GABRIEL PRACH -.

Entonces lo supe, de improviso la mirada de ella se clavó en la mía con un reproche intenso, una especie de odio contenido en un par de pupilas negras, mordiendo sus labios y dejando caer una lágrima negra hasta el borde de su boca que borró de un golpe con el dorso de su mano. Dejé a Carver y su bebida alcohólica y la última cita con su mujer de años y la despedida, y el viaje a mundos separados pero unidos en cierta parte que no alcanzo a comprender bien cuál es, y su si me necesitas llámame, y la maleta, y el auto y la carretera. Lo dejé todo sobre la mesa y me marché sin volver la cabeza.
3 Comentarios
Intrigante y con ritmo. Me quedo pensando qué estarán pensando los del relato.
ResponderEliminarwena!
ResponderEliminarEn su brevitud reside un inapelable atractivo de esta lectura. Muy bueno, me atrapó.
ResponderEliminar