“Me despido de los amigos silenciosos
a los que solo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino,
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda”.
Jorge Teillier
Tomo con los viejitos porquen de ellos es el reino de los cielos. Porque conocen mejor que yo a las putas. Porque se han enamorado, porque en cada libación de vino esconden una pena.
Tomo con los viejitos en los boliches medio olvidados de la ciudad. En jarrones de vidrio. Escuchándoles las mismas historias. En tardes de domingo donde se mata el aburrimiento y la ausencia de un amor.
Tomo con los viejitos porque muchos de los más jóvenes se creen ganadores en base a su soberbia. Tontos útiles del sistema del cual se creen dueños.
Tomo con los viejitos vino tinto con durazno, vino blanco con frutilla, vino pipeño con helado de piña.
Tomo con aquellos de la vieja guardia porque a veces lloran. En sus borracheras ahogan un mal recuerdo o dan la bienvenida a una momentánea felicidad. Porque sus esposas les han aguantado todo. Porque abren los oídos para escuchar mis desdichas. Porque escuchan canciones viejas que se están cayendo a pedazos.
Tomo con los viejos del pueblo que pasan a tomarse un refresco y se quedan hasta la noche tejiendo recuerdos. Que llegan a sus casas con la bolsa del pan a las diez de la noche. Que miran el trasero de la muchacha que atiende las mesas como si se tratara de una escultura recién expuesta.
Me junto a beber con los viejitos y me como una empanada, quesillo con carne mechada, tomate con palta, tortillas al rescoldo con panitas con ají. Me junto a beber con ellos y no importa que la policía me detenga por sospecha; por sospecha de querer cambiar el mundo.
Tomo con los viejitos porque escriben los últimos capítulos de la novela de sus vidas y por ende ya nada importa tanto. Tomo con ellos porque me devuelven las esperanzas de que detrás de mi tristeza, hay cosas peores.
Tomo con los viejitos un sábado en la tarde cuando comienza a llover y me imagino con lujo de detalles ese pasado que ellos describen como un presente.
Me embriago con los viejos porque a pesar que sus historias las he escuchado mil quinientas veces, siempre agregan un nuevo elemento que las enriquece.
Tomo vino en caja con los viejitos porque me siento ajeno a todo esto, un “transmigrado”, como uno de esos mismos viejitos me dijo una tarde interminable de lágrimas y tristes recuerdos.
Tomo con ellos en la búsqueda de otros sentidos, de otras formas de enfrentar la existencia, de nuevas rutas desde donde escribir capítulos sueltos del proyecto de mis imaginarias memorias.
Bebo con los viejos después de haberme despedido de la muchacha más hermosa que ha pasado por mis días. Ellos estarán allí sin condiciones para escucharme hablar de esa muchacha.
10 Comentarios
En esos bares se respiran los sufrimientos acumulados, pero que nunca saben a queja, sino a picardía, como si en cada copa viniera un chiste tan ingenioso como amargo.
ResponderEliminarUn texto poema, mi querido Juan Pablo. Realmente hermoso.
Amigo Pablo, brindo por ti y por esos viejitos que saben escuchar porque aunque sus pechos estén repletos de penas siempre encuentran hueco para los amigos.
ResponderEliminarCuéntame tus penas amigo.
Un abrazo.
Estoy conmovida con tu historia, Juan. Hay sabiduría y simpleza, como la continuación en prosa de un poema de Jorge Teillier. Procura eso si no terminar alcohólico tan pronto.
ResponderEliminarUn abrazo
En San Carlos, algunos viejitos beben ponche de erizos. Una excentricidad que los hace tiritar y los llena de energía.
ResponderEliminarY cuando todos esos viejitos se mueran, ¿qué hará Jiménez?. Porque los que aún no son tan viejos tienen un chip distinto, una ética distinta, una ruptura violenta con esta ternura etílica.
ResponderEliminarMuy buen escrito.
Me parece interesante, más poético que narrativo. Haz intentado hacerlo en poema o eres de los que les encanta innovar sin seguir alguna norma tradicional. Te lo digo porque tienes una parte muy descriptiva y ala vez las imagenes son simples pero concretas. Trabájalo un poco más y juega más con las imágenes. Suerte
ResponderEliminarMuy bueno, muy bueno! Me hizo reir aunque tiene un tono nostálgico y de desamparo que debería hacerme sentir un poco apesadurmbrada.. Sucede que me hizo acordar a un tema musical cumbiero en el que el cantante decía tomar para no enamorarse y viceversa. Se toma por miles de razones, se toma con la mejor compañía que se encuentre segun la circunstancia o los ánimos, se toma lo que sea y como se pueda.. se toma por alegria y pena. Se toma y ya. El cuadro que ud pinta es muy propio y personal, aunque extendible a otros por asociación simple. Me lo tomé, no obstante, como no bebo preferiría tomarme una partida de ajedréz con los viejitos de parque Rivadavia para consolar el almita al menos por un rato.
ResponderEliminarSalute!!
A su salud! Me gustó mucho, saludos y adelante!
ResponderEliminarYo tomo para quitarme el cansancio, me relaja mucho y luego a pegarse una dormidota. Cerveza o vino con buena compañía es mi ideal de un buen rato, pero para las tristzas no tomo mejor un poco de peloteo en la canchita del barrio.
ResponderEliminarLos escritores con unas copas de más deben ser tristisimos!! No creo que sean divertidos. Tomar en el caso de las angustias es mal remedio para un mal sin cura.
ResponderEliminarBuen escrito, saludos