Escribir, entre la bulla y la borrasca



MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ 

Aburre escribir de lo ya escrito a lo largo de los últimos cinco años, o seis, o siete, y hacer de heraldo locoide en descampado. No te repites tú, se repite esa realidad que nos rodea y resiste, y de manera firma. Escribir de eso que hoy es noticia bomba y mañana hojarasca, hacerlo de la impunidad gubernamental, de todo lo que viene alborotando las redes sociales desde hace años. Las redes sociales, el único espacio ya que parece tener algo de vida, el reducto del berrido, el bureo, el cancán del poco ingenio, la maleta del viajante de pacotillas, el desplante, la faena, el descabello, la cohetería… y es humo. Lo malo no es pensar estupideces, sino escribirlas, publicarlas y por el hecho de ser escritas y publicadas, ser respetadas, admiradas, aplaudidas… a cada cual las suyas. En eso pocos engaños me caben ya. Escribir casi a diario… ¿De qué? Está todo muy dicho, poco escuchado, menos actuado… y sin embargo, ese último prurito del pataleo, del grito del borracho, del desesperado, del asfixiado y el burlado, en la noche de la infancia, en las calles de la ciudad vieja: “¡Traición!”… y otros, que no iban a ningún lado, como no fuera a la Prevención y a la paliza, al multazo. Gritos, consignas de conjurados, relato del presente que se hace humo… lo escriben otros, al servicio del poder y por ello cobran.


*Publicado originalmente en el blog del autor Vivir de buena gana (24/01/2017)

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