Márcia Batista Ramos
Extrañamente, todas las letras que van a leer a continuación están sacadas de la realidad, aun cuando parezcan pertenecer a un cuento de terror maldito, lleno de ficción horrenda.
Ese alegato, contradictoriamente, oscuro, iluminado por las criminales llamas, empieza en la Chiquitanía boliviana, una región colmada por una exuberante flora y fauna silvestre, una extensa llanura ubicada entre el Gran Chaco y la Amazonia: (Con flores).
Hace más de un mes la selva oscura preparaba los primeros brotes de primavera, sin sospechar que sería inundada, otra vez, por la luz del fuego criminal. El megaincendio que destruye las tierras de producción forestal permanente, impunemente, está transformando en cenizas parte importante del patrimonio forestal del país y de la humanidad.
Todos nos enteramos de las noticias crueles sobre el incendio, diariamente y tenemos que seguir viviendo como si nada ocurriera, porque es el mismo gobierno nacional el que autoriza los chaqueos, que se transforman en una catástrofe… La tragedia está frente a nosotros y es inevitable no pensarla.
¡Parece mentira! Si, parece mentira que exista la intención de transformar nuestro reservorio natural en cenizas, para beneficiar a quienes no merecen ser nombrados (porque al nombrarlos, tendríamos que llenar nuestras bocas de inmundicias y no merecemos semejante profanación).
La atrocidad es incuantificable, ya que son más de 200 millones de seres vertebrados victimados. El daño es irreparable. Y aun no se tiene la cuenta de cuantos invertebrados fueron quemados vivos…
Duele escribir, pero vivimos entre monstruos que solo sienten empatía por el dinero, no logran entender que el sufrimiento que están causando, un día, regresará como un bumerang: directo a arrancarles la cabeza.
Además, es importante remarcar, que el fuego, no empezó por un simple chaqueo, para expandir la frontera agrícola. En este caso, el fuego, está siendo usado como un instrumento de guerra ofensivo, contra una nación que se arruina, contra un pueblo que solo quiere pan y paz, contra una patria que se construyó en base de sudor y lágrimas. Existe una mano negra, que quiere destruir la nación, por intereses mezquinos y enfermizos.
El fuego es un medio para destruir la heredad de las futuras generaciones, porque quienes lo propician no tienen patria ni gloria; además desconocen el significado de la palabra dignidad. ¡Son tan grotescos! ¡Es tan obvia la pantomima!
El fuego destruye el monte, los pastizales, las casas de los habitantes de la región y la indefensa fauna silvestre. Todo es resultado de una guerra sucia y criminal que cobra millones de vidas inocentes.
El bosque gime mientras agoniza. Terminó la quietud… Se hizo añicos el paraíso.
Cuando los héroes, agotados, logran controlar el fuego se queda un paisaje negro y gris, envuelto por una atmósfera de amargura y tristeza: (Sin flores).
El fuego provocado es radicalmente cruel. A cada minuto se extermina la vida. Repudio y maldigo a cualquier situación de desarrollo, progreso o experiencia positiva que pueda nacer en ese territorio después de tanto sufrimiento.
Es idéntico a lo que pensábamos irrepetible: la bomba atómica. Son millones de hectáreas destruidas por el fuego y mucho más: es la vida destruida por el fuego criminal.
Es insólito pensar en más de 6 millones de animales quemados vivos y en más de 758.442 Hectáreas de bosque destruidas, tal vez, porque no cabe en mí la comprensión de tanta angurria; pero sé, que la mayor parte de la población de nuestro país y del planeta Tierra, comparten conmigo el dolor y la angustia ante tan dantesca ignominia.
Áreas protegidas sucumben ante las voraces llamas: (en cada primavera).
Escribo y lloro por los animales inmóviles calcinados; lloro por las vidas humanas sacrificadas en el intento de apagar las llamas provocadas por mentes perversas y manos criminales; como nunca lloro. Y ese caudal de lágrimas y penas no apaga el fuego criminal. Tampoco riega: (Las flores).
Aunque sé que Dios perdona, de esa vez, sé que no habrá perdón... En medio del daño causado por el fuego criminal caminamos como muertos vivientes aspirando humo y esperando que llegue la lluvia y nos devuelva la bendita primavera: (Con flores).
Imagen: Página Siete
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