PABLO CINGOLANI -.
a la memoria fértil de Francisco Urondo
Ch'alla dentro del silencio, de la verdad, donde se exilian todas las almas olvidadas por el olvido, renegadas de susurro y amparo y que de puro bongó puro hongo puro estirar las cuerdas hasta que la guitarra te abrace pura sensibilidad acústica, teche tu falta de ilusión y tú no-mudez tus verdades a palos pero verdades al fin tus interrogantes: lo que canta a la turbulencia y el asombro, lo que dicta los signos de la bruma, el jeroglífico que atizas, un trueno en el desierto que nunca se calle.
Ch'alla en la verdad del silencio que esconde el abrazo eterno de los achachilas y esa soledad invencible que acunan todas las montañas, los desafíos que semejan imposibles, los imposibles que semejan desafíos, el dátil que te aguarda en el rostro de San Judas en las manos del Isidro-cucumelo, los mensajes que la piel y la aridez incitan y escuches desde el rincón más alejado de tus pies, la escarcha el corcho el silicio la piedra más arisca de la travesía, la más propia, la más tuya.
Ch'alla tras la claridad de la agonía que escribe con palabras de sangre la memoria de las piedras la memoria, los himnos a los héroes que naufragan entre el vicio y la mentira, las putas del circo del cielo, gárgolas de un océano de azufre donde las sirenas quiebran sus voces y los hipocampos no cabalgan porque están duros.
Ch'alla que pugna en la oscuridad de la madeja, librando los combates contra la necedad que ningún muelle nos inicia, las batallas contra el asco que devociona un cauce donde labrar la máscara de su propio hastío, las huellas de la sin razón ajena, el sendero donde se oxidan los justos y se olvidan las brújulas, se olvidan.
Ch'alla en la derrota de las certidumbres que caminan a gachas por una ruta tapizada de virtudes, se alzan como totems de la ingenua visión del amor sobre las cruces de padua los nazis las balas de los milicos los espaldas mojadas el cuero que sangra el cuero que se arruga y sangra se arruga y sangra la ingenua (tele)visión del amor la antigua y crónica marca del genocidio my lai my lady my lai o irak señor que es lo mismo.
Ch'alla de la victoria de una y cada una de las dudas que se rebelan sin motivo contra las alergias al mundo, los arsenales de la nada, las alegrías del vacío que desmoronan las coronas de los ilusos, arrebatan los cetros del éxito, sepultan los deseos de los hipócritas.
Ch'alla tras la ecuación la conjetura el vidrio el vicio que sentencia precipicio y drama iguana que sana y el ogro que lacera la lágrima la estrategia y la ceniza que acuden sin cita al arroyo donde navegan el dolor la táctica y la tregua la comandancia y la gloria donde se oxidan los sentimientos y los plátanos el punto de vista de un retratista un francotirador un mago y el hambre de las masas ícaro y el verdugo la sorpresa los boeings y lenín donde y desde todos los vértigos lenín las masas el vidrio el vicio la táctica la estrategia los boeings zozobran y donde y desde se traducen en esa espera que es electricidad en atajo respiración puesta a prueba.
Ch'alla con los ilustres ausentes de los pesares los látigos las agonías y las multitudes que agonizan que cargamos todos, los miedos a decir soy yo somos todos el que golpea, golpeamos, soy yo, somos todos, el que grita, gritamos, soy yo, somos todos, el que se muere, se está muriendo, morimos, muriendo, la zafra, la gota, la marea, los otros -nosotros- que nos hostigan con sus miedos, sus estepas, sus altares, sus tundras, sus bolsillos colmados de impotencia, tumores, terrores, trizas.
Ch'alla entre las estrellas que seducen al infinito sin compartir la bendición con el polvo del infinito, los arrabales del infinito, los azares, los arrabales del infinito, derrotero anclado en esa espina de lo absurdo que se amplifica en la herida latente del guerrero, la odisea a diario, su infinito, los arrabales del infinito.
Ch'alla de muchedumbres y enjambres de muchedumbres que giran entre la velocidad lisérgica del abismo y el abismo, la miel y las hormigas, el infierno y el universo, la tempestad y la brisa, clamando por un hogar a su tragedia, un lagar a su llanto, una guarida a sus dentelladas.
Ch'alla del altar del corral de la abuela Dioni que mece las penas que los cactus besan, congregan laurel y coca, caudal y vértigo aguardando la escena donde parir el viento, bálsamo y precipicio para conjugar los latidos de la orgía, sésamo y síntoma como para dar a parir una ideología, una cruz, una diadema.
Ch'alla con viento y con la sonrisa que insiste, resiste los aludes que bajan de las ciudades, los teléfonos, los televisores, los asesinatos, las cadenas, los laboratorios, las guerras, las etiquetas del vodka y del whisky, el tifón que arrasa las marcas de la bolsa y tiza la bancarrota de las sedas, los signos de la pandemia declarada de fin de siglo, los dibujos animados, el rayo láser, las noticias que lady blue desparrama por el éter, las navajas que nadie gana y todos pierden, las joyas que decoran el hambre, la enfermedad, el misterio, la mirada que se devora la angustia, la felicidad que traza el círculo alrededor de todos los pecados, los engalana y los celebra: troza la piel, triza las dudas, trenza las penas.
Imagen: Francisco Urondo
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