacional. Oscar Wilde que desmantela el mito imperial de Inglaterra. Tal vez las más subliminales letras en lengua inglesas son justamente irlandesas. ¿Quién no disfrutó de George Bernard Shaw, de Seamus Heaney y de Bram Stoker?

War desempolvado, título que hace reflorecer antiguos y eternos horrores humanos, la guerra antes todos. Estupideces, nos ilumina el Poeta. Irlanda es una herida como otras islas. Casualidades geográficas e unicidades históricas. Violencia que la naturaleza y el hombre han ido amplificando: “Dicen que Dios inventó el whiskey para impedir que los irlandeses gobernaran el mundo, pero, ¿quién inventó Irlanda?”. Este disco llegó como una herencia un mandato. ¿Faltó responsabilidad? La Historia nos dirá. Irlanda fue un imaginario para muchos, la inmensidad del verde y la infinita rebelión, la condena que Inglaterra le infirió. Jonathan Swift underground. War es una obra política, como si todo lo que hacemos no fuera política. La banalidad y las estupideces también. Un día John Riley rebelándose a la Historia. San Patricio que grita “Erin Go Bragh”, Irlanda para siempre. A todo esos y a mucho más, mi recuerdo, la hambruna, las papas enfermas y el delirio de una emigración única en la historia de la humanidad.

War, adentro y afuera del vinil que disfrutamos. Mensaje político desapercibido por quienes debían metamorfosearlo en acción y aprovechado por buitres ante litteram, castigo artístico para el arte tout court. Solo gozo de la multitud. Mensaje de paz frente a la irracionalidad del ser humano. Lo disfruto como lo disfruté. Hay que reconocerle al arte cierta frivolidad, eran los años ochenta y la Dama de Hierro permitió el olvido y la sumisión, no menos de cuanto lo hizo años después Tony Blair. Un sueño desmenuza a otro sueño, se quedan unos cuantos soñadores en querer compartir la utopía, unas cuantas películas de Ken Loach, la conciencia de ser eternamente una isla.

Maurizio Bagatin, 30 de marzo 2025

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