HOMERO CARVALHO OLIVA
Hace
un tiempo, mi prima Valia, me pasó un artículo de prensa titulado Veinte palabras geniales que no tienen
traducción, firmado por Jason Wire, que se refiere a palabras que no poseen
una traducción precisa en otros idiomas o requieren de una larga explicación. En
esa línea titulé a esta columna Pequeña
lista de palabras fecundas porque
creo que cargan grandes significados.
Entre
las palabras que eligió Wire están Mamihlapinatapei,
que en yagan, “lengua indígena de Tierra del Fuego, Argentina, es la mirada
cargada de significado que comparten dos personas que desean iniciar algo, pero
que son reacias a dar el primer paso para comenzar”. Ilunga, que en lengua tshiluba del Congo, se traduciría como “la
altura moral de una persona que está lista para perdonar y olvidar una primera
ofensa, tolerarla una segunda vez, pero nunca perdonar ni tolerar una tercera
ofensa”. Wabi-Sabi, que en japonés y “en
una oración uno podría entender esta palabra como una manera de vivir cuyo foco
es encontrar la belleza dentro de las imperfecciones de la vida, y en aceptar
tranquilamente el ciclo natural de crecimiento y decadencia”. También del
japonés. Kintsugi, el arte de reparar
las cosas y dejarlas más hermosas.
En
francés hay una que podría explicar de manera breve e intensa, el sentimiento
de no estar en el país de origen, la nostalgia y la ausencia de muchas cosas de
la patria, esa palabra es Dépaysement.
En japonés hay una que revela “la determinación para afrontar los obstáculos en
la vida, de persistir en el intento con paciencia y dignidad, aún frente a
aquellos desafíos que parecen insuperables”, esa palabra es Gaman y mi preferida: Saudade, una de las palabras más
hermosas de la lengua portuguesa que ha sido adoptada por poetas, músicos y
enamorados del mundo entero, cuya pronunciación es música fina y suave, que
podría significar la alegría de sentirse triste o la alegría de extrañar a
alguien o a algo. En alemán existe la palabra Schadenfreude: “Bastante famosa por su significado, intraducible en
la mayoría de las lenguas (no así en español), es complacerse maliciosamente
con la desgracia ajena, o regodearse”, creo que todos conocemos a personas que
hacen de esta palabra su estandarte. Del portugués (Brasil), Cafuné: “El acto de peinar a alguien
suavemente con los dedos”.
Hace
unas noches tuve un sueño. Anocheció y yo me encontraba en una biblioteca
abandonada, allí descubrí un libro extraño. La obra era un tratado de palabras
olvidadas, abrí al azar y me encontré con
Celícola, un poética palabra que nombra a los habitantes del cielo, esa
región del aire que quisiéramos anidar. Esplín,
otrora muy usada por los poetas para referirse al tedio de la vida, práctica en
desuso de la burguesía. Merculino,
para aquello relativo a los miércoles. Adamar,
amar con pasión y vehemencia (atención románticos) y Desantañarse, que quiere decir quitarse años disimulándolos, que en
estas épocas está muy de moda para satisfacción de los cirujanos plásticos,
aunque la añeja palabrita ya no se use. También descubrí la palabra Serendipia, que es encontrar algo que no
andábamos buscando, pero nos produce una gran satisfacción. Bonhomía, que significa un trato amable y educado, algo que
estamos perdiendo y que más bien nos estamos poniendo Muérganos, es decir personas groseras que abusan de nuestra
confianza. Entre las palabras también estaba Yuafen, palabra castellanizada del chino, que se refiere a esos
amores que nacieron predestinados. Me encantó la palabra Mangata, que es el camino de luz que deja la luna al reflejarse en
el agua; así como Meraki, de origen
griego, que es hacer las cosas con el corazón y el alma. Cerré el compendio y
lo trasladé a los estantes de mi morada, como remedio para cuando me ataque la
melancolía.
Palabras queridas en Bolivia
En
Bolivia, también podríamos hacer una lista siguiendo esos rasgos y de seguro que
la misma incluiría a algunas de nuestras lenguas nativas como del castellano.
Por eso, antes de marcharte de una comunidad campesina o indígena hay que visitar
a los abuelos, guardianes de los recuerdos, dejar que cuenten sus sueños
nostálgicos zurcidos con esperanzas y frustraciones, para nos enseñen algo en
sus propias lenguas, porque hay memorias que no se pueden decir en castellano.
Van algunos ejemplos de estas palabras preñadas: Pujusó, usada en tierras bajas, que describe una tela, cuero o
superficie de algún material invadido por los hongos de la humedad. Kaima, palabra aymara que se traduce
como desabrido, pero cuando la usamos para referirnos a una persona viene
preñada de una serie de significados que tienen que ver tanto con el aspecto
físico como con la falta de carisma. Amartelo,
castellano, profunda tristeza por la ausencia de alguien muy querido, en La Paz
a los niños había que llevarlos al Parque de los monos para que se distraigan y
se les pase el mal del amartelo. Dicen que para muestra basta un botón, así
que, querido lector, lo invito a que elija las suyas y las comparta con sus
amigos.
Palabras sugeridas por amigos y
amigas de Bolivia:
Pescotis,
sugerida por José Luis Ballivián, en Bolivia se usa cuan es pillado infraganti.
También la paceñísima Estirse, sugerida
por Álvaro Vásquez, algo que se ha
fregado. Conana, sugerida por Álvaro Romero, que se refiere a una persona
terca, testaruda.
A
nuestro amigo Pablo Mendieta Paz, músico y poeta, le gustó Celícola porque le
pareció musical y se preguntó que palabra designa al habitante del infierno,
entonces Rudy Henrich le respondió que podía ser Avernícola.
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