JESÚS CHAMALI -.
Han pasado poco más de dos meses desde las elecciones municipales y autonómicas de España y estamos a poco menos de cuatro meses -se acaban de anunciar para el 20 de noviembre- de las elecciones generales donde habrá que decidir sobre quién gobernara el país los próximos cuatro años.
España, como ya he comentado en otras entradas, vive en una continua campaña electoral que hace que las decisiones, de tomarse alguna, lleguen tarde y mal. Tarde, porque entre tanto miedo a hacer algo que reste votos al partido en las siguientes elecciones, nadie mueve un clavo, y mal por la misma razón. Gobernar se ha convertido en un acto más de la campaña electoral en vez de una labor de gestión de los asuntos públicos, donde el cumplimiento del programa electoral que supuestamente llevó a un político o a una formación al poder queda supeditado a lo que vayan diciendo las encuestas sobre la intención del voto de la gente.
¡Y así nos luce el pelo!
Al parecer, ser político hoy es como meterse a cura o militar en los años de la post guerra civil española del pasado siglo: se hace más por tener un trabajo y un sueldo -un enorme e indecente sueldo, inmerecido en la mayoría de las ocasiones- que por verdadera vocación de servicio. Y como "profesionales" del ramo, los políticos actuales, en vez de intentar ser buenos gestores de la cosa pública, tratan sobre todo de perpetuarse en el cargo o de ascender en el escalafón del partido, sin importarle tanto los buenos resultados de su trabajo hacia sus gobernados que hacia su propia carrera. O en el peor de los casos, y cada vez más común, hacia su beneficio económico a través de negocios y negocietes hechos al amparo de su puesto, tanto para sí como para sus amigos íntimos y familiares más directos.
Tal vez por eso, movimientos como el de los Indignados del 15-M tiene tanto predicamento en la sociedad de base, porque ya estamos hartos de que no sólo nos mientan en cada campaña sino que además nos traten de imbéciles el resto del tiempo.
Que en España la frontera entre la derecha y la izquierda es cada vez más difusa, es un hecho contrastado. Tan difusa, que yo ya soy incapaz de reconocerla, salvo en sus extremos.
¿Y saben qué?
Que a la gente eso ya no nos importa, porque igual que durante muchos años temblaba al nombrar a la Guardia Civil por sus actos represivos y brutales, hoy en día cuando oímos a un político sentimos arcadas e ira, y asociamos su presencia y su imagen con la de los rateros que te roban la cartera sin que te des cuenta cómo.
Tal vez por eso los españoles vemos a los políticos como nuestro mayor problema, por encima incluso del paro o del terrorismo.
Albert Einstein decía que no podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos. Ojalá nuestros políticos y gestores leyeran -y aplicaran- alguna vez esta premisa en vez de la que Maquiavelo propugnaba cuando dijo que el príncipe (cámbiese por gobernante) no debe preocuparse de incurrir en la infamia de aquellos vicios sin los cuales difícilmente podría salvarse su gobierno.
A todos nos iría mejor.
13 Comentarios
El mejor punto de vista que leí hasta el momento.
ResponderEliminarAparentan estar atravesando una de las peores crisis de la historia. Sé poco sobre su pasado político y económico pero se percibe a través de los medios.
ResponderEliminarLos mismos problemas de siempre y los mismo inútiles fingiendo que harán algo por solucionarlo. Disculpe pero descreo de todos en estos momentos de crisis.
ResponderEliminarMuchas gracias por ser la primera seguidora oficial de mi blog! me hace mucha ilusión =). Ahora cotillearé un poco el tuyo
ResponderEliminarSaludos!
Todas las formas de gobierno procrean o permiten o alientan una clase parásita, que hará hasta lo inimaginable por conservar los beneficios que le da su condición de parásito. Salvado su pellejo, sabotearán con su indolencia, o su torpeza o su incapacidad o su mala intención las acciones entusiastas y generosas de los poquísimos preparásitos que sí intentan mejorar las cosas para el bien de todos.
ResponderEliminarNo los necesitamos. Las sociedades adultas no necesitan gobiernos de ningún tipo. Quizás un consejo de ancianos que sólo se dedique a aconsejar y a traspasar la sabiduría acumulada a lo largo de sus vidas.
Oportuno artículo, señor Chamali. Funciona con igual fuerza en cada país.
Un indignadísimo chileno
Jesús. comparto todo lo que dices. Los españoles ya no esperamos nada de nadie, sobre todo de estos dos partidos que nos gobiernan desde décadas.
ResponderEliminarMe gustaría un debate sobre la ABSTENCIÓN ante las próximas elecciones. No es ninguna utopía. Creo que un noventa por ciento de abstención levantaría llagas y, tal vez, los millones de indignados, bien dirigidos y llevados, sería la solución.
Tal vez el movimiento 15-M tenga la solución. Ahora tienen su oportunidad. Deberíamos apoyar ese movimiento entre todos. Saldríamos ganando.
Estoy seguro de que una abstención del nivel que comentas, Concha, sería algo más que un toque de atención a la mediocre clase política que dejamos que nos gobierne; sería tanto como hacerles patente, sin ningún tipo de dudas, excusas o salidas, que ya no nos representan, que ya NO queremos que nos representen porque ya no creemos en ellos.
