GABRIEL PRACH -.
Lo habías pensado mucho antes de decidirte. Las cosas se piensan bien antes de hacerlas porque el arrepentimiento de nada sirve, bien lo sabias tú que dejaste a tu prometido esperando en el registro civil debido a que decidiste a última hora que él tenía que ser libre, dado que no era para estar casado a la fuerza y tú sabías que el matrimonio duraría muy poco. Lo amabas, es cierto, pero qué se le iba a hacer.Tu madre, esa santa señora, no soportaba que te quedaras soltera. En su lecho de enferma te rogaba que te casaras y tú tan díscola como tu padre le dijiste que jamás. Siempre creíste que por esa razón la muerte de ella aconteció más rápido de lo esperado. El caso es que te quedaste soltera y a tu cuidado quedó tu hermana pequeña, que empezó a ser como una hija para ti, con todo lo que eso significaba, con la casi hipoteca de tu juventud, de las salidas, la diversión y cualquier otro pretendiente que se acercara a tu puerta. Toda tu vida consistía en atenciones para tu hermana, nada más que eso y no reclamabas porque te correspondía, era tu deber hacerlo.Pero de un tiempo a esta parte te has estado sintiendo muy sola, la comedia de la televisión, en la tarde, no alcanza a aliviar tu soledad, ni siquiera tus rezos te confortan como antes. En las noches frías de invierno te pones a pensar sobre qué habría sido de ti si hubieras ido al registro civil a casarte, tal vez hubieras sido una dama hogareña como tu santa madre o quizás hubieses trabajado con tu marido para juntar dinero y así tener varios niños, que es lo que más quisieras, pero no, mejor te dejas de soñar despierta, los hombres jamás piensan en esas cosas como nosotras las mujeres, sólo quieren una cosa y en eso son todos iguales, con mucha razón tu madre te decía que los hombres son puro instinto y que había que llevarlos cortitos o si no te podían destruir la vida.Tu madre sabía bien de aquello, tú misma sorprendiste a tu padre con la empleada, cuando aún ella yacía postrada y enferma en la otra habitación. No señor, en los hombres no se puede confiar y tú le demostrarías a tu hermana lo equivocada que estaba. Esa cabra loca, había salido de moral livianita, por decirlo de alguna manera, igual que tu padre. Rebelde como estaba no pensaba en nada y tú, déle que déle insistiendo en que tuviese cuidado, que no ande sola de noche, que te llame avisando donde está y que por favor llegue temprano, pero era inútil, para colmo los fines de semana era peor, se traía al pololo para la casa y tú tenías que armarle una cama en la salita de costura que estaba al lado de tu dormitorio y te juramentabas no dormirte para que nada sucediera, pero el sueño te vencía y cuando despertabas al otro día, el pololo ya se había ido.
Era día viernes y de seguro que hoy lo traería, así es que te preparaste toda la tarde, dormiste una larga siesta para no tener sueño en la noche y después te diste un buen baño de tina, te pusiste tu ropa interior nueva, esa que venía en el catálogo que te mostró tu vecina y que tanto te gustaba, tu hermana te había descubierto justo cuando te la estaban mostrando y se rió de ti, se rió descaradamente, burlesca y despreciativa, como si tú no fueras mujer, se rió de tus cuarentayseis y soltera todavía, se rió por no haber conocido hombre alguno en tu vida y porque comprabas ropa interior sexy sin tener a nadie a quien mostrársela. Qué se había creído, ahora tú le enseñarías lo que es el respeto, después de todo tú la criaste, ya que tú padre se marchó al tiempo después de morir tu santa madre. Tú la criaste y así te pagaba, pero bueno, el caso es que la hora había llegado. Estabas despierta en la cama oyendo cómo se acostaba el pololo de ella en la salita de costura, continuo a tu dormitorio. El de ella estaba al final del mismo pasillo que comunicaba con las tres habitaciones. Te levantaste sin camisa de dormir y abriste la puerta, al pasar frente al espejo del pasillo te miraste de reojo y sonreíste al pensar que tus carnes aún estaban firmes, diste dos pasos más y te apoyaste en la puerta de la salita de costura. La respiración profunda que venía del otro lado era señal inequívoca de que estaba profundamente dormido, no sentiste temor, ya que te habías dado cuenta cómo te miraba y de seguro que te aceptaba, pero seguiste por el pasillo, entraste al dormitorio de tu hermana que estaba durmiendo medio desnuda, empuñaste con fuerza el cuchillo en tu mano derecha y lo hundiste hasta la empuñadura en el corazón de la maldita. Ella despertó, abrió los ojos sorprendida y miró cómo sus pechos se teñían de sangre, luego expiró sin quejido alguno. Limpiaste bien el mango del cuchillo, pero lo dejaste allí, clavado en el pecho de la puta, luego te dirigiste hacia donde dormía el pololo, te miraste otra vez en el espejo del pasillo y volviste a sonreír, estabas muy bella y sabías que no te rechazaría, después de todo era hombre y esos son todos iguales, puro instinto. Luego de estar con él te rasgarías la ropa interior y te irías al teléfono que estaba en la salita de estar, sollozando, llamarías a la comisaría que estaba a dos cuadras de tu casa, les dirías que el tipo se había vuelto loco, que la había matado y que además había abusado de ti, los carabineros del retén te conocían muy bien y de seguro lo creerían, después de todo tú eras una santa señora, igual que tu madre.
Narrativa Prach, premio creación literaria 2006 Fondo del libro.
6 Comentarios
Qué bueno está! Me gustó la historia, hasta me dio calosfríos y un poco de miedo pero debe ser la hora no más.
ResponderEliminarSaludotes
Me cargas, que fiera es esa. Excelente narrativa, tensión al maximo. Buen blog, sres.
ResponderEliminarUn excelente relato, magistralmente llevado desde el principio hasta el final.
ResponderEliminarUn enorme placer leerlo.
Lo leí anoche y desde entonces la historia me quedó dando vueltas en la cabeza. Con mis peores ánimos de los fines de semana se me ocurrió hacerla película en mi imaginación y tomar el papel principal.. lúdicamente :D
ResponderEliminarDe diez.-
Saludosss!!
Inquietante, perfecto. Lo disfruté mucho, saludos.
ResponderEliminarNo hay dudas que está excelente, se siente la tensión en cada línea y no se puede abandonar en ningún momento hasta llegar al desenlace. Más allá, me pregunto si será realmente un crimen perfecto o acabará sus días en carcel o en un psiquiátrico.
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