Márcia Batista Ramos
Mi padre es un
hombre del monte, criado sin zapatos, pisando suave para no espantar la caza y
traer algo de carne para la mesa; también sabe pescar y fue él quien me enseño
el nombre de los pájaros, de los animales del bosque, de los peces, de los
árboles y de todas las plantas de esta enorme región que fue bendecida por Dios
y tiene de todo: nuestra comida, bebida y medicamento. Siempre fue una tierra
bendecida.
Aprendimos a
convivir con el yaguar, el puma, los pecaríes, tapires, ocelotes, aguará guazú,
el yaguarundí, el aguarachay, ciervos como el guazuncho, el ciervo de los
pantanos, en las zonas despejadas se encuentran ejemplares de ñandú, y en los
ríos y bañados, carpinchos, yacarés y nutrias gigantes. Además de reptiles,
como la anaconda, la yarará y la víbora de cascabel.
Nos gusta
observar a los tucanes, chimangos, guacamayos, jotes, urubúes, águilas,
halcones, buitres, pavas de monte, búhos, lechuzas como el ñacurutú o grandes
aves corredoras como el ñandú y tantos otros.
Mi madre es una
mujer sencilla, como todas del lugar habla poco el castellano, habla poco el
besɨro, una lengua indígena que aprendió de su madre, normalmente, mi madre
habla poco… Casi no habla.
…
Pero es ella
quien limpia la casa, cocina, lava la ropa en el río, trae agua, teje hamacas,
teje sombreros, teje canastas, lava los platos, hila el algodón, hace telas,
teje fajas… Ayuda a las vecinas en los partos, cura a los enfermos con las
plantas, hace tintes con las plantas, hace velas con la grasa más seca de la
vaca, hace jabón con ceniza, hornea el pan, va a la misa.
…
Nuestro
territorio en los de 1930, fue campo de batalla entre paraguayos y bolivianos
en la llamada Guerra del Chaco. Después, a mediados del siglo XX, hubo la
crisis del caucho y mucha gente perdió su gana pan; los diferentes gobiernos
nunca se preocuparon por nuestra región, así que, desde nuestros ancestros,
desde el tiempo de los abuelos y bisabuelos, nosotros, los chiquitanos, somos
pobres.
¡Ser pobre no es
pecado!
Lo malo y
verdaderamente pecaminoso es lo que vinieron hacer aquí, esas gentes del mal…
Justo ahora, en
la época seca, cuando son muy escasas las lluvias vinieron en la noche y
colocaron un poco de fuego; ¿para qué? bastó para quemar todo un gran bosque. Y
lo hicieron en muchos lugares al mismo tiempo y causaron la quema de más de 4
millones de hectáreas del Bosque Seco Chiquitano junto con la pérdida de flora
y fauna de la región.
¡Infelices!
Vinieron de otros lugares a quemar nuestra tierra, nuestro hogar…
Ni las áreas protegidas
de la región como San Matías, Otuquis, Ñembi Guasu, Tucabaca y Laguna Marfil,
se libraron del fuego, todo se consumió…
Durante días y
noches crepita nuestro bosque… Hacia
donde miramos vemos fuego, creo que hasta el sol parece un árbol en llamas…
Ha sido un grave
desastre ecológico. Las regiones tropicales del bosque Chiquitano, considerado
como un bien público de nuestro planeta, hecho ceniza.
El aire está
embalsamado por el humo de los bosques que están ardiendo por varios días…
No entiendo el
corazón de esa gente para matar animal y planta con fuego. Matar el paisaje.
Matar de hambre la gente que vive aquí.
No entiendo,
¿qué puede haber en una cabeza? Para ser tan ruin.
…
Si yo fuera
Dios, yo no permitiría el daño a la naturaleza, el daño a las plantitas, a los
animalitos, a esa gente tan pobre que solo tenía el bosque para protegerse y
ahora ya no tienen nada. Pues cada vida es única e irreparable. Ningún interés
económico vale una vida. Ya perdimos muchas vidas… Los niños enterrados en el
camino representan el futuro truncado, la ilusión perdida. El Dios ve todo. Él
también está mirando ahora. Mira mismo cuando ya no se cree en Él porque pensamos
que ya nos abandonó.
…
Escucho el
crepitar del fuego y veo su claridad que alumbra en la noche. El fuego está más
cerca de mi casa, a cada instante más cerca, rodea todo. Mejor ya no pienso en
nada.
…
Padre nuestro
que estás en los cielos…
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