Pablo Cingolani
¿Vos que decís? ¿La música redime o te da lo mismo que la vida suene igual? ¿Podemos aguantar este presente turbio e insensato sin convicciones? ¿Podemos resistirlo sin música? ¿Vos, che, vos, cuate, vos, pata, vos, hermano, vos, decime, vos qué decís? ¿Te da lo mismo escucharte o escucharlos? ¿La música sana o la música está de más? Vos sabrás.
Sin embargo, meto un dedo en el ojete del mundo de mierda y digo: Vida, de Sui Generis, es el mejor disco de toda la historia del llamado rock nacional, del más conocido como rock argentino.
¿Vida? ¿Vida de Sui Generis? Sí, loco. Vida de Sui Generis. El primer LP grabado por ese dúo mágico formado por Charly García y Nito Mestre, el año clave de 1972.
¿Por qué digo año clave? Se habían disuelto los súper grupos de la primera ola del rock nativo –chakataú Los Gatos, Almendra, Manal- y había que volver a llenar el mar con música y ahí aparecieron estos muchachitos que la rompían, que rompían todo, con sus voces, con su lírica, con sus composiciones arrasadoras, que te limpiaban el alma y llenaban el espacio de una música que no tenía correlato conocido. Eran ellos: eran Sui Generis.
Sonaban a los Beatles, sí. Sonaban a María Elena Walsh: sí, también. Sonaban a Almendra y a Manal, sí, claro. Sonaban a Bach y a Stravinski, claro que sí. Sonaban a todo eso junto pero eran ellos, más que ningún otro. Eran tan originales que, como diría luego y parafraseándolo a Charly, demolieron todos los hoteles de la música. Eran, como dictaba el nombre del grupo, eran algo único, sin igual e inclasificable. Eran Sui Generis.
En 1972, eso fue inexplicable. El mundo musical del rock se sumergía en el laberinto de las súper bandas y del rock sinfónico y en un extraño país del fin del mundo, en medio de un arrecife de dictaduras militares, aparecía un dúo que devolvía a la música a los altares de lo sublime. A don Kant le hubiera encantado escuchar las canciones de Sui Generis.
Canción para mi muerte es una auto elegía que no tiene fisuras. Es un himno, es un verdadero himno juvenil. La voz de Nito es tan transparente que no te da miedo morirte. Un primer tema así en el primer LP, hay que considerarlo como una obra magna desde el principio.
Necesito es una canción de niños. Es el flautista de Hamelin volviendo a Hamelin, diciendo: aquí estoy de vuelta, aquí están los nenes. Quiero que me quieran. Quiero que me escuchen. Es perfecta.
Dime quién me lo robó. Es una de esas canciones que dices, te preguntas: ¿cómo se puede hacer algo tan potente, tan potentemente fastuoso? Es Nietzsche en versión rock and roll, es una joya musical.
Estación: la escuché un millón de veces, la voy a volver a escuchar un millón, dos millones, mil millones de veces más. Es aire puro. Es como si la música se volviese tan liviana, que te eleva. Los médanos siempre serán eternos.
Toma dos blues: se va el tren, se va lejos… los chicos tienen aguante. ¿Por qué vamos a descreer de lo nuevo si es bueno?
Natalio Ruiz: si alguien escribió una mejor canción para retratar la decadencia de la burguesía argentina, que me avise. El piano de Charly es antológico.
Mariel y el capitán: este tema no se le ocurrió a Frank Zappa, lo creó Charly García. María Elena Walsh octavo dan, María Elena Walsh a la enésima potencia.
Amigo vuelve a casa pronto es….es… es, simplemente inolvidable, irrepetible y no la puedo definir con palabras. La voz de Charly…. Hay que escucharlo nomás.
Quizás por qué es tan sutil como la seda y te envuelve igual que ella.
Cuando comenzamos a nacer no se parece a nada que escuchaste antes. Es una pieza única, es otro himno, es algo que hay que agradecer que haya sido compuesto, cantado y grabado. Si yo tuviera que enviar música a Marte para que las marcianas sepan cómo somos los hombres humanos, les enviaría esta canción.
Posludio es algo bello, es belleza pura, que usaron para terminar de completar el disco.
Vida es la Poética de Aristóteles vuelta música. Vida fue el arranque, el principio, el origen, de la trayectoria creativa de Charly García: yo digo que de la obra de un genio absoluto como es Charly, su primera obra, es la mejor de todas.
Debatí con mi mismo si Artaud de Spinetta, otro genio, otro intocable, no era el mejor disco de rock argentino de la historia (también pensé en La Biblia de Vox Dei)
Artaud es un discazo pero es tan íntimo, tan personal, tan “spinettiano”, que no puede competir con Vida. Vida es expansivo, Vida buscaba vida, Vida buscaba a quien lo escuche y lo logró: el rock argentino se volvió indomable y no hubo nada ni nadie que pudiese detenerlo. Hay un antes y un después. Hay Vida.
Lo mío no es neutral: yo fui un hijo cronológico de Vida, de esa vida que nos brindó Sui Generis. Y eso, mi amor, eso, esa música, se los voy a agradecer siempre.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 7 de septiembre de 2018
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