ResponderEliminarLo que ocurre es que no creo, muy a mi pesar, que eso vaya a ocurrir, y la razón es muy sencilla: los votantes "cautivos", los "fijos en plantilla" que cada partido tiene suman un granero de votos -mayor en la zona del PP que en la del PSOE- más que suficiente para que esos índices de abstención puedan llegarse a dar. Son los votantes que van a ejercer su derecho más que como apoyo a su formación, como ataque a la del oponente. Son los que dicen: "vale, son unos chorizos, pero son MIS chorizos..." y contra eso es casi imposible luchar. Son los votos que dan en llamar "suelo" de cada partido, debajo del cual saben que nunca bajarán pase lo que pase.
Sin duda que un debate sobre la abstención, pero un debate real, sereno y abierto, desdramatizado y lejos de los miedos y chantajes que pretenden hacernos desde los partidos -todos- enriquecería nuestra sociedad y abriría una vía, igual de democrática que la del voto, para decir que ya no más, que hasta aquí hemos llegado.
Y comprobar que en Chile, e imagino que en todo el mundo, las cosas son iguales no nos sirve de consuelo.
Yo creía en este sistema, creía en que la democracia de los partidos, después de 40 años de silencio y oscuridad nos iba a dar luz y voz al pueblo.
Me equivoqué.
O tal vez ellos se equivocaron, pero yo sigo creyendo en que es el pueblo el que ha de dejar oír su voz de la manera más potente posible, y ésta a veces es el silencio.
Gracias a todos por enriquecer mi artículos con sus opiniones.
Sin duda que sobrevaloramos la capacidad operativa de los partidos políticos organizados. Lo hacíamos porque eran, hasta hace poco, la principal alternativa a las dictaduras aún más inoperantes y sanguinarias. Hoy nuestra credulidad se ha desvanecido casi por completo. Sabemos que estas agrupaciones de políticos no tienen más ideas ni capacidad que cualquiera de nosotros y que siguen funcionando en gran parte gracias a que ciertas remanencias del imaginario colectivo que les sigue atribuyendo un poder y una solemnidad de la que no gozan. Ellos mismos sobredimensionan su importancia y representatividad.
ResponderEliminarEstimo que más bien avanzamos hacia el desacato total, tal como recordaba en un futuro posible, el hombre cansado de Borges.
Un abrazo mi querido amigo.
Anoche miraba por la Tv Pública el cuestionadísimo programa de debate 678 en el que abordaban este tema y el de los Estados Unidos.. Lo ví, lo digerí y apagué la tele con un sentimiendo de indignación tan grande que no cabrían en este mundo. La burla desde acá por estar mejor que allá me pareció absolutamente reprobable porque a nosotros nos aquejan los mismos problemas desde que empezamos a llamarnos Argentina. El programa del que te hablo es uno hiperoficialista que resalta más allá de lo debido los aciertos del gobierno y señala los errores de la oposición. No es mejor que los que sólo critican y potencian los desaciertos. Todos dicen, proponen y al final.. nada.. poco. Tal como a vos en este post pensé: los viejos problemas y las mismas soluciones.. Hacia donde conduce eso? La respuesta está a la vista.
ResponderEliminarHay razones bastante obvias para tanto desencanto y tanta furia hacia las clases políticas, pero yo me pregunto ¿de qué otra forma podríamos ordenarnos socialmente? En cualquier conmoción social, quienes sufren son los más débiles. En los momentos de anarquía política vuelven a predominar los antiguos señores feudales, los señores de la guerra, y todo queda peor que antes.
ResponderEliminarLos políticos son, a nuestro pesar, un mal necesario.
Claudio Valenzuela
Mientras sigamos pensando así, Claudio, en términos de que "los políticos son un mal necesario", seguiremos abdicando de nuestro derecho a tener gente honesta y responsable para que nos represente, renunciando a la posibilidad de cambiar un sistema caduco por inoperante por otro más acorde al SXXI que sea capaz de reflejar y cumplir de manera limpia la voluntad de la mayoría, (de todos es imposible, dejémonos de utopías), y consintiendo que un mal sistema -malo debido a un pésimo funcionamiento y a la enorme distancia entre la teoría y la práctica del mismo- se perpetué sin solución.
ResponderEliminarNo creo que la solución sea la inhibición propiciada por el miedo a que la opción sea el sistema actual de políticos o el caos, porque no creo que la disyuntiva sea elegir entre este mal sistema u otro peor. Creo que la solución está y pasa por cambiar -mejorando, claro- este sistema adecuándolo a las necesidades del mundo actual y volviendo a una esencia que no sé si existió alguna vez, pero que si existió, se perdió de seguro: la del político que está para servir a la comunidad y no al revés.
Hay quienes ven con optimismo el hecho de que las personas -en la mayoría de los casos movidos por sus intereses pasados a llevar por otros- salgan a la calles y manifiesten su descontento. En Chile, al igual que en tu tierra, Jesús, está viviéndose este fenómeno. Hasta el momento, se ha logrado poner en la agenda del Estado temas como la educación y, en menor medida, el transporte público. El cómo lograr que este descontento -movido muchas veces por corrientes caóticas- no se acabe convirtiendo en beneficio de los grupos más conservadores de la sociedad, los mismos que tienen la desfachatez de vincularse con este descontento ciudadano por su supuesta "apoliticidad" es un temor más que justificado.
ResponderEliminarCreo, amigo Jesús, que el descontento sin organización es ganancia de explotadores.
Gracias por hacernos volver a estos temas.
Problemas para dormir??? Problemas para comer??? Problemas, problemas, problemas...
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