LORENA LEDESMA -.
Hace un calor terrible. Busco cuentos para leer. Encuentro una excelente web que me recomendó un amigo. Abro "El hombre de hielo" de Haruki Murakami. En medio de mi ensimismamiento lector Claudio me sorprende por el chat: "que hace? que piensa? que sueña?". Me gusta encontrarlo del otro lado. Su alegría adolescente me pone feliz y su compañía erudita me hace seguirlo en sus elaboradas letras con inusual pasión. Me alegra que me interrumpa, siempre.
Yo: Pienso y leo
Antes de venirme para el negocio ví una disertación de Slavoj Zizek. En eso pienso. En su imagen en la pantalla: gordito, desarrapado, sudado, apasionado. Hablaba sin parar. Su inglés me sonaba un poco precario, pero seguro era correcto porque la audiencia le respondía con silencios y risas oportunas demostrando que seguía con admiración cada una de sus palabras. Tropezaba con sus palabras pero lograba trasmitir con abrumadora claridad sus ideas. Imaginaba que en sus textos se expresaba con más claridad y me vinieron ganas de leerlo.
Me gustó verlo, oírlo, leerlo desde la pantalla de la pc. Me gustó esa pasión nerviosa. ¿Cómo debe ser el nuevo verdadero revolucionario? Sus planteos andaban por esas sendas. Yo creo como él. Zizek apuntaba y apuntalaba la idea de la necesidad de ir a la acción. Intentaba poner énfasis en eso con palabras. Hacer. Aliarse y hacer.
Dejar en evidencia que los neoliberales no pueden hacer nada sin su cooperación fraternal. Todo esto como un camino para llegar a arrebatarles a los neoliberales el control de todo.
Claudio: Hacen falta pensadores de nuestro lado. Chomski es de los pocos. Pero estamos al debe.
Yo: Hacedores.
Nos sobran los confrontadores. Estamos en faltante de conspiradores inteligentes. Zizek planteaba renovar a Marx y ser menos utópicos, ser más materialistas en términos de reacción... Creo que todos somos demasiados utópicos... hasta casi charlatanes. Por eso, ver a Zizek alentando a la acción me pareció refrescante, aunque él mismo es una especie de charlatán verborrágico, académico, teorizador, y no lo imagino emprendiendo acciones relevantes más allá de su discurso.
Y resulta que me dieron ganas de hacer alguna revolución. Miraba la toma en primer plano de Zizek y pensaba en los que hacen la revolución con las piernas, con las manos; en los que no protestan porque tienen sueño, sed, hambre; los que superaron las necesidades terrenales y van a lo imposible... a la revolución improbable.
Ojalá alguien le ponga el fin al cuento.
Ojalá alguien le ponga el fin al cuento.
6 Comentarios
Concuerdo en que es muy grato hablar con el amigo Claudio Rodríguez. Erudito, que da gusto, y sabe escuchar, algo muy raro.
ResponderEliminarTambién tiene ideas propias. Es decir, su erudición no ha sido en vano.
Sobre Zizek. Estimo que va en la línea correcta. Verlo de veras entusiasma. Logra cerrar ideas, a pesar de su propio caos, de su dispersión.
Buen texto.
Un abrazo fuerte, querida Lorena.
¿Y qué le pareció Murakami?
ResponderEliminarLa Mano Piadosa
Que poderoso, texto... en breves líneas, preguntas fundamentales, como una suerte de pinponeo intelectual... a pesar del gilipollas mencionado al inicio... un abrazo, Lorena.
ResponderEliminarMe gusta Slavoj Zizek y quisiera poder dialogar con su amigo, no abundan los buenos compañeros virtuales sino mas bien puros babosos.
ResponderEliminarLa acción de Zizek es crear y difundir ideas coherentes sobre cómo hacer más justa la convivencia mundial.
ResponderEliminarEs un hombre admirable, y sus ideas son aún más admirables.
Un gusto leerla
Murakami es muy bueno, Slavoj Zizek también.. no obstante estoy en un momento que quiero guerra, revolución más que con palabras. Me gustaría que estos académicos hablasen menos académicamente e ir hacia lo práctico.
